La verdad, me siento muy privilegiado y les tengo que agradecer a Gurney y a Pol de la PCra, que me hayan brindado la oportunidad de jugar, rejugar y saborear el nuevo juego de Michael Schacht. La gente del Laberinto de Madrid sabe que Michael Schacht es uno de mis diseñadores favoritos, lo que, junto a la baza de ser traductor de alemán (aunque no pude demostrarlo en la primera partida), me hicieron el blanco perfecto para dar un veredicto del último juego de uno de los mejores diseñadores para 3 personas que existen. Gracias también a todos los que se ofrecieron a probar conmigo el juego durante las jornadas de la BSK.
PatrizierUn juego de Michael Schacht.
Número de jugadores: 2-5
Número ideal de jugadores: 3
Duración de la partida: 20-30 min.
Las distintas familias patricias intentan demostrar su gran influencia política mediante la construcción de las torres más altas. Los jugadores serán los encargados de ejecutar el trabajo sucio, intentando ganarse el favor de las familias y conseguir enriquecerse lo máximo posible.
Al abrir la caja: primeras impresionesLo primero que llama la atención son las dimensiones de la misma. El punto negativo es que es demasiado grande para lo que es el juego en sí. Y tampoco trae un molde de plástico con varios compartimentos para dejar cada torre en su sitio correspondiente. Los componentes son de un gran atractivo visual a primera vista, casi da la sensación de estar sobreproducidos. Sin embargo, su funcionalidad tampoco llega a ser lo suficientemente buena del todo. Colores no muy distinguibles, y cartas que quizá habrían sido más jugables en caso de que hubiesen sido totalmente de un color (no es tan bonito, pero ayuda al reconocimiento de áreas del juego).
Al ver los componentes del juego, (fichas de madera, mapa por los dos lados, cartas con colores...) lo primero que te viene a la cabeza es que se trata de un refrito del
China. Al ver que las fichas de madera se apilan, uno no puede evitar la comparación con
Manhattan. Y la verdad es que quizá esa sea la mejor definición del juego, porque Patrizier no aporta nada nuevo a lo que es un juego de mayorías: las comparaciones son odiosas, y ser revolucionario es muy complicado. ¿Será capaz Schacht esta vez de conseguir un juego bueno con algo que desde primeras parece un reciclaje/refrito de otros? ¿O estará siguiendo el camino Reiner Knizia y cayendo en el juego fácil? A mí me parece un gran juego y en seguida os explico el porqué.
Entramos en faena y machacamos el juegoEl juego, efectivamente, está muy bien comparado a los dos juegos de mayorías nombrados anteriormente. Por un lado está la mecánica "juego carta pongo ficha" del China, y por otro está la mecánica "voy apilando fichas en vertical" estilo Manhattan.
El tablero del juego está dividido en varias ciudades (Roma, Florencia, Bolonia... etc.) distinguidas por su nombre, emblema y color ―es una pena que durante el transcurso de la partida, el nombre quede sepultado bajo una carta, por lo que el tema de las familias, los patricios, los constructores, etc. no importa en absoluto, podría ser perfectamente de construir las
Cuatro Torres Business Area de Madrid―, que tienen además dos fichas de puntuación (2 y 5; 4 y 7; 6 y 9) dependiente de la cantidad de fichas que caben en las ciudades, además de una carta. Cada jugador tiene tres cartas, y en su turno jugará sólo una. Al jugarla, podrá poner una pieza de torre en la ciudad marcada por la carta, y acabará su turno robando la carta que se encuentre en la ciudad donde la ha jugado. En el momento en el que se reponga dicha carta, comenzará el turno del jugador siguiente.
Cabe destacar, que las cartas iniciales de cada jugador se cogerán de un mazo de cartas "especial" que da equilibrio al juego, eliminando la posibilidad de que las cartas iniciales de los jugadores queden descompensadas.
Los puntos se consiguen cuando se completa una ciudad ―p. ej. en una de 5 cuando se haya puesto la quinta pieza de torre, da igual si en la más alta o en la más baja― y se reparten de la siguiente manera: el que tenga la mayoría en la torre más alta se lleva el número más alto y el que tenga la mayoría en la más baja se lleva el número más bajo. En caso de empate, el que tenga la pieza más alta en la torre, se lleva los puntos.
Y claro, así contado, parece que Patrizier no añade nada nuevo y que no merece la pena gastarnos los cuartos de nuestro bolsillo.
¿Qué has hecho, Michael Schacht, para que me guste tanto?- Un
segundo factor de puntuación: no sólo se puntúa en las mayorías de regiones, sino que las cartas contienen unas caras de nobles que representan lo bien que les caemos a las distintas familias patricias. Si conseguimos tríos de caras (da igual que sean de la misma familia), conseguiremos 6 puntos por cada trío.
-
Cartas especiales: hay dos tipos de cartas especiales. Una de ellas, te permite
elegir la carta que te llevas del tablero, en lugar de la carta que tiene la ciudad donde has jugado tu carta. La segunda, te permite desplazar una pieza de una torre a la otra torra en una región donde tienes influencia (piezas) pero que no sea la misma donde acabas de jugar la carta. Estas dos simples adiciones que a priori parecen caóticas, le añaden un punto de control al juego, además de no permitirte bajar la guardia en ningún segundo.
- Y sobre todo
control. Si en el China o el Hansa se puede hacer el apaño de jugar a 4 personas (estoy seguro de que la 5ª en el China es un capricho del editor), en el Patrizier hay que ponerse realmente estricto y me pronuncio ahora: este juego sólo se puede disfrutar
con 3 personas; porque lo que diferencia este juego de los que he mencionado anteriormente es el
control. El número de piezas que se puede jugar por región es
acotado, por lo que tener la carta que de
golpe de gracia para puntuar una cierta ciudad es muy importante, porque mientras la tienes en la mano, puedes intentar conseguir una posición más ventajosa para ti mediante el uso de cartas especiales. Al jugarse hasta el final y con todas las ciudades, es siempre muy importante lo que vayas a jugar y no sólo lo que vas a obtener a corto plazo, sino que has de tener un plan estratégico de medio plazo, en las que has de incluir maximizar la puntuación de las ciudades que sabes que controlas (porque vas a poner la guinda final) y siempre has de tener en cuenta los puntos extra que proporcionan las familias Patricias. Hay cartas muy jugosas que te permiten jugar dos piezas de torre en lugar de una, u otras que te dan dos caras de patricio, pero no siempre son la mejor opción. La gestión de mano no es tan patente como en China, este juego es mucho más analítico, hay que tener siempre presente todas las ciudades y sus posibilidades de cierre.
Por otro lado, la única nota negativa es la misma que le ocurre a todos los juegos de Michael Schacht, y es que el
número mágico es el 3. Con 4 el control se convierte en un completo caos, y con 5 personas directamente el juego no tiene sentido alguno; se quita toda la planificación, el control queda eliminado, y de un buen juego aparece una pérdida de tiempo. Quizá, la rejugabilidad quede mermada por el hecho de que las ciudades sean un coto vedado, lo que quizá dé menos cambios y variaciones a las partidas, pero a mí personalmente no me dio esa sensación. Otro de los puntos negativos probables a la finalización exacta es que se produzcan muchos turnos tontos al final de la partida (la mano con la que te quedas es con la que juegas), pero esto se produce más en las partidas de 4 o a 5, que en las de 3 personas, en las que por lo menos una pequeña dosis de tensión está garantizada.
En definitiva, otro juego de mayorías de Schacht, con su agilidad y corta duración, pero esta vez con un alto componente de análisis de la partida y de control de la misma. Muy recomendado.