Cuenta la leyenda que en Hising había una ciudad que estaba ligada en su suerte tanto a Noruega como a Suecia. Los dos reyes convinieron entonces en echar suertes por ver a quién de ellos les correspondería; arrojarían los dados y el ganador sería aquel que obtuviera el total de puntos mayor. El rey de Suecia sacó dos seis y dijo que no valía la pena que el rey Olav probara suerte, pero éste, mientras sacudía en la mano los dados, le respondió: «Hay todavía dos seis en estos dados, y no es difícil que Dios, mi Señor, los haga salir». Tiró los dados y obtuvo dos seis. El rey de Suecia volvió a echar los dados y obtuvo de nuevo dos seis. Luego el rey Olav tornó a jugar y uno de los dados mostró todavía un seis pero el otro se quebró en dos pedazos, con tanta fortuna que indicó siete. Entonces la ciudad le tocó a él.
(visto en el libro «Al azar, la suerte, la ciencia y el mundo» de Ivar Ekeland)
Las leyendas nórdicas no dejan de sorprenderme 🙂
Seguro que en alguna partida los jugadores actuales hubieran impugnado esa tirada.jejejeje