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Zolle

Luna (Reseña)
« en: 13 de Diciembre de 2015, 15:35:49 »
Hubo una vez un  hilo llamado...

http://labsk.net/index.php?topic=66000.75

Un compañero me ha preguntado por Luna a raíz del tema que planteé en este hilo hace ya algunos años, y he pensado que qué mejor que compartirlo con aquellos que puedan estar interesados en el juego, y más sabiendo que hay una reedición de este estupendo juego...

En su momento no sabía con cuál hacerme: Luna, The Castles of Burgundy o Merkator. De los tres que planteé para escoger uno  - aunque secretamente enfebrecido por comprarlos todos, cómo no :D - el que adopté para acogerlo en mi familia de juegos fue el encantador Luna. Lo compré a ciegas para recibirlo en mi domicilio en España desde la otra punta del globo y esperé muchos meses antes de poder conocerlo en persona. Lo hice engatusado por las imágenes que subían a BGG, llenas de colorido. Además, su diseño me intrigaba, esas islas pequeñas entorno a una más grande ¿Qué significaría?

¿Por qué me decidí por este y no por el mucho más afamado The Castles of Burgundy ? Pues por una razón más que pueril: los tonos pastel del segundo son tan pálidos en comparación y el esquema del tablero tan geométrico qué los ojos se me iban siempre hacia Luna. Además suena tan bien su nombre.





Ha llovido desde esta imagen. Si la editorial había invitado a esta simpática pareja para apoyar la presentación del juego el juego debía merecer la inversión. Atosigado por pensamientos tan ridículos, pero que en mi cabeza bullían llenos de fundamento, y sin posibilidad de probar ninguno de ellos para salir de dudas - y por supuesto, sin ninguna paciencia para esperar a hacerlo. Había que hacerse con alguno de ellos antes de que desapareciesen y me sintiese en falta el resto de mi vida por ello. Hay que pensar primero en el peso de la conciencia y en el espacio de la estantería. Luego en todo lo demás. Afortunadamente ya estoy curado de ese sentimiento desesperado por comprar todo lo que me parece genial por miedo a que desaparezca de la faz de la tierra... O eso creo -, hice, pues, "clic" en comprar Luna y me quedé superfeliz.

Meses después, saboreando un jet lag bien cargado, lo abrí junto a docenas de juegos más aburridísimos de esperarme. Lo jugué mucho con mis hermanos y mi cuñada. Y gustó mucho, fue todo un acierto. El problema es que cuando más crece tu colección más larga es la espera hasta que le vuelve a tocar el turno de ser jugado, y me temo que actualmente apenas puedo jugar a nada por lo que voy a contar a continuación se basa en los buenos ratos que me dió.

Nos gustó mucho la mecánica del juego, recuerdo que por entonces no habíamos jugado nada parecido. Era como estar inmerso en el mecanismo de un reloj, ni muy grande ni muy pequeño, donde con el fluir de los turnos sus habitantes - La Sacerdotisa Lunar, el Maestro Constructor,  y el Apóstata - realizan su movimiento desplazándose por las islas.

Si se quiere aprovechar los beneficios que dan o evitar sus penalizaciones hay que saber dónde poner nuestros graciosos monjes - nuestros peones -. Esto es lo que hace mágico Luna. Cada turno sabemos exactamente a dónde dirigirán sus pasos  estos personajes, esto junto a la estrategia de fondo que tenemos pensada para sumar puntos al final de la partida, además del cometido que le tenemos encomendado a cada uno de nuestros monjes, sin olvidar la interacción que produce con el juego de los demás jugadores, todo ello eclosiona en la mentes de los jugadores llenándolos de cálculos, planes pérfidos para hacerse con tal o cual loseta, hacer que los monjes aprovechan las mareas para ir de aquí a allá, tomar el bote con vela o hacer que tomen la poción de Hierbas para reactivarlos y hacer acciones extra. El juego está lleno de detalles dulces como esa vela que se consume cuando se toma la acción de meditación y que marcará el fin de la ronda y que dan ganas de soplar en su última ficha.

Si al movimiento regular de los habitantes por las islas sumamos el de los monjes de cada uno de los jugadores, cargados de (malas) intenciones tenemos el cuadro de los que ofrece el juego, un pequeño cosmos de figuritas de madera de colores intensos - yo siempre me pido el amarillo - moviéndose todos a la vez tratando de optimizar sus movimientos en pos de sacar la mayor ventaja, escogiendo la mejor opción, y lo bueno es que dicha opción no es clara, lo que le da al jugador la sensación de no estar guiado hacia una solución que es la más obvia y beneficiosa, sino que hay que pensar, pensar bien adónde ir y decidir. ¿A dónde partirá ahora tal o cuál novicio? ¿Luego se encontrará en aquella isla y después...? No, no, no podemos dejar que se encuentre con el Apóstata. Y quiero coger esta loseta y echar a mi hermano de esta otra - sí, sí los novicios que no están protegidos por el Libro de la sabiduría pueden ser expulsado por otros al posarse en ciertas losetas, un no parar. Pero si hay hasta sobornos y todo - Buf ¿Qué hacer?

En cuanto al modo en solitario funciona, aunque lo probé poco así, siempre éramos tres o cuatro en torno a la mesa así que no puedo decir mucho al respecto.

Nunca me arrepentí de hacerme con él. No puedo compararlo con los otros dos - no he tenido el placer de jugarlos - pero tampoco lo necesito, este título brilla por sí sólo. Quien disfrute de los pequeños grandes juegos, con mecánicas bien acabadas, de peso pero sin curvas de aprendizaje que parecen no tener fin, a quien le agrade descubrir detalles que le hagan sonreír y tocar y palpar buenos materiales, sé que le gustará. No hace falta embellecer con palabras lo que se puede ver en las imágenes. Para mí cada partida a Luna es un pequeño y dulce sueño.

Gracias por leerlo.
« Última modificación: 13 de Diciembre de 2015, 23:42:55 por Zolle »
"Somos el medio para que el cosmos se conozca a sí mismo." - Carl Sagan

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davinci

Re:Luna (Reseña)
« Respuesta #1 en: 13 de Diciembre de 2015, 15:52:50 »
Es otro pequeño placer leer una reseña genuina, sin la parafernalia meta-lúdica habitual: la impresión desnuda de un niño que juega y disfruta (todos lo somos, ¿verdad?).

Gracias a ti por escribirlo.
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