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Reseñas escritas / CAYLUS (Reseña)
« en: 12 de Mayo de 2006, 02:14:35 »
Caylus es de esos juegos que las primeras veces que se juega dejan la sensación de que “hay mil y un cosas que puedo hacer mejor para la siguiente ocasión”. Cuando ya se ha jugado varias veces los jugadores van adquiriendo, cada uno, su propio ‘estilo’ y es entonces cuando deja la sensación de que “lo juego con tantos vicios y manías que nunca sabré si lo puedo jugar mejor”.
Esta reseña es de un juego del segundo tipo (de jugadores con ‘vicios y estilos’). La mesa la armamos Regina, Alicia, Jorge y yo. Un ‘vicio’ común de los cuatro: estar convencidos que la ultima fila de favores reales es la mejor (la de las construcciones).
Al inicio de nuestro juego, las primeras en tomar la(s) carpintería(s) fueron Alicia y Regina, y ambas decidieron construir las granjas, con lo que establecieron que se trataría de un juego cargadito de recursos. A ambas les fascina ayudar al Rey a construir su castillo (¡vaya!).
Un movimiento ‘traicionero’ del preboste en la segunda ronda deja a Jorge con dos de sus trabajadores fuera de la acción (me reservo el derecho de develar al responsable de tan vil acción, hecha a costa aun de la pérdida de un trabajador propio), y un tercero que había metido al castillo fracasa en su propósito de ayudar al Rey, por lo que Jorge se rezaga temprano en el juego. Intenta entonces una maniobra desesperada: usar todos los favores reales que pueda obtener para avanzar en la primera fila (la de los puntos).
Durante el juego medio (soné como ajedrecista) Regina, Alicia y yo alternábamos la punta; Jorge y su estrategia parecían destinadas al fracaso, pero contra lo esperado, pronto nos pisaba los talones. Un error acabaría con sus aspiraciones (debo decir que Caylus suele ser implacable con los errores): a punto de terminar las murallas Jorge entró al castillo, esperando aportar dos lotes (8pts) y recibir un favor que usaría para obtener más puntos (4, pues ya estaba topado en la fila de favores de la columna 1). Estos 12 puntos harían que me alcanzara a mi, quien entonces iba tercero… pero ¡Oh sorpresa¡, Regina había acomodado trabajadores para colectar suficiente producto como para aportar 3 lotes al castillo. Aun cuando metió a su trabajador después que Jorge, el favor real sería para ella. Jorge, fiel a su instinto vengativo, decidió no reservarse ningún lote con la malsana intención de forzar a Regina a usar sus tres lotes sin que ella pudiera mantener una reserva. Después de esto, Jorge desapareció por completo de la contienda. Alicia y yo teníamos, aparentemente el camino abierto.
Y así fue, hasta el cierre. Con 3 piedras y 2 oros en su poder, el Hotel estaba listo para que Alicia lo construyera. Esto le daría los puntos suficientes para pasarme y ganarme en la última ronda. Hábilmente tomó el Gremio de Mercaderes para asegurarse que el Comisionado avanzara los dos espacios que le hacían falta recorrer para finalizar la etapa de construcción de las torres (y con ello el juego). Noté que ella estaba cometiendo un pequeño error de cálculo, así que no me opuse a que terminara el juego (yo por mi parte solo tenía recursos para construir la estatua).
Así, el juego terminó y llegó el momento de colectar los últimos favores reales (los que corresponden por la finalización de las torres). Se hizo patente el error que había cometido Alicia: ¡Solo había aportado un lote a la construcción de las torres y ella contaba con un favor real para poder construir el hotel, y con ello, ganar el juego. Este error le costaría varios puntos (ya que terminó cambiando su oro por puntos), suficientes para darme el triunfo, con la mísera construcción de la estatua (yo si tenía favor real en esta etapa final).
Contamos mis puntos y quedé 4 por delante de Alicia, por lo que hice mi ritual ‘Danza del Pingüino” en señal de triunfo… pero momento… Regina había aportado ¡6 lotes¡ para la construcción de las torres. Le dio derecho a tres favores: 3 puntos en la primera fila, 3 puntos de un oro colectado en la tercera fila, 6 puntos por un edificio de piedra (a pesar del oro colectado, no pudo construir edificio azul) … fue devastador. Marcador final: Regina 62, Yo 60, Alicia 56, Jorge 44.
