Es cierto que cierta retroalimentación habrá, pero quien entra en los juegos de mesa ahora, me da la sensación que encuentra más comodidad y ventajas en sus versiones digitales que teniendo que quedar un día para jugar.
He sacado la estadística del último año de BGA, de partidas jugadas por día, y es el auge de estos últimos meses (de unas 20.000 partidas al día ha pasado a unas 150.000 al día, con picos los fines de semana que sobrepasan las 200.000 sin problema y se acercan a 300.000):
(https://i.ibb.co/3ycCD3J/Partidas-jugadas-BGA.png)
Por lo que he podido encontrar entre la documentación de BGA indican que en los juegos premium, se paga a las editoriales en base al tiempo de juego. No indican nada de lo que pagan por unidad de tiempo, por lo que es imposible estimar el posible beneficio de juegos como Carcassonne, 7 Wonders o Kingdomino, por mencionar algunos de los juegos premium que salen en primera fila. Pero por curiosidad he mirado en esta última media hora y el número de partidas activas en los 5-6 juegos que he mirado oscilaba entre 1.500 y 4.500 partidas activas. Y teniendo en cuenta que en estos últimos meses la media de partidas diarias es de unas 150.000, salen muchas horas de juego por juego incluso repartiendo a partes iguales entre los 200 juegos que más o menos tienen en catálogo.
Estoy seguro que es un pellizco interesante, y por no hacer nada de trabajo extra, ya que encima los juegos de BGA los programan la mayoría voluntarios, así que la editorial no tiene más que ceder los derechos y poco más, luego simplemente poner la mano.
Y esto es sólo una plataforma, si le sumamos luego otras plataformas similares, versiones Steam, para móviles...
Es cierto lo que has comentado de la piratería, pero ésta lleva existiendo entre los videojuegos desde siempre y aun así sigue siendo el negocio de ocio más rentable del mundo, por lo que seguro que les compensa igualmente, y además, cada vez se van popularizando más las plataformas donde pagas una cuota y tienes las cosas online.
No sé, veo que esto puede convertirse en un negocio con tanto peso en la balanza para las editoriales que al final el contrapeso de la parte de juegos físicos pueda llegar a dejar de interesarles a muchas de ellas o, siendo fatalistas, terminen convirtiéndose en el "merchandising" de lujo de sus juegos digitales.