termina siendo mucho menos "emotivo" de lo que cabría esperar.He aquí el problema.
Es inevitable esperar. Todos lo hacemos. La herramienta mágica es informarse bien antes de jugar para intentar acercar lo esperado a lo realmente ofrecido. Y ahí ya que cada uno camine como camele, que dijo El Fary.
A mi, personalmente, me ofrecen más epicidad los últimos turnos de un Brass que todo el Rising Sun. Y mirad la escenografía y presentación de ambos.
Eso sí, la puta rabia de que Romualdo no haya pillado ese Marshal cuando yo lo necesitaba, me hace vibrar...
Sudar la decisión de si hago ahora Train para coger esa carta que quiero antes que nadie, o hago Betray para mermar fuerza a los adversarios en esas futuras batallas, me hace vibrar.
Decidir si este Shinto va a tope con la Cope en un Kami o va a ser tirarlo a la basura, me hace vibrar.
Especular con las monedas tras las pantallas de mis oponentes en una batalla, me hace vibrar. Todos quieren perder las primeras batallas para pillar pasta del ganador e ir fuerte a las últimas. Lo cual hace muy sencillo ganar las primeras apostando poco, siempre y cuando los demás no tengan la misma idea.
Y así, sin ser la puta polla, se destapa un juego muy divertido que, de momento, no me decepciona.