Ayer jugué a
Shogun. Cinco a la mesa. Todos novatos menos yo, que afrontaba mi novena partida. Por suerte se llevaron las reglas aprendidas... unos mejor que otros.
El draft inicial nos colocó de tal manera que el jugador
negro se posicionó fuerte en el noroeste del mapa, el
amarillo (sorry por el color) en el suroeste y un par de provincias en el este, el
rojo bastante al este con algún fleco por el centro y los jugadores
morado y
azul copando toda la parte central.
Al final del primer año, el
azul era lider con diferencia debido a que había construído mucho y había conquistado bastantes provincias neutrales de las que quedaron sin repartir en el setup. El
morado le seguía de cerca con una estrategia similar pero un poco más bélica hacia el rojo. El
negro en tercera posición. Éste había desgastado en reforzar su posición en el oeste, por miedo a que el amarillo quisiera sacar la cabeza hacia el centro. En cuarta posición el
rojo, que había perdido fuelle debido a perder un par de provincias clave. En última posición el
amarillo, un servidor, que había lanzado un dos ataques kamikazes, perdiendo regiones, y encima no puntué absolutamente nada por mayorías.
El segundo año siguió dirimiendo unos poquitos piques en el centro de Japón entre el
morado y el
azul, que alternaban rondas de construcción con rondas donde se atacaban ligeramente con diferente suerte. La mayoría de las veces atacaban a otros jugadores o regiones neutrales. De alguna manera seguían manteniendo su número de provincias conquistadas y también amasaban una cantidad enorme de tropas sobre el tablero. Parecía como si crecieran sin parar tomándose el pulso pero sin ningún KO decisivo. El jugador
rojo sufrió un par de varapalos gordos en los cuales perdió muchas regiones. Además una de ellas era la que le daba dinero esa ronda, todavía por recolectar, dejándolo en bancarrota y sin márgen de maniobra para recuperarse. Terminó con tres míseras provincias en su haber. El jugador
negro intentó dividir esfuerzos hacia el centro y hacia el oeste, quedándose a medio camino de ambas cosas. La barrera de ejércitos centrales no era suficiente como para dejarle avanzar mientras que yo apilaba poder militar en la provincia de Bingo, mi conexión con la isla de Shikoku, metiéndole miedo mientras él se gastaba el dinero en crear ejércitos a mi alrededor.
Yo, por mi parte, viendo que me resultaría muy difícil salir de Bingo hacia el centro, me dediqué a construir todo lo que pude en Shikoku para hacerme con todos los PV posibles y alguna mayoría que pudiera caer si azul y morado se molestaban en el centro-sur. Mis dos provincias de la zona este, pese a estar relativamente débiles y descuidadas por mi parte, no fueron objeto de ataques. Mi partida estuvo marcada por la fuerte falta de dinero en prácticamente todas las rondas salvo las dos primeras. La acción de recaudar impuestos salía siempre de las últimas, condicionando muchísimo todos los gastos de cada ronda.
Al final terminamos como se ve en la foto:
47 -
43 -
36 -
35 -
19El
morado le asestó al
azul una buena puñalada robándole en la última batalla la región lila adyacente a Shima que contenía un templo y un castillo, robándole así muchos puntos. Además el morado acabó con 13 provincias porque se expandió por el norte, siendo el único en dicha región y puntuando todas sus mayorías. El azul, en vez de contraatacar al morado cuando vio que se ponía gordote, salió hacia el este comiéndole territorio al
rojo y dejándole muy en bragas. La partida del azul fue bastante
amarrategui, construyendo bastante y no dándole demasiados tortazos al morado. Eso le costó la victoria.
El
negro y el
amarillo siguieron con su guerra fría en el oeste. Como se ve en la foto, si la partida hubiera seguido, el negro me habría dado un mazazo enorme, pero aguanté el tipo gastándome todo el dinero en asegurar edificios inconquistables en el "culo" de mi islote, a la vez que mandaba todo mi poder ofensivo a Bingo, mi principal puerta de entrada a la isla. En la foto se ve que Aki también está conectada, pero fue neutral casi toda la partida, tardando el negro bastante en llegar a su lado desde Izumo. Hablando de Izumo, ésta fue mi provincia clave en mi última batalla de la partida. Decidí atacar Izumo y su castillo, con mis huestes de Bingo, en un intento desesperado por frenar al negro en un posible ataque a la inversa ya que yo iba primero en turno. Un montón de cubos cayendo por la torre decidieron un inesperado empate, que recibí de forma muy positiva, puesto que la destrucción del castillo me dio dicha mayoría en la región verde, gracias a mi construcción de ultimísima hora en Aki... y gracias a que recaudamos impuestos antes de construir castillos. Ambas acciones boca abajo, a ciegas. Si hubiera sido al revés, adiós a mi posibilidad de construir castillos, ya que iba pelado de pasta. Visto lo visto, que fui el jugador que acabó con menos ejércitos sobre el mapa y que las pasé canutas con el dinero, di por buenísima mi escalada desde la última posición hasta la tercera, en una bonita lucha con el jugador negro, al que superé por un PV.
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El juego gustó a todos, aunque el negro, que es bastante llorica e infantiloide, se estuvo todo el rato quejando de la suerte y de no entender ciertas cosas. Creo que no quiere jugar de nuevo. Hasta el rojo, que mordió el polvo como un campeón, pidió repetir otro día. Al final estuvimos un rato comentando las jugadas, ya que el juego da mucha salsa para ello. Yo mismo me llevé las manos a la cabeza varias veces al dar por sentado que cierto jugador atacaría una provincia y al final decidió no hacerlo... kingmakeando un poco a favor del jugador morado, pero es parte del juego y hay que estar de acuerdo con ello.
Uno de los comentarios donde todos estuvieron de acuerdo fue en lo fácil que es reunir el arroz necesario al final de cada año. Salió un evento con un posible -7 de arroz pero no tuvo lugar. Al final hubo dos o tres revueltas contadas por falta de 1 unidad de arroz que se saldaron sin pérdidas. Yo estoy de acuerdo a medias porque en alguna otra partida, las revueltas me han hecho perder provincias con edificios, dándome un vuelco monstruoso de -15 PV o algo por el estilo en comparación con mis perseguidores. Esta vez no hubo dramas, que habrían estado bien, ya que le dan vidilla al juego en la fase de invierno.
La otra "queja" que hubo fue el poco peso que tienen los campesinos en el juego. Apenas molestan, ganan o ayudan. No oponen una resistencia real y parece que mis compañeros de mesa demandaban más poder para el pueblo. Con ésto tengo sentimientos encontrados, puesto que tienen razón pero por otra parte no puedes pretender que unos míseros granjeros den más miedo frente a ejércitos.
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Horas y horas de diversión planificando acciones, especulando con lo que harán los demás y jugándose las batallas aún a sabiendas de que pueden salir mal... Uno de mis juegos favoritos y no decae. Hasta ahora lo había jugado a 3 y a 4. Ayer a 5 mejoró considerablemente.