El gran problema es el espacio, que es finito. Todo juego tiene algo, siempre que uno compra un juego es porque algo le ha llamado (aunque a veces le decepcione). En mi caso, jamás me hubiera planteado deshacerme de ninguno de mis juegos hasta que ha llegado el momento de recibir un Banquete de Odín y tener que sacar unas toallas del ropero para colocarlo ahí.
El espacio es un gran problema para los coleccionistas, sobre todo cuando las cajas de los juegos vienen como suelen venir. Un Mechs vs Minions, un Mansiones de la locura, un Zombicide y un Sword & Sorcery y balda a tomar viento. Si a eso le sumas que en cosa de un año han caído 45 juegos... se entiende que cada vez que llame el mensajero a la puerta me mire mi mujer con cara de "esto te lo debes hacer ver por un profesional".
Al mercadillo han ido varios por imperativo legal (y por ser los que menos mesa ven, con todo el dolor de mi corazón).