Y sí, esa era la idea. Tomar de Catán lo necesario: unas materias primas en forma de cartas, una manera de producirlas con aleatoriedad, y una tabla con lo que puedes construir con ellas. Pero el resto es otra cosa, y el juego se hace en realidad muy distinto, como dices, muy orientado a la guerra y la hostilidad en general. Esto es lo que en mi opinión justifica tomar ideas de otros juegos. Tomarlas, pero hacer con ellas un juego nuevo.
Como se ha dicho muchas veces, todo está ya inventado.Tomar ideas no solo no es malo, sino que es lógico y bueno como primera parte de un proceso creativo. Al fin y al cabo, inventar algo consiste en mezclar de forma nueva cosas ya existentes.Por tanto, si consigues un resultado cuya jugabilidad sea diferente a la de los juegos que ya puedo encontrar en el mercado, será un éxito. Y teniendo el precedente de La Corona (que mira que me gustaría pillar alguna vez) supongo que no tendrás problema en conseguirlo.
Muchas gracias por los comentarios Ahora que lo dices, Rayo, es cierto que el caudillo anglo, Éomer, parece de un rango inferior a los demás... y creo que más que nada es por el atuendo, que es bastante austero. El caso es que me he guiado un poco por esta imagen del gran Angus McBride:Aunque es verdad que aquí la figura lleva un casco más trabajado, pero fíjate que no hay mucha diferencia entre el rey y un guerrero cualquiera. Esto tiene mucho que ver con la constitución política de los germanos, que elegían a su rey (o su jefe) en una asamblea de guerreros, y en muchos aspectos no dejaba de ser uno más (primus inter pares, el primero entre iguales).Por cierto, Josrive, he visto que tu también estás ahora con las manos en la masa. Iré siguiendo los progresos del Monachus.
En cambio si pierdes en un saqueo no pierdes tropas, solo hay una retirada y pérdida de una carta al azar, pero si ganas, sólo le robas al enemigo una carta de la materia que marca el área. Este enemigo podrá ser honesto y darte la carta si la tiene, pero también puede declarar que no la tiene. En ese caso le robas una al azar, y si intentó engañarte y resulta que era la carta buscada, tienes derecho a robarle una más.