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txapo

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Re: Perez Reverte y los wargames
« Respuesta #60 en: 29 de Mayo de 2009, 00:32:11 »
http://www.capitanalatriste.com/escritor.html?s=cementerio/ce_borges

http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_firma=1610&id_edicion=527

Tras leerlos pregunto: ¿¿Y Umbral no le respondió?? la verdad se me habían pasado los dos articulos y el otro dia no los lei por prisas,...los dejé par ahoy.

kabutor

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Re: Perez Reverte y los wargames
« Respuesta #61 en: 29 de Mayo de 2009, 00:59:30 »
Que yo sepa no, aunque quien sabe han pasado casi 5 años me parece por lo q leo Umbral fallecio en el 2007, dos años despues de la trifulca.

De todas maneras los enlacé solo pq me parece que de la explicacion que dan sobre lo que paso en el post de arriba, a lo que a mi entender cuentan esas dos cartas, hay una diferencia, que cada uno las lea y saque conclusiones.

Para dar un ejemplo de lo que a mi me parece Perez Reverte me gusta pensar en relatos como el Husar, Trafalgar, Alatriste o mi favorito La Sombra del Aguila

Como columnista hay veces que no creo que tenga razon, o no comparto su punto de vista, y hay veces q es magistral, como por ejemplo:

Citar
Cervantes, esquina a León

ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 1 de Marzo de 2009




Me gusta la calle Cervantes de Madrid. No porque sea especialmente bonita, que no lo es, sino porque cada vez que la piso tengo la impresión de cruzarme con amistosos fantasmas que por allí transitan. En la esquina con la calle Quevedo, uno se encuentra exactamente entre la casa de Lope de Vega y la calle donde vivió Francisco de Quevedo, pudiendo ver, al fondo, el muro de ladrillo del convento de las Trinitarias, donde enterraron a Cervantes. A veces me cruzo por allí con estudiantes acompañados de su profesor. Eso ocurrió el otro día, frente al lugar donde estuvo la casa del autor del Quijote, recordado por dos humildes placas en la fachada –en Londres o París esa calle sería un museo espectacular con colas de visitantes, librerías e instalaciones culturales, pero estamos en Madrid, España–. La estampa del grupo era la que pueden imaginar: una veintena de chicos aburridos, la profesora contando lo de la casa cervantina, cuatro o cinco atendiendo realmente interesados, y el resto hablando de sus cosas o echando un vistazo al escaparate de un par de tiendas cercanas. Cervantes les importa un carajo, me dije una vez más. Algo comprensible, por otra parte. En el mundo que les hemos dispuesto, poca falta les hace. Mejor, quizás, que ignoren a que sufran.

Pasaba junto a ellos cuando la profesora me reconoció. Es un escritor, les dijo a los chicos. Autor de tal y cual. Cuando pronunció el nombre del capitán Alatriste, alguno me miró con vago interés. Les sonaba, supongo, por Viggo Mortensen. Saludé, todo lo cortés que pude, e hice ademán de seguir camino. Entonces la profesora dijo que yo conocía ese barrio, y que les contase algo sobre él. Cualquier cosa que pueda interesarles, pidió.

La docencia no es mi vocación. Además, albergo serias reservas sobre el interés que un grupo de quinceañeros puede tener, a las doce de la mañana de un día de invierno frío y gris, en que un fulano con canas en la barba les cuente algo sobre el barrio de las Letras. Pero no tenía escapatoria. Así que recurrí a los viejos trucos de mi lejano oficio. Plantéatelo como una crónica de telediario, me dije. Algo que durante minuto y medio trinque a la audiencia. Una entradilla con gancho, y son tuyos. Luego te largas. «Se odiaban a muerte», empecé, viendo cómo la profesora abría mucho los ojos, horrorizada. «Eran tan españoles que no podían verse unos a otros. Se envidiaban los éxitos, la fama y el dinero. Se despreciaban y zaherían cuanto les era posible. Se escribían versos mordaces, insultándose. Hasta se denunciaban entre sí. Eran unos hijos de la grandísima puta, casi todos. Pero eran unos genios inmensos, inteligentes. Los más grandes. Ellos forjaron la lengua magnífica en la que hablamos ahora.»

Me reía por los adentros, porque ahora todos los chicos me miraban atentos. Hasta los de los escaparates se habían acercado. Y proseguí: «Tenéis suerte de estar aquí –dije, más o menos–. Nunca en la historia de la cultura universal se dio tanta concentración de talento en cuatro o cinco calles. Se cruzaban cada día unos y otros, odiándose y admirándose al mismo tiempo, como os digo. Ahí está la casa de Lope, donde alojó a su amigo el capitán Contreras, a pocos metros de la casa que Quevedo compró para poder echar a su enemigo Góngora. Por esta esquina se paseaban el jorobado Ruiz de Alarcón, que vino de México, y el joven Calderón de la Barca, que había sido soldado en Flandes. En el convento que hay detrás enterraron a Cervantes, tan fracasado y pobre que ni siquiera se conservan sus huesos. Lo dejaron morir casi en la miseria, y a su entierro fueron cuatro gatos. Mientras que al de su vecino Lope, que triunfó en vida, acudió todo Madrid. Son las paradojas de nuestra triste, ingrata, maldita España».

