Creación de personaje
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Esteban es alguacil en un pueblo de Navarra. Es especialmente fornido y alto, diríase que bien parecido. Procede de una famiia navarra, de la que actualmente únicamente vive el padre. Se da la circustancia de que el padre de Esteban ejerció la piratería y le inculcó la importancia de la fuerza y la agilidad, así como una sagacidad especial para detectar aquellas cosas que los demás suelen querer ocultar. También le enseñó la pelea con varas o cayados, aprendida en sus viajes caribeños.
La ausencia de su madre y la vida disoluta de su padre le han postrado en cama, por lo que Esteban no ha formado una familia propia, ocupándose de su padre con una mezcla de piedad y rabia contenida. Esto hace que suela mostrarse orgulloso y altivo, despreciando a los que considera inferiores, bien por su posicion o bien por su escasa fuerza o importancia. Esta soledad, por cierto, le ha llevado también a frecuentar casas de dudosa reputación, y sufre de un herpes crónico que suele molestarle y acrecienta su mal humor.
Otra de las herencias paternas es el conocimiento de ese "otro lado" que no puede conocerse sino cuando se ve o, como en su caso cuando se lo cuentan. Esteban no tiene ninguna habilidad o conocimiento mágico, pero desde luego sabe que hay cosas con las que es mejor no jugar.
Además de su bastón, Esteban porta un cuchillo pequeño y una honda, que aprendió a usar de niño en los bosques cercanos.
La trama
La historia de Akelarre comienza cuando un pequeño sirviente va en busca de Esteban y le comunica que su señor desea verle para un asunto de importancia.
Mythic propone llevar una lista de personajes y tramas abiertas. De esta manera, tenemos:
Personajes:
Un mozo y su amo
Padre de Esteban
Pueblo navarro de interior
El llamado "factor de caos" (que viene a ser algo así como el grado en que las cosas avanzan de una manera más o menos predecible o normal) comienza en 5
Por último, Mythic propone enumerar las tramas abiertas, ya que asi pueden avanzar algunas, cerrarse otras o abrirse nuevas más tarde. Nuestra primera trama es: "Un misterioso señor quiere encargar una mision". La seguda trama se crea mediante un evento aleatorio, y debería ser algo relacionado con la historia personal de nuestro personaje.
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O sea que hay una trama que afecta a uno de los personajes y que le influye de forma negativa. Es algo que tiene que ver con descuidar (o abandonar, no ocuparse de...) algún rumor. De momento podemos pensar que un viejo rumor ha afectado toda su vida a Esteban y que éste ha decidido que ya es momento de ponerle fin.
O sea que tenemos dos tramas:
- un misterioso señor quiere hablarte de algo
- hay que ocuparse de un viejo rumor que te ha atormentado durante años y que has dejado pasar a pesar de que ha afectado a tu reputación
Escena introductoria
Un pequeño mozo, de no mas de 12 años, se acerca a Esteban. Cabizbajo y con una voz apenas audible, se dirige a él:
- Mi señor, ¿acaso sois vos Esteban el Alguacil?
- ¿Quien lo pregunta?, dice Esteban girándose molesto. Cuando se da cuenta del pequeño mozo que se dirige a él, suaviza algo el rictus, aunque no el tono. ¿No puede uno pasear siquiera tranquilo?
- Ruego me disculpe, mi señor...
- Habla más alto zagal. No creo que lo que pueda decir un mocoso merezca el esfuerzo de agacharme, ¿verdad?
- Si... O.. No... Perdón señor, perdón...
- ¡Dita sea! A fe que me estás hartando. ¿Que quieres?
- Si.. Bueno... Mi señor manda llamar.
- ¿Manda llamar? Mira chaval, soy el alguacil del pueblo. No creo que nadie pueda mandarme llamar; a no ser que tu amo sea el juez, el mismísimo obispo, o está buscando pasar una noche en la celda del torreón
- NO, no.... No lo creo mi señor... Queria decir que mi señor me ha encargado acompañaros a su caserón, donde os espera para charlar de un asunto importante.
- Ummm.. ¿Importante dices, muchacho? A fe que algo más debes saber de todo esto, porque no soy hombre que vaya atendiendo llamados del amo como las mulas. Así que date la vuelta y dile a tu amo que paro en el torreón o en la taberna, donde más caliente me halle.
- Por favor, mi señor. El amo puso mucho empeño. No puedo volver sin vos.
- ¿Qué dijo exactamente ese buen señor? - replica Esteban, intrigado al ver la angustia en los ojos del muchacho que le suplica.
- Solo que me asegurara que vuestra merced acudía a la cita. Me dijo que no le importaba esperar todo el dia, y que le dijera que hay un negocio de por medio que no iba a poder dejar pasar.
- mmmmm.... ¿quien ese ese buen señor? ¿Acaso lo conozco?
- Lleva unas semanas en el pueblo. Su nombre es Don Manuel. Tuvo a bien cogerme a su servicio cuando llegó, recogiéndome del pajar en que vivía. Y desde entonces le he hecho toda clase de encomiendas. Ayer mismo debió ser, que me preguntó, sin venir a cuento ni a santo, por usted, mi señor, y..
- Espera un momento. ¿Por mi decís?
- Asi es mi señor. Preguntó si conocia al alguacil del pueblo, y por donde solía parar. Y vive Dios que lo sé, pues hoy mismo lo he encontrado - sentenció el mozo no sin orgullo.
