Modificado el término "chorrada", y así que nadie se pueda sentir ofendido Creo que reflexionar en abstracto sobre el realismo, la plausibilidad de los juegos, sin ilustrar la teoría con ejemplos de juegos, pues sirve de bien poco. De ahí que haya mencionado un ejemplo, el del Fighting Formations que ha sido criticado por incluir una mecánica para determinar las activaciones, que se considera falto de realismo, entre otros aspectos del juego, como la forma de reflejar el mando... Y sin embargo, viendo opiniones respecto a otros juegos con determinación de las activaciones tanto o más artificiosas que las del Fighting, lease Panzer o Combat Commander, pues son todo alabanzas. Creo que al final es todo cuestión del gusto particular del jugador en cuestión, y está bien que cada uno fundamente su visión de las cosas, si encima se resulta coherente, y se dice por ejemplo no me gusta este juego por su duración, porque no me gusta voltear counters en cada activación y porque me cansa tirar dados, pues perfecto, pero machacar una mecánica tan válida como tantas otras, calificándola como gamey y poco realista, y al mismo tiempo ensalzar juegos con mecánicas igual o mas artificiosas, me parece poco coherente.
Un juego de guerra es como una novela. Construye una historia, que incluso en sus invenciones –por parafrasear a Hemingway- es más verdadera que la simple enumeración de hechos. Al manifestar nuestras aspiraciones de “verosimilitud”, “plausibilidad” y “realismo” expresamos nuestro deseo de una experiencia que engañe a nuestra razón. Sabemos que un mapa y unas fichas de cartón no son la guerra, pero la narración que nos propone el juego tiene que conseguir que durante la partida podamos sumergirnos en ella y olvidar que es una representación y no una experiencia auténtica. Los buenos diseñadores, al igual que los buenos novelistas, crean una verdad que trasciende la realidad y que es más “verdadera” que aquélla. El jugador se enfrenta a un juego de forma personal, lo mismo que un lector hace con una historia. La relación que establece con el juego es individual, fruto de su experiencia vital, de su bagaje cultural y de su educación. Cada uno de nosotros tiene unas expectativas que le son propias. Por eso, cada historia –cada juego- provoca reacciones diferentes en cada individuo. Dicho de otro modo, la verdad a la que aspira un jugador es siempre distinta a la que busca otro. Esa es la razón por la que pueden editarse diez juegos estratégicos de la Segunda Guerra Mundial y que cada uno de ellos tenga su propio público. Algunos jugadores buscan un modelo cargado de información. Esos datos, incluso si son construcciones artificiales, son los que le proporcionan la sensación de verdad, de realismo si queréis. Otros, en cambio, necesitan una aproximación más personal; necesitan el drama para poder sumergirse en la experiencia del juego. Los detalles les abruman; les hacen perder de vista la historia; les bloquean la posibilidad de experimentar la “verdad” del juego. Para esos jugadores es la abstracción la que les hace creer que el juego que están jugando es plausible. ¿Es posible, por tanto, diseñar un juego de guerra que sea realista? En mi opinión, la respuesta es que es posible... pero siempre desde una perspectiva individual. Permitidme que lo personalice, para ser más claro. La verdad que para mí narra una partida de ASL es más verdadera que la que cuenta un escenario de Combat Commander. El primero me propone una verdad dramática, que se amolda como un guante a mis percepciones de lo que era un combate táctico en la Segunda Guerra Mundial. El segundo, en cambio, me provoca una sensación de frialdad, de distanciamiento; veo una película en la que el destino de los protagonistas me resulta indiferente; el diálogo entre la experiencia y el yo no existe; la verdad que me propone no es la verdad que yo busco. Y sin embargo eso no significa que para otro jugador suceda justo lo contrario: que la verdad de un escenario de ASL sea un constructo artificial.Lo que quiero decir es que el realismo no existe fuera de cada uno de nosotros. Somos los jugadores, como individuos, los que le damos significado.
La reflexión es muy interesante y se agradece basileus66. No obstante no coincido contigo. Yo no compararía un "wargame" a una novela, obra de imaginación e ingenio. Yo lo compararía a los libros de historia en los que se supone que se basa. Entre la ficción y la historiografía las diferencias creo que aparecen de forma clara para todos.La ficción tiene mucho de subjetividad y la historiografía pretende -que no es que no tenga subjetividad, la tiene y mucha- una pátina de objetividad, al fin y al cabo se remite a las evidencias encontradas y contrastables.Llamadme lo que sea pero yo no creo que baste con que un juego guste mucho (ahí están el ASL y el CC, para los que coincido plenamente con Borat en su juicio), ni con que cada uno le dé el significado que quiera a lo que el juego quiera significar. No, lo siento pero yo no soy tan subjetivista. Creo en la ciencia y su capacidad para enunciar significados que se pueden compartir porque no dependen de lo que a cada uno le pica. Y como los "wargames", como muy bien explicó basileus66, son originariamente un instrumento de adiestramiento profesional, los veo más cerca del campo de la ciencia que del de la ficción. A los buenos claro.Entiendo que Kaiser Karl tiene razón cuando dice que lo mejor es discutir con juegos por delante, "de carne y hueso", y no hablar de modo abstracto. Después de todo lo dicho en este hilo y por aportar alguna idea nueva pongo un ejemplo de lo que digo: lo importante es en qué puesto se coloca al jugador para tomar las decisiones que toma sobre las acciones a realizar en el juego. Pongamos un ejemplo muy simple: la serie de juegos de Kevin Zucker de escala gran táctica http://napoleongames.com/drupal2/ (Library of Napoleonic Battles): las fichas tienes una ZOC en los hexágonos que la rodean y una vez que entras en ZOC enemiga ya no puedes salir voluntariamente. Eres el comandante de una batalla entera, una vez que una brigada recibe orden de entrar en acción pierdes el control sobre ella. ¡GENIAL! New England Simulation sacó en los 90 del siglo pasado una variación de dicho sistema http://