Regina bailó MI danza del pingüino frente a mí...
Esta reseña es de un juego del segundo tipo (de jugadores con ‘vicios y estilos’). La mesa la armamos Regina, Alicia, Jorge y yo. Un ‘vicio’ común de los cuatro: estar convencidos que la ultima fila de favores reales es la mejor (la de las construcciones).
Al inicio de nuestro juego, las primeras en tomar la(s) carpintería(s) fueron Alicia y Regina, y ambas decidieron construir las granjas, con lo que establecieron que se trataría de un juego cargadito de recursos. A ambas les fascina ayudar al Rey a construir su castillo (¡vaya!).
Un movimiento ‘traicionero’ del preboste en la segunda ronda deja a Jorge con dos de sus trabajadores fuera de la acción (me reservo el derecho de develar al responsable de tan vil acción, hecha a costa aun de la pérdida de un trabajador propio), y un tercero que había metido al castillo fracasa en su propósito de ayudar al Rey, por lo que Jorge se rezaga temprano en el juego. Intenta entonces una maniobra desesperada: usar todos los favores reales que pueda obtener para avanzar en la primera fila (la de los puntos).
Durante el juego medio (soné como ajedrecista) Regina, Alicia y yo alternábamos la punta; Jorge y su estrategia parecían destinadas al fracaso, pero contra lo esperado, pronto nos pisaba los talones. Un error acabaría con sus aspiraciones (debo decir que Caylus suele ser implacable con los errores): a punto de terminar las murallas Jorge entró al castillo, esperando aportar dos lotes (8pts) y recibir un favor que usaría para obtener más puntos (4, pues ya estaba topado en la fila de favores de la columna 1). Estos 12 puntos harían que me alcanzara a mi, quien entonces iba tercero… pero ¡Oh sorpresa¡, Regina había acomodado trabajadores para colectar suficiente producto como para aportar 3 lotes al castillo. Aun cuando metió a su trabajador después que Jorge, el favor real sería para ella. Jorge, fiel a su instinto vengativo, decidió no reservarse ningún lote con la malsana intención de forzar a Regina a usar sus tres lotes sin que ella pudiera mantener una reserva. Después de esto, Jorge desapareció por completo de la contienda. Alicia y yo teníamos, aparentemente el camino abierto.
Y así fue, hasta el cierre. Con 3 piedras y 2 oros en su poder, el Hotel estaba listo para que Alicia lo construyera. Esto le daría los puntos suficientes para pasarme y ganarme en la última ronda. Hábilmente tomó el Gremio de Mercaderes para asegurarse que el Comisionado avanzara los dos espacios que le hacían falta recorrer para finalizar la etapa de construcción de las torres (y con ello el juego). Noté que ella estaba cometiendo un pequeño error de cálculo, así que no me opuse a que terminara el juego (yo por mi parte solo tenía recursos para construir la estatua).
Así, el juego terminó y llegó el momento de colectar los últimos favores reales (los que corresponden por la finalización de las torres). Se hizo patente el error que había cometido Alicia: ¡Solo había aportado un lote a la construcción de las torres y ella contaba con un favor real para poder construir el hotel, y con ello, ganar el juego. Este error le costaría varios puntos (ya que terminó cambiando su oro por puntos), suficientes para darme el triunfo, con la mísera construcción de la estatua (yo si tenía favor real en esta etapa final).
Contamos mis puntos y quedé 4 por delante de Alicia, por lo que hice mi ritual ‘Danza del Pingüino” en señal de triunfo… pero momento… Regina había aportado ¡6 lotes¡ para la construcción de las torres. Le dio derecho a tres favores: 3 puntos en la primera fila, 3 puntos de un oro colectado en la tercera fila, 6 puntos por un edificio de piedra (a pesar del oro colectado, no pudo construir edificio azul) … fue devastador. Marcador final: Regina 62, Yo 60, Alicia 56, Jorge 44.
Regina bailó MI danza del pingüino frente a mí...