en todo caso esa es la idea con los demonios ¿no? Imagínate que fueran agradables, simpáticos y encantadores (que por otro lado es la idea de muchos: que el mal es seductor y engañoso...) Parece que nos estamos sumergiendo en una interesante plática teológica.
En resumen, buenas tus cartas... y dan yuyu.