El último viaje del Orient Express

Orient Express

La crisis también afecta a los mitos. El que ha sido durante 127 años el tren más conocido y lujoso de la tierra, que unía París y Estambul a través de los Balcanes, ayer hizo su último viaje. D.E.P.

Su alto precio y los vuelos low-cost por lo visto han hecho estragos en la línea de tren, quien en los últimos tiempos había dejado de ser rentable, aún así la rama que une Venecia y Estambul seguirá en activo solo para aquellos que se lo puedan permitir, a la nada despreciable cantidad de 5670 € el billete. A ver quien puede superarlo.

Eugenesia: Los Hijos de Dios

Los Hijos de Dios

Los colonos humanos del “Arca de Noé”, sin embargo, son todo lo contrario. Sin saberlo ellos son la casta más marginal del sistema, formada por quienes han sido concebidos de forma natural. En un mundo de hombres y mujeres casi perfectos, estos seres, conocidos como «Hijos de Dios», son relegados a las tareas inferiores a causa de sus imperfecciones.

Están ciegos. Para los “Hijos de Dios” la vida humana en la Tierra se extinguió en 2012, tal y como predijeron los mayas, debido a una mutación de la cepa H1N1 humana, vulgarmente denominada gripe porcina o influenza A, una enfermedad respiratoria de los cerdos que se transmite a los humanos, y causa graves complicaciones respiratorias. La cepa H1N1 de 2012 fue un tipo de virus, según la ciencia, muy esquivo debido a que constantemente va evolucionando y mutando, y esto provocó que fuera imposible encontrar un anticuerpo protector para la población mundial. Esta cepa es una variante que desciende de una de las pandemias más devastadoras de la humanidad, que tuvo lugar en el año 1918, conocida como la gripe española.

Ellos creen que son los únicos supervivientes humanos descendientes de aquellos afortunados que pudieron pagarse un pasaje hasta Marte, para perpetuar la especie y mantener el linaje de los hombres.

Un problema añadido con que nos encontramos es que debido a la consanguinidad, es decir, la unión por parentesco natural al descender de un mismo tronco o raíz, con el paso del tiempo han empezado a aparecer anomalías y graves problemas genéticos.

Eugenesia: Los “bien-nacidos”

Los bien-nacidos

Los “bien-nacidos”

Solía vivir en la orfandad.
Era oscuro, frío y solitario.
En la noche, miraba el cielo estrellado y me sentía mejor.
Soñaba que podía volar allá.
En América, puedo hacer que mis sueños se vuelvan realidad…
Gracias por el “Espíritu” y la “Oportunidad”

— Sofi Collis, 9 años de edad (Nombramiento del Spirit y Opportunity)

En la Tierra los padres tienen “bebés a la carta” a través de la eugenesia génica (que, grosso modo, ya adelantó Platón en su famosa obra la República que inaugura la literatura utópica y por tanto el caldo de cultivo de su negativo distópico). En esta sociedad distópica los terrícolas son creados a partir del genoma de sus padres, que es seleccionado genéticamente con el fin de obtener lo mejor de cada uno de ellos. Como no pueden reproducirse de motu propio es la única forma que tienen los científicos de tener controlada la natalidad.

No importa que esta ‘perfección humana’ se logre con la ‘eliminación’ de todas las ‘imperfecciones humanas’ hasta convertirlos en máquinas, piezas engranajes de un supersistema que apenas permiten se deslicen entre sí sin emoción ni calor, sin fricción y sin rozamiento. Humanos, pero ¿no ‘demasiado’ humanos? Si pueden evitar que sus hijos sufran leucemia, Síndrome de Down, cáncer o miopía, ¿por qué no hacerlo? Pero, ¿dónde está el límite? ¿Puede ser considerada la calvicie una enfermedad? ¿Tengo derecho a elegir el sexo, altura y color de ojos y de piel de mi bebé? Bueno, «prima facie», tienes derecho a tenerlo sólo si tienes dinero para tenerlo. Los ricos y poderosos son, en realidad, los más aptos en la pirámide social.

No obstante, cabe reseñar que no se trata de una eugenesia absoluta como la que expone Aldous Huxley en su «Mundo Feliz»; ya que los niños, aunque de probeta, son auténticos hijos de sus padres. Eso sí, han sido manipulados para eliminar cualquier posible rastro de imperfección, como podrían ser la miopía, la calvicie, el alcoholismo, el cáncer o, incluso, la violencia. Sí, en este hipotético futuro distópico que nos espera no hay violencia, ni siquiera es posible que ocurran crímenes, ya que la selección genética no les dota del gen que les capacita para cometerlos. Pero hasta que punto ¿es realmente inevitable que ocurran?, ¿podría fallar el sistema en su selección genética? (en estas espinosas preguntas se basa el enigma “Ácido desoxirribonucleico”).

