El soldado Lorenzo Marchetti llegó a Francia a primeros de junio de 1944. Hacía 16 años que salió de Italia con su familia a la tierra de promisión. Apenas recuerda nada de su llegada a Nueva York, como apenas recuerda nada de lo que ha ocurrido en los tres últimos días.
Como en su llegada a America nada bueno le esperaba, solo que en este caso en lugar de inspección sanitaria digna de un matadero estaban las HMG alemanas esperando.
El impacto que le supuso la visión de la guerra en primera fila hizo que olvidara rapidamente a las simpaticas inglesitas que le habían ayudado a sobrellevar el aburrimiento de los inutiles entrenamientos y los laboriosos preparativos de la gran invasión
Afortunadamente para él y sus camaradas, los muchachos de la 82 división aerotransportada habían hecho un buen trabajo. Marchetti se limito a recoger las placas de los soldados alemanes caidos, enterrarlos y dar parte al teninte de su compañia.
Pero tenían trabajo, un continente que liberar de un tirano, y prisa por volver a Nueva York.
LA compañia se puso enseguida en marcha dirección a Falaise, donde los alemanes luchaban tenazmente, la primera misióm de fuego real, y lo que es peor, la primera sangre acechaban.
Era una marcha silenciosa no era el temor a advertir al enemigo lo que ahogaba sus gargantas. Los jovenes americanos, maestros, oficnistas, fontaneros marchaban contra el ejercito aleman que había derrotado ya a franceses y britanicos en este mismo país.
Era la marcha de la desolación.
Una vez que llegaron a su objetivo se le sinformo que en las cercanias de Falaise, en Saint Mere-Eglise se encontraban elementos del 1058 regimiento de granaderos panzer, a los que una audaz acción del teniente Wray, había decapitado al eliminar a los ocho oficales al mando.
Así al alba del 7 de junio de 1944 Marchetti, miro al cielo, resoplo, y temblando acompaño el paso inseguro de sus compañeros hacía el pueblo.
Tras unos momentos iniciales de duda, avances sin respuesta ¿donde estan los nazis? una ametralladora pesada alemana abrio fuego, rapidamente Marchetti y cia buscaron refugio en las casas del pueblo, aquí y allí parecía haber soldados alemanes abriendo fuego.
Esto asusto mucho al regimiento que se dedico a un esteril intercambio de disparos contra los alemanes, sin arriesgarse a avanzar las decenas de metros que les separaban de sus objetivos.
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Solamente el pelotón del sargento Hubbard, el nuestro bueno Marchetti se tervio a romper con esta guerra de posiciones, con valentía no exenta de temeridad, decidio atravesar la lineas enemigas intentando atravesar el pueblo apar entrar en contacto con la resistencia francesa, así luchando por las calles de Sant Elise consiguió su objetivo.
Bueno en realidad, no lo consiguio, Hubbard esperaba que su acción empujara a los demas a salir de sus escondrijos y espulsar a los alemanes del pueblo, tal cosa no paso, siguieron pegando tiros hasta que la caida de la noche obligo a los americanos a retirarse del pueblo.
Lamentablemente el unico caído en combate fue mi querido Marchetti, que no llego disparar un solo tiro en toda la guerra.
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