Yo entré en el kickstarter de DUN casi sin pensármelo. Me bastó ver una partida de demostración en mi club de Zaragoza y echar un vistazo a 4 cartas contadas del juego. Y sinceramente, no me arrepiento en absoluto. Posteriormente lo he podido jugar en compañía de amigos, en solitario, en físico y con la app online, y es verdad que cuanto más lo juego más fallos le encuentro, pero no considero que esos fallos vayan a arruinarme la experiencia. Se trata, como todo en esta vida, de que cuanto más conoce uno sobre un tema, más defectos le puede uno sacar.
¿Es windows el SO definitivo? ¿Ser vegano es la dieta definitva? ¿Es DUN el dungeon crawler definitivo? Son preguntas vacías para las que cada uno tendrá su respuesta. A mi DUN me ofrece una cosa que muchos otros juegos no. La facilidad con la que puedo crear partidas y/o campañas y el nivel de profundidad que puedo alcanzar con él.
¿Que en sus reglas no especifica la altura de un balcón?, ¿o la de un pozo por el que me quiero descolgar con una cuerda para llegar a las alcantarillas de debajo? Pues creo una regla para ello. La pongo a prueba y retoco lo que no me guste, y para las siguientes ocasiones la vuelvo a aplicar. Significa con eso que DUN no es perfecto, por supuesto. Pero ¿qué es perfecto?. Gloomhaven está entre mis juegos favoritos, pero el fiasco que me llevé allá por la trigésimo quinta aventura o por ahí cuando vimos en mi grupo que habíamos agotado todas las tramas y ya no había nada que seguir, salvo empezar de nuevo o jugar escenarios sueltos, con más de la mitad del libro de escenarios sin jugar, fue morrocotudo cuanto menos.
DUN no es un juego sencillo. Eso no lo discuto. Es muy exigente, y como han dicho por aquí, es necesario jugar a menudo para no olvidarse de las reglas. Sobretodo esas mil y una excepciones que encuentras en el manual pese a habértelo leído 6 veces o más. Siempre encuentras algo.
Pero me encanta. Me encanta que no me regalen nada. Me encanta que un juego trate de ofrecerte todo lo que DUN ofrece, pese a sus fallos. Y si algo no me encaja, ya lo retocaré yo. No será el juego con el que vaya a introducir a alguien en los dungeon crawler, ¿o si?, inventandome algunas reglas sobre la marcha, como máster de rol que siempre me ha gustado ser.
Tendré que contenerme y no exprimir las reglas cuando juegue con neófitos, o jorobarme y sacar el cuchillo y exprimirme las neuronas si juego contra un veterano de mil batallas, pero en todas ellas me lo pasaré bien.
¿Y por qué? Pues porque es un juego que me dá lo que pido de un buen dungeon crawler. Exploración, aventuras, combates tácticos, un sinfín de criaturas enemigas con las que lidiar, el azar de los dados, posibilidad de jugarlo con IA, un mapa de campaña por el que moverme a mi antojo y perderme como un idiota como cuando jugaba al Daggerfall, Morrowind y compañía, poder jugar con un goblin montado en lobo o un halfling montado en una cabra lanza en ristre, sirva o no sirva. Poder perder el tiempo con los mazos de encuentros y lugares pensando en crear aventuras, y así un largo etcétera.
¿Convencer a los demás de las bondades de este juego? Nada más lejos. Es mi opinión, sencillamente. Habrá quién lo encuentre caro. Habrá quien pensará que no esta todo lo equillibrado que decían. Habrá quien invocará una serpiente marina en el segundo piso de una posada porque las reglas se lo permiten. Habrá quien le jorobe que sea un juego de un autor español y haya tenido éxito mas allá de nuestras fronteras, o quien no valore la dificultad de un proyecto como éste. Habrá quien lo compre y lo venda a la segunda o tercera partida con argumentos sobradamente refutados.
Pero a mi me ha gustado.