No se oía una mosca. Sólo mi voz. Los chicos, todos, estaban agrupados y escuchaban respetuosos. No a mí, claro, sino el eco de las gentes de las que les hablaba. No las palabras de un escritor coñazo cuyas novelas les traían sin cuidado, sino la historia fascinante de un trocito de su propia cultura. De su lengua y de su vieja y pobre patria. Y qué bien reaccionan estos cabroncetes, pensé, cuando les das cosas adecuadas. Cuando les hacen atisbar, aunque sea un instante, que hay aventuras tan apasionantes como el Paris-Dakar o mira quien baila, y que es posible acceder a ellas cuando se camina prevenido, lúcido, con alguien que deje miguitas de pan en el camino. Le sonreí a la profesora, y ella a mí. «Bonito trabajo el suyo, maestra», dije. «Y difícil», respondió. «Pero siempre hay algún justo en Sodoma», apunté señalando al grupo. Mientras me alejaba, oí a algunos chicos preguntar qué era Sodoma. Me reía a solas por la calle del León, camino de Huertas. Desde unos azulejos en la puerta de un bar, Francisco de Quevedo me guiñó un ojo, guasón. Le devolví el guiño. La mañana se había vuelto menos gris y menos fría.
Hasbro may have bought the name Avalon Hill 10 years ago but to borrow a phrase, I knew Avalon Hill. It was a friend of Mine. You sir are no Avalon Hill.

ximocm

Re: Perez Reverte y los wargames
« Respuesta #62 en: 29 de Mayo de 2009, 01:25:48 »
Tras leerlos pregunto: ¿¿Y Umbral no le respondió?? la verdad se me habían pasado los dos articulos y el otro dia no los lei por prisas,...los dejé par ahoy.

Sobre su articulo "borges y algunos gilipollas" (o algo asi) me da mucho que pensar de Perez Reverte...

Si to tuviese que ponerle un titulo seria "perez reverte: genio y gilipollas" o "perez reverte: un gilipollas genial"

Una cosa no quita a la otra, tiene una personalidad muy dual, que segun el dia que se levante, le da por un lado que por el otro :D
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juaninka

Re: Perez Reverte y los wargames
« Respuesta #63 en: 29 de Mayo de 2009, 09:44:03 »
COnocéis este relato corto de Reverte? Se llama Jodía Pavía, un relato en clave de humor, en plan "La Sombra del Águila" sobre la batalla de Pavía.

http://www.librosgratisweb.com/html/reverte-arturo-perez/jodia-pavia/index.htm

No tiene desperdicio...

Annagul

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Re: Perez Reverte y los wargames
« Respuesta #64 en: 29 de Mayo de 2009, 11:11:39 »
Citar
Desde unos azulejos en la puerta de un bar, Francisco de Quevedo me guiñó un ojo, guasón. Le devolví el guiño. La mañana se había vuelto menos gris y menos fría.

Cuando yo escriba un artículo y consiga poner un broche final como este, estaré en condiciones de insultar al autor. Mientras tanto, tendré que aprender. ;)

Danli

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Re: Perez Reverte y los wargames
« Respuesta #65 en: 29 de Mayo de 2009, 12:06:53 »
COnocéis este relato corto de Reverte? Se llama Jodía Pavía, un relato en clave de humor, en plan "La Sombra del Águila" sobre la batalla de Pavía.

http://www.librosgratisweb.com/html/reverte-arturo-perez/jodia-pavia/index.htm

No tiene desperdicio...


Jejeeee, está bueno, para las partidas del HIS...muy vivido... :D :D


morannon (salpikaespuma)

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Re: Perez Reverte y los wargames
« Respuesta #66 en: 29 de Mayo de 2009, 14:02:28 »


También es cierto que cuando me refiero a lo que dijo y una de las razones por las que me cae tan mal fue en una entrevista en el programa de Quintero en el que defendía la guerra, en general, y en el que y si no me equivoco nos señalaba como acomodados porque decía que a todos nos hacía falta estar en una guerra para ser verdaderamente hombres (no sé si hizo referencia a las mujeres aunque creo que no). No me gustó nada eso, además pensé, Pérez Reverte estuvo de fotógrafo ni siquiera de soldado, por lo que no entiendo esa chulería con lo de la guerra ni le da más derecho a que su opinión sea más valorada que la de una persona que no ha vivido una, si de hecho, lo ideal es que no haya guerras.
  

Yo tambien vi esa entrevista y para nada defendia la guerra(que yo recuerde),no decia que la guerra es buena ni nada por el estilo,comparaba problemas que podemos tener cada uno en nuestra vida cotidiana diciendo que no son nada comparados con los de tener que soportar una guerra.En esa misma entrevista dice que, aunque fotografo,tuvo que disparar y que cuando se dispara es a matar porque es uno o otro.
Hay que ver la entrevista entera para no sacar nada del contexto.Es una de las entrevista mas descarnadas que recuerdo y se nota que Arturo estaba hastiado por algo.

En esa misma entrevista le pregunto Quintero que salavaria de su casa en caso de un incendio a lo que respondio que la coleccion entera de los comics de Tintin, un crack el tio :o ;D
Saludos.Fer.