(tras pensar un rato)
- Bueno, parece ser que este buen señor ya me conoce más a mi que yo a él. Y nunca me gustó estar en desventaja. De acuerdo. Avisad a vuestro señor que acudiré en la tarde, cuando el sol no caliente tanto.
- Claro mi señor, apenas llegó a oir Esteban del mozo que ya corría en dirección contraria con una sonrisa en el rostro imberbe.
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La segunda escena comienza con Esteban entrando en un viejo palacete de piedra. En tiempos albergó posiblemente una famiia noble, pues se ven los huecos que los escudos de armas dejaron, pero ahora ha sido sencillamente comprada por un burgués adinerado, pero sin título que corone la entrada.
Esteban pasea por el patio donde murmura una fuente. Busca un rincón donde resguardarse del calor que aún aprieta en aquellos días de primeros de otoño cuando oye una voz familiar que le llama. Su viejo amigo Malik está allí, después de años sin verse. Está claramente envejecido; más gordo y calvo. Ha perdido una mano y esconde el grotesco muñón tras un guante informe. Un accidente, había escuchado Esteban, mientras trabajaba en aquel viejo caserón cuyo recuerdo aún le traia escalofríos.
Antes de poder dirigirse a él, baja un hombre bastante mayor, mucho más mayor de lo que Esteban espera. El pequeño siervo le ayuda a caminar, sirviendole de bastón y de lazarillo. No le parece que Don Manuel esté ciego; parecería más bien que se otorga el derecho a que le guíen, o que ha decidido que sus ojos y piernas tienen menesteres más importantes que trepar y hollar indignos suelos.
Apenas saluda mientras se sienta en una especie de trono de madera colocado estratégicamente en un rincón protegido del sol y el viento. Con un leve gesto invita a sentarse a Esteban y Malik.
Su tono es neutral, se dirige a toda la habitacion, muebles y plantas incluidos, como si sus palabras fueran lo único necesario para alimentar y mantener todo aquello en funcionamiento.
Esteban no opinaba lo mismo y se sirvió una copa de vino, además de restregarse contra una columnata. ¡Maldito herpes!
Don Manuel les explica que ha adquirido un viejo molino y unos terrenos a las afueras del pueblo; era un gran negocio, ya que el molino estaba en muy buen estado y los terrenos parecían fértiles. Pero no ha conseguido encontrar trabajadores para esas tierras, porque corre el rumor de que están malditas. Al parecer una vieja leyenda dice que un príncipe moro se hizo enterrar allí con su tesoro y un ejército de esclavos, y que éstos protegen desde entonces las tierras de su señor, ahuyentando a los viajeros que se atreven a pernoctar alli.
Don Manuel quiere que investiguéis dicha leyenda y, como él espera, que demuestren a los lugareños que no hay nada que temer en ese lugar. Obviamente ha pensado que el alguacil del pueblo y un personaje dedicado al estudio de la naturaleza (y algunas cosas menos naturales) serán los indicados.
Don Manuel les propone el pago de 60 monedas al término del trabajo y les indica donde está el terreno.
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La siguiente escena se produce a la salida de Esteban y Malik. Ambos deciden que tal vez la taberna sea un buen sitio para recoger información acerca de la historia que Don Manuel les acaba de contar.
Como ya he explicado, en cada nueva escena se tira 1d10 para ver si ocurre algo extraño o inesperado. De nuevo la tirada es un 4; escena modificada. Decido que es probable que a Esteban se le reclame por algún asunto importante relacionado con su profesión de alguacil; tiro en la tabla de destino y la respuesta es "SI", de manera que Esteban ha de marcharse y encarga a Malik investigar en la taberna (la escena será la misma, investigar, pero solo habrá un personaje).
¿Un judío gordo y manco entrando en una taberna? Esto no augura nada bueno. Hago una tirada de Templanza por Malik, que la supera.
Malik respira hondo, musita algo rápidamente en lo que parece ser una lengua sefardí, y abre la puerta de la taberna...
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El ruido es ensordecedor. Decenas de jornaleros y campesinos se agolpan en tablas de madera llenas de jarras de barro a rebosar de vino. El queso y la chacina van y vienen desde las cocinas, así como algunos platos con tiras de cigüeña asada. Malik alcanza a escuchar hablar en castellano, aragonés y vascuence, e incluso alguna voz portuguesa parece alcanzar sus viejos oidos. La razón de tal aglomeración no es otra que la feria de la comarca, que se va a celebrar en Pamplona el mes que viene, y para la que ya se están preparndo toda clase de mercaderes y labriegos, que llevan reses, embutidos, aperos de cuero y metal y alguna que otra especia que ha dejado su perfume en el aire.
Por suerte, piensa Malik, ya que el olor a orín que viene del establo posterior, que hace las veces de retrete, es aun demasiado fuerte.
Malik se abre paso a duras penas. Gordo y manco, no esta hecho para recorrer multitudes, y más de una vez tropieza con hombres malencarados, harapientos del camino y malolientes de vino. No levanta la cabeza (sabe que no debe levantarla), y a duras penas arrastra sus pies por la mezcla de paja y serrin que se desparrama por todo el suelo de la taberna.
Pide un vino y comienza a mirar a su alrededor, en busca de alguien que pueda parecerle dispuesto a un poco de charla sobre los terrenos de los que le ha hablado Don Manuel.