Confieso que no tengo tiempo para jugar y que sólo me dedico a hacer kekos para juegos para otros que si que juegan. Cuando los hago pienso en que podría estar jugando en lugar de hacerlos pero me consuelo pensando que seré parte de la felicidad de otros y que necesito el dinero. Miro la estantería de juegos y pienso si acabaré vendiéndolos y me resisto a esa idea aterradora.
Confieso que el viernes pasado quedamos con unos nuevos amigos que nos dijeron que jugaban (menos que nosotros después de ver sus propuestas) y me entro un sudor frío cuando me dijeron que podíamos jugar al risk (no es que lo odie pero hay otros juegos mejores, creo) Confieso que nuestra táctica fue llevar una bolsa del Carrefour llena de juegos para que eligieran entre esos. Sentí miedo cuando explicamos el Hanabi y se les veía desconcertados pero finalmente sentí un gran alivio cuando terminamos de jugar y uno de ellos dijo que se lo iba a comprar.
Después jugamos al Catán.
Confieso que tengo la esperanza y deseo de volver a jugar de nuevo y que me siento una traidora por leer cada día la bsk antes de dormir y no tener tiempo de escribir en ella, es como si hubiese abandonado a gente que realmente me importa.
Confieso que soy una blanda y una sentimental