La Tierra, tras el paso de tres largos siglos, esta inmersa en una sociedad aséptica, blanca y ordenada donde la contaminación ha desaparecido, las energías son renovables, y no hay motivo para suponer violencia o delincuencia. Nos encontramos en la antesala de un mundo aparentemente perfecto. Pero esta perfección ha sido obtenida a costa de cualquier vestigio de humanidad. Los “bien-nacidos” son fríos; sus relaciones, asépticas, actúan como robots, y son  incapaces de mostrar sus sentimientos (si los tienen)…

En este aséptico mundo ningún terrícola puede escapar a sus genes. Los omnipotentes científicos, que disponen de un poder sin límite e inagotable en esta sociedad tecnocientífica son quienes disponen. Y ellos han puesto especial hincapié en que esto no ocurra. A lo largo de los tres siglos han conseguido inutilizar la reproducción del ser humano. Así que es casi-imposible que exista un humano fecundado por medios naturales. Hay controles exhaustivos y análisis de substancias orgánicas (no siempre legales) que impide además evitar el sistema. La marginación es ilegal (se denomina genomismo) y es tan atípica que en el último siglo no se ha detectado ni un solo caso. De forma un tanto irónica, en la Tierra del futuro próximo el hombre es marginado, de forma perfectamente racional, por la propia ciencia.

Eugenesia: El Holocausto

Holocausto

La palabra holocausto viene del griego holo: todo, cautos: quemar. Se usa holocausto para referirse a desastres humanos.

Ante el peligro de un colapso económico, el cambio climático, la grave destrucción del medioambiente y al enorme incremento de la natalidad, hacia que fuera imposible que hubiera un desarrollo sostenible en la Tierra. El concepto de huella ecológica, que se define como el área de territorio ecológicamente productivo necesaria para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población dada, empezaba a ser una utopía.

A través de los años la población y el crecimiento demográfico se había acelerado de tal manera tal que en tan solo 40 años se había duplicado la población actual. Así que los mandamases que gobernaban el mundo decidieron tomar cartas en el asunto. El G8, un grupo de países industrializados, conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia, cuyo peso político, económico y militar era muy relevante a escala global, decidieron ante la imposibilidad de controlar la natalidad reducir la población mundial cercana a los 7.000.000.000 de habitantes a niveles de finales del siglo XIX (1.650.000.000). Para ello, en secreto, expandieron una cepa mutada de la Influenza A creada en los laboratorios con objeto de que una mortífera pandemia mundial acabará con gran parte de la población mundial. Los “elegidos” vacunados, y por supuesto ellos mismos, estarían a salvo. Este holocausto fue el principio de una nueva humanidad.

Además, para que el holocausto no se repitiera en un futuro cercano (o no) tomaron dos nuevas drásticas medidas.

  1. Los “elegidos” decidieron enviar a Marte y así “salvar” a una pequeña parte de la población consistente en 1000 parejas para fundar una pequeña colonia bautizada como “Arca de Noé”, que se encargara de explotar los “vitales” recursos energéticos, necesarios por otra parte para la subsistencia en la Tierra de “los elegidos”. Recursos energéticos descubiertos por la misión Mars Exploration Rover (MER) (Rover de exploración de Marte) y sus dos Rovers (robots), Spirit y Opportunity encargados de explorar la superficie y la geología de Marte a principios del siglo XXI.
  2. Para controlar la natalidad en la Tierra “los elegidos” decidieron también impedir que los humanos pudieran procrear por ellos mismos, haciendo que los varones perdieran su sexo y no pudieran mantener relaciones sexuales (y por tanto fertilizar) a sus hembras. La conducta reproductiva en esta nueva sociedad empezó a verse como un tremendo lastre y un atavismo.

De forma que viven en comunidades neo-hippies, oasis de paz y armonía, con el máximo de los lujos y placeres, pero con una natalidad controlada y estable, con unos recursos energéticos inagotables, que favorece su desarrollo sostenible.

El mundo, por tanto, está dividido entre dos razas humanas, dos grupos antagónicos y complementarios:  una élite de científicos, políticos y pensadores, que viven en la Tierra en una especie de oasis aislado fuertemente custodiado, viendo su mundo sostenible desde la paz y armonía; y una casta de trabajadores, que viven en unas condiciones miserables, han sido esclavizados y viven (o malviven) en una lejana colonia de Marte, con la única misión en su vida de trabajar sin cesar (sin saberlo) para obtener la energía necesaria para la sostenibilidad y mantener el modo de vida de los primeros. De forma que la representación del orden social de nuestro universo de juego se apoya en el marxismo: hay dos clases sociales claramente diferenciadas y separadas, en las que una explota a la otra sin que haya posibilidades de medrar. Y, tras el paso de tres siglos, solo unos pocos privilegiados en ambos bandos conocen la existencia de la realidad y de la otra comunidad.

