Porque, en realidad, somos poco más que un animal que apenas ha empezado a levantar la vista buscando algo más que lo inmediatamente material. La inercia de millones de años de evolución nos empujan, por encima de cualquier otra fuerza, a centrarnos en la supervivencia, el bienestar físico y material, a conseguir un refugio cálido y seguro, un entorno social que nos dé estabilidad. Cuando tengamos todo esto resuelto y no sea una preocupación, será más fácil pensar en lo trascendente. Por eso, en la antigua Grecia la filosofía florecía y se hacía popular entre las clases pudientes, entre los que no tenían que preocuparse en cubrir sus necesidades vitales (o no les importaba), más bien que entre los pobres y esclavos. A medida que vas subiendo en la pirámide de Maslow, vas despertando a cuestiones más elevadas o metafísicas.Por supuesto, es mi opinión, la cual tiene un margen de error del 99%.
¿Por qué, por lo general, el ser humano está tan desconectado de lo (si se piensa bien) verdaderamente importante? ¿Por qué no se intenta investigar más en nuestro origen, nuestro futuro, nuestra existencia o simplemente entender lo que llamamos realidad? ¿Por qué se habla tanto de la corrupción, de la política, del futbol, los videojuegos y demás y tan poco de algo que nos incumbe a todos y que conforma nuestro ser de forma tan íntima?
Damos por hecho que la muerte es el final del camino y cada vez hay más teorías que indican lo contrario, desde la eternidad cuántica (si hay infinitos universos, siempre habrá al menos uno en el que estemos vivos, y por tanto seremos inmortales) al eterno retorno (la vida se repite y por tanto nuestra consciencia también), sin embargo la mayoría de seres humanos ni las conocen, ni les interesan.