Los expertos

Charlatán

Ahora que parece ser que los juegos de mesa están en auge en España, han aparecido como un puñado de abejas que acuden a un rico panal de miel, un grupúsculo de entendidos y supuestos «expertos» que opinan, siempre con la máxima autoridad, de todo lo relacionado con los juegos de mesa, criticando, analizando y destripando cualquier mecánica o temática, autor o editorial. Ni siquiera hace falta haber jugado al juego, siempre están los consabidos “he leído…” y “me han dicho…”, o “este juego se parece al monopoly”. Supuestos «tertulianos» que hablan bien en ocasiones (también dan unas cuantas patadas al diccionario), tienen don de gentes y caen graciosos, saben de todo (a lo Leonardo Da Vinci), e incluso hasta dan clases en la universidad o tienen estudios, o han vivido mucho la vida; en fin un curriculum con el que no se va a ninguna parte pero que da mucho juego, y se queda muy bien delante de la audiencia de aficionados noveles hambrientos de crítica ante la nueva ventana lúdica que se les ofrece. Y no sólo esto, lo peor es que se creen poseedores de la verdad absoluta y tienden a creer que sus opiniones o críticas sientan cátedra; y no intentes disentir en sus opiniones y debatirles constructivamente, te llamarán de todo menos bonito. Pero a la hora de la verdad, ¿qué han hecho estos tipos en su vida para tener los santos bemoles de opinar de esa manera sobre un juego, diseñador o editorial en particular?

En Internet, lamentablemente cada vez hay más de estos. Y uno empieza a cansarse. Todo el mundo opina (como yo ahora) y da consejos. Muchos incluso, intentando ponerse a la misma altura que un dios en Populous, predicen el futuro y critican decisiones y actitudes de editoriales, diseñadores, y gente (aficionados) que dedican desinteresadamente muchas horas de su vida a promover la afición de los juegos de mesa. Considero que su actitud, ridícula en muchos casos, es de todo menos positiva; en lugar de aportar algo (sumar) a la afición, se dedican a destruir y criticar sin fundamento ninguno (restar), y si no les sigues el baile pasas a convertirte en el enemigo número uno o un censor sin escrúpulos.

La verdad, criticar es muy fácil. Todos podemos «hablar» de mil cosas en modo condicional o futuro pero si miramos cuantos hablan de lo que hicieron en el pasado y de porqué les fue bien o mal o de lo que descubrieron, nos deberíamos quedar tan solo con menos del 5% de las opiniones actuales vertidas en distintos medios (foros, blogs, webs, etc), y eso siendo muy optimistas. ¿Dónde estaba todos estos eruditos hace 2 o 3 años? ¿Cómo es que no tienen un currículum similar al de Knizia, si son tan inteligentes? En resumen, hay que aprender a filtrar, porque muchas cosas de las que se dicen son sencillamente mentira o las opiniones están hechas a mala idea para levantar polémica o destruir. Por suerte, yo tengo claro a que espejo tengo que mirarme y a quien o quienes tengo que escuchar; para los demás, indiferencia.

Siguiendo con las similitudes, me recuerdan bastante a lo que ocurre en el mundo real, donde abundan los consultores (que no han pasado de eso) que dan consejos a magnates y CEOs, directores de empresas de 200 personas que creen tener la clave del éxito, jefes de prensa de tres al cuarto que saben como dirigir la carrera política de un alcalde con la intención de gobernar en mayoría absoluta, esos mequetrefes que opinan de la vida de otros en los cientos de programas de corazón de la televisión en abierto, o la ristra de locutores de radio que saben más que todos los entrenadores de fútbol juntos. También encontramos auténticos magos de la simplificación que logran resumir miles de páginas de ciencia en una simple frase… Criticar y dar grandes recomendaciones es fácil pero poner en práctica ideas y crear valor real, eso ya sólo está al nivel de los verdaderos gurús, que no van ni a tertulias radiofónicas, ni aparecen en periódicos y revistas de tirada nacional, ni acuden a Essen, ni suelen «vivir» en Internet. Es una pena, porque si bien es cierto que con Internet esta todo al alcance de la mano, hay que saber también con que 5% quedarte de todo; el resto es basura. Esta bien que se hable, pero al menos con conocimiento.

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