Este puente de mayo se ha celebrado una nueva edición de Zona Lúdica. ¿Cuantas van? Una docena, no? un par más o menos es indiferente para lo que voy a escribir.
La primera vez que fui a un sarao de Mollina (CEULAJ) había mucha gente 'aproximadamente de mi edad'. Aclaro que fue una edición de Zona Lúdica y no de Tierra de Nadie.
Este año el público que ha acudido ha sido mucho más variado en cuanto a rango de edades. El motivo es obvio: el tiempo pasa para todos. Quien hace quince años acudió y vuelve ahora, tiene quince años más, y si entonces ya eras maduro, ahora, si no te cuidas, habrá quien te considere 'viejo' (no tanto como ser de la tercera edad, pero sí 'mayor'). Y quien hace quince años estuviera en edad casadera, ahora ya tendrá hijos. Y esos hijos que hace quince años no habían sido, siquiera, pensados, ya tienen su edad que puede llegar desde bebés hasta adolescencia.
Mollina-CEULAJ ha sido este fin de semana lo que en mi comunidad autonómica pretendía ciertos políticos intentando organizar 'jornadas intergeneracionales'; aunque bien es cierto que las pandillas se agrupaban por edades, y se organizaban ellos sin necesidad de intervención por parte de otras. Desde pequeños de seis o siete años, ya se juntaban entre ellos; cierto que algunos de estos niños ya se conocían o bien de ediciones anteriores, o bien por amistad de los progenitores. Y de igual manera muchachos/as de diez o doce años, y lo mismo para jóvenes entorno los dieciséis o dieciocho.
Me veo dentro de un par de años, ya con mis hijos independientes, que me digan 'papá, que yo las vacaciones me voy con mis amigos', y sin saberlo, encontrarlo allí.
Dentro de otros quince años... al borde de la jubilación... lo que me va a preocupar es que si no amplían las instalaciones, ¿vamos a caber todos? En Tierra de Nadie me consta que suele haber problemas y no siempre se logra plaza. Porque querré ir con mis nietos.