Eugenesia: Literatura distópica

Literatura distópica

Por recomendación de Dacosta de «Al Master Desconocido» voy a comentar algunas novelas distópicas que tienen especial interés para nuestra nueva ambientación. Tampoco voy a extenderme mucho, porque no esta entrada no pretende ser un compendium. Simplemente hablaré de aquellas que pueden servirnos como verdadera fuente de inspiración para «Eugenesia».

En ciencia ficción, una distopía es una visión del futuro hacia el que la sociedad actual muestra algún tipo de tendencia, como una tecnificación alienante del individuo o un uso belicista de los progresos científicos. Muchos escritores de ciencia ficción se valen de distopías para alertar sobre aquello que consideran peligroso o preocupante; así que para nuestra peculiar ambientación todas (o casi todas) nos sirven.

Considero que hay tres obras clave en la historia de la literatura distópica, la santísima trinidad, tres novelas que nos presentan sociedades emplazadas en un futuro muy cercano, que son fuente inagotable de inspiración para «Eugenesis». Hablo, por supuesto, de «Un mundo feliz» de Aldous Huxley, «Fahrenheit 451» de Ray Bradbury y «1984» de George Orwell. En las tres la historia gira, con matices no muy distintos, en torno a la rebelión antisistema, y pertenecen a un tipo de ficción futurista basada normalmente en sociedades humanas alienadas en mayor o menor medida; la subversión ante sociedades descorazonadoras en las que se propaga la idea surrealista de que la libertad se consigue con la esclavitud. Sociedades o regimenes totalitarios donde la manipulación de la realidad y la brutal represión y opresión a la que somete y atenta contra las libertades y derechos del individuo. En todo momento se presupone la felicidad de sus habitantes, los cuales tienen -o deben tener- sus posibilidades de imaginación o disonancia de pensamiento perfectamente anulados. No existe la libertad de pensamiento; se cohercibe la libertad física; no hay esperanza. La mezcla de tecnificación, deshumanización, perdida de libertades individuales, manipulación de la verdad y superpoblación, son puntos comunes; y en esto hay que enfatizar. El futuro en este tipo de novelas distópicas siempre es negro, aséptico y descorazonador.

Después hay que destacar también al maestro Isaac Asimov y su «Saga Fundación», y en particular destaco la serie de los Robots, que no deja de ser una serie de relatos de novela negra ambientados en el futuro, además de unos fantásicos relatos o novelas de ciencia ficción.. y en eso hay que decir que Asimov era un genio, y que para nosotros es un filón de buenas ideas.

Mención también para Philip K. Dick y muchas de sus obras selectas: «Los tres estigmas de Palmer Eldritch», «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?», fuente literaria que dio lugar a la película de culto Blade Runner (yo sigo prefiriendo la película); «Ubik«, elegida por la por la revista Time Magazine entre las mejores 100 novelas de todos los tiempos; «Fluyan mis lágrimas, dijo el policía», en la que resultó finalista tanto en una edición de los Premios Hugo como en una de los Premios Nebula; «Una mirada a la oscuridad», una desoladora mezcla de ciencia ficción y novela policíaca); y por terminar, «Exégesis», el diario que escribió a lo largo de 8 años bajo la influencia de las anfetaminas.

Luego también podemos destacar títulos como «La máquina del Tiempo» de H. G. Wells; la novela satírica «Rebelión en la granja» de George Orwell, «La naranja mecánica», de Anthony Burgess; o la más reciente «The Childen of Men» (Los Hijos de los Hombres) de la escritora británica P.D. James.

Y para terminar, la novela rusa «Nosotros», escrita por Yevgeni Zamiatin en 1921, sobre una sociedad futura donde la opresión y represión por parte de la clase dirigente sobre las demás es total. Se trata de una de las primeras obras del subgénero de las distopías e inspiró en muchos aspectos la famosa «1984» de George Orwell.

Otro día os hablo de los comics, que aquí también tenemos multitud de buenas fuentes de inspiración. Mi favorito «Juez Dredd» de John Wagner (con ayuda de Pat Mills) y dibujado por el español Carlos Ezquerra, que también dio origen a una película interpretada por Silvester Stallone.