Cada dos años, por nochebuena, me toca ir al pueblo de mis abuelos a celebrar la navidad. Nos reunimos casi toda la familia, dando vida a un pueblo que por estas fechas está prácticamente muerto. Durante muchos años lo único que se podía hacer era jugar al Scattergories casero, a las cartas de toda la vida y poco más. Las cosas como son, era bastante aburrido. Desde que la afición a los juegos de mesa llamó a mi puerta, decidí que ya era hora de que cambiaran las cosas. Hace dos años fueron las navidades del Ciudadelas, el único juego de los que tenía entonces que permitía jugar a bastantes jugadores. El juego gustó bastante. Para este año, con la afición mucho más asentada, tenía preparados juegos que sabía que también iban a gustar.
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