El aspecto de la Guardia Civil me la repampimfla, no los respeto. Me parece anacrónico que un cuerpo de naturaleza militar tenga las funciones que debería adquirir un cuerpo de defensa civil.
En cuanto a los tatuajes, cada uno hace lo que quiere con su cuerpo, a mi no me gustan y no llevo ni llevaré ninguno pero también tengo claro que prefiero un guardia con tatuajes que se juegue la vida por proteger al ciudadano que un repeinado que se la sople todo no se le vaya a desmontar el flequillo.
La denominación es confusa. Llamar Guardia Civil a un colectivo militar no es lo más adecuado. Sin embargo, esa naturaleza militar especializada en la seguridad ciudadana y de la investigación de delitos me parece bien, aunque podría haberse tratado de una rama del ejército de tierra y se hubiese visto como más natural. El hecho del aspecto es muy importante porque han de mostrar un gancho de confianza al público en general y una homogeneidad neutral entre sus compañeros, exactamente igual que un soldado. Por supuesto, quien no haga bien su trabajo por muy bien peinado que vaya, pues pasa como en cualquier otro trabajo, pero aquí se enfrenta a penas bastante duras. Tengamos claro que estas personas eligen voluntariamente un modo de vida, de trabajo y de aspecto. Un militar es una persona (en teoría, claro) que antepone la vida de los ciudadanos antes que la suya. Al ser militares, no tienen derecho a sindicarse, no pueden hacer huelgas y siguen siendo militares aun fuera de su horario laboral por obligación moral que adquieren en el pack. Lo del aspecto es, por tanto, un tema menor para ellos.
Los cuerpos de seguridad atienden a todo tipo de personas, desde jóvenes hasta ancianos. Estos últimos tienen asociados la confianza y la seguridad a un patrón de vestuario muy clásico. En un mundo en el que los abuelos importan poco y quedan relegados y abandonados, es importante que al menos las personas de su entorno no parezcan yonquis, y eso también el cuerpo médico, bancos...