Otro grupo de valientes volvió hoy a la carga.
Avanzaron lentamente por la sala del pentáculo, pero muy pronto oyeron un rumor como de enjambre acercándose por detrás de ellos.
"Yo los contendré" - dijo el bruto. Con su guadaña afilada, les pkantó cara, y consiguió detenerlos el tiempo suficiente para que los otros tres avanzáramos unos espacios más. Pero de repente oimos un grito; el bruto había caido, y tras su cadáver vimos aparecer un Cazador subterráneo que se dirigía velozmente hacia nosotros.
Todo se convirtió en una carrera infernal; corríamos hacia adelante por un pasillo estrecho, sintiendo detrás el aliento de los trogloditas. En un recodo, encontramos una gruta sin salida, y cuando nos giramos los demonios se nos habían echado encima. ¡Maldición!
Fue el redentor entonces quién quiso dar su vida por nosotros, intentando contener la horda mientras los dos mercenarios, usando su legendaria habilidad para escabullirse, volvieron a retomar la carrera intuyendo que la salida estaba cerca.
Cuando ya se veía la luz al final del túnel, entraron en un pequeño ensanchamiento del túnel; ¡es una guarida! Los demonios brotaban literalmente del suelo; uno de los mercenarios se fue hacia la derecha. ¡Otra gruta sin salida! Instintivamente, yo me fui hacia la izquierda.
Consegui salir de la cueva mientras a mi espalda oía los gritos de mi hermano mercenario agonizante y las risas de un segundo cazador subterráneo que habia acabado con su vida.
Ahora estoy descansando de mis heridas, pero pronto se me unirán nuevos y valientes guerreros y volveremos a descender a los infieros a darles su merecido a esos demonios...
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