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Veneno y Acero (MdlA)

Fuente de los Tritones, Jardín de la Isla de Aranjuez

El día 24 de septiembre de 1621, dos horas antes de que amaneciese, salió apresuradamente de Aranjuez en su carroza por mandado de Doña Juana Pimentel, dama de la Reina Isabel, don Fernando Pimentel, hijo del conde Benavente, con dirección a Madrid.

En el camino es asaltado por unos malhechores, que parecían estar esperándole. Los criados de don Fernando reaccionan al ataque e intentan retener a los asaltantes. Antes de darle tiempo a desenvainar su espada resulta herido grave de una estocada. Comienza a pedir confesión a gritos, mientras reza entre lágrimas el In Te Domine Speravi, esperando ya la muerte Pero por suerte, no tardan mucho en aparecer unos agricultores que andaban trabajando el campo; gracias a ellos, por suerte logran parar la hemorragia, y llevarle a un curandero que le trata como buenamente puede las heridas.

Apenas un par de días después son detenidos tres sospechosos, pero nunca se llegó a saber cuál fue la razón del asalto a un hombre de bien, más allá del robo. Ahorcaron a un mozuelo de 18 años, porque hurtó y vendió todo de valor de la carroza, y con él se llevaron a otros dos cómplices del delito; a uno le dieron 200 azotes y fue desterrado del reino, mientras que al otro, vergüenza pública y galeras.

En las Losas de Palacio no dejan de especular acerca de que era lo que portaba don Fernando para salir tan apresuradamente del palacio de Aranjuez esa madrugada; y mucho más intrigante, si era algo enviado por la Reina a Madrid, a través de su dama; y si lo robado fue por orden de alguien que pagó sus servicios.

Nota: Este Enigma aparece como el número 1 del playset Madrid de los Austrias para el Club de los Martes. No está liberado para descarga gratuita.

Opus Magnum (MdlA)

Opus Magnum (transmutación del mercurio en oro)

El 6 de junio de 1627, dio una cena privada el conde-duque de Olivares, en su residencia particular de la villa, fuera de los Reales Alcázares y lejos de los intrigantes, con grandísima ostentación, grandeza y silencio.

En ella mantuvo una reunión privada en su condición de ministro con Pedro Milanés, un astrólogo ducho en prácticas alquímicas, que vivía en el Prado de San Jerónimo de Madrid, bastante bien.

En las gradas de San Felipe no tardaron mucho en surgir los chismes; por lo visto, es que tratábase de un asunto serio de Estado, y que hablaron del mercado de capitales y de proporcionar una buena parte de los fondos que demandaba y necesitaba la Monarquía para salir de la reciente suspensión de pagos que los genoveses no se comprometían a financiar.

Nota: Este Enigma aparece como el número 8 del playset Madrid de los Austrias para el Club de los Martes. No está liberado para descarga gratuita.

Los filtros de Leonorilla (MdlA)

Los filtros de Leonorilla

Un 14 de febrero, día de San Valentín, tras levantarse de una noche toledana, Felipe IV, de repente y muy misteriosamente quiso tener con su confesor, fray Antonio de Sotomayor, una conferencia de la mayor reserva. La Corte se puso patas arriba, pues no era normal que el rey pidiera consejo espiritual sin hablar antes con el conde-duque de Olivares, su válido. Así que todos eran conscientes de que el caso era grave ¡y bien grave que lo era!

Ya, por varias ocasiones, el monarca había sido víctima fuera de varios accidentes y había sentido síntomas muy graves; encendido por fiebres altas, padeciendo una inexpugnable sed, sacándolo de tino, y engendrando una perpetua risa fuera de razón y propósito, con cierto movimiento espasmoso y convulsiones en todo el cuerpo.

Pronto en la Corte y en los mentideros de la villa de Madrid, fuente de ingenio, novedad y maledicencia, lugar donde nada escapaba a las lenguas que de todo conocían, y a sabiendas de que cualquier noticia, rumor o embuste allí lanzado, rodaba como una bola de nieve hasta multiplicarse por mil, comenzaba a correr y propagarse el rumor que el rey Felipe IV había sido envenenado por algún hermético contubernio. Pero, ¿qué hay de cierto en todo ello?, ¿quién o quiénes son los culpables de tamaña osadía?, ¿han logrado su cometido o todo ha sido fruto de la superchería del monarca?

Nota: Este Enigma aparece como el número 4 del playset Madrid de los Austrias para el Club de los Martes. No está liberado para descarga gratuita.

Crónica de una muerte anunciada (MdlA)

Muerte del Conde de Villamediana

El 21 de agosto de 1622, don Juan de Tassis y Peralta, segundo conde de Villamediana, Correo Mayor del Rey, y uno de los más agudísimos ingenios de la poesía sarcástica del momento, al atardecer se dirigía sosegado a su palacio en su coche acompañado de don Luis de Haro y Guzmán (hijo del marqués de Carpio y sobrino del conde de Olivares), a pesar de que unos minutos antes el confesor Zúñiga le había advertido que lo querían asesinar, burlando y mofándose el conde del aviso.

Era sobre las ocho de la tarde cuando su carroza atravesó la madrileña calle Mayor, en las entreluces del lubricán, en dirección a San Ginés. De los portales de la acera, un individuo encapuchado, se aproximó súbitamente por el flanco izquierdo del vehículo deteniéndolo, se asomó al estribo del coche, sin mediar palabra y con «arma terrible de cuchilla, según hizo la herida, le pasó del costado izquierdo al molledo del brazo derecho, dejando tal herida al conde de Villamediana, que aun en un toro diera horror» [i].

Mientras, algo lento de reflejos, don Luis de Haro se lanzó espada en mano contra el agresor y su cómplice, que escaparon aprovechándose de la aglomeración de personas y del bullicio existente. Don Juan de Tassis y Peralta, envuelto en sangre, con el corazón partido por la terrible cuchilla, falleció casi de inmediato, y su muerte fue más aplaudida que sentida.

Lo trágico de su asesinato, así como el no haber sido aclaradas en aquel preciso momento las verdaderas circunstancias de su muerte, unido todo ello al escaso interés de la justicia en perseguir el crimen, con presteza dio pábulo en los mentideros a la romántica leyenda del conde de Villamediana quien, siempre según el vulgo, habría sucumbido a un meritorio complot cuyo origen se encontraba en las más altas cúpulas del Alcázar Real por haber tenido la osadía de fijar sus ojos en la reina Isabel de Borbón. Pero, ¿qué hay de cierto en todo ello?, ¿quiénes fueron los magnicidas? ¿y cuáles fueron sus razones? ¿existió tal complot o solo es fruto de las habladurías?

[i] Correspondencia de Luis de Góngora a Cristóbal de Heredia en Madrid, el 23 agosto 1622, donde se describe las heridas recibidas por el conde de Villamediana.

Nota: Este Enigma aparece como el número 2 del playset Madrid de los Austrias para el Club de los Martes. No está liberado para descarga gratuita.

El hombre de la máscara de hierro (MdlA)

El hombre de la máscara de hierro

El lunes a la noche apareció muerto colgado con una sábana a una ventana en un calabozo de la cárcel real de la Corte, un prisionero anónimo, del que se comenta en las gradas de San Felipe que siempre portaba una máscara de terciopelo para ocultar su verdadero rostro y su identidad.

Muchos nobles y cortesanos, intrigantes por naturaleza, ya han comenzado a fantasear y especular acerca de su misteriosa identidad y del motivo de su secretísimo cautiverio. Incluso algunos apuntan ya a una conspiración y una cuestión de Estado que salpica de lleno a la familia real.

Estamos sin duda ante un turbio episodio cuya veracidad, de momento indemostrable, ha generado bastante controversia y malestar en la Corte. Tal ha sido el revuelo creado que a la justicia, con el licenciado Juan de Tejada, juez visitador de confianza de Felipe IV y el conde de Olivares, se le ha encomendado investigar si se suicidó o lo asesinaron. Y todo lo inverosímil que rodea su muerte.

¿Serás capaz de descubrir quién era este misterioso enmascarado?, ¿Cuál ha sido la verdadera razón de su muerte?, y quizás lo más importante, ¿cuál era el motivo de su cautiverio?

Nota: Este Enigma aparece como el número 5 del playset Madrid de los Austrias para el Club de los Martes. No está liberado para descarga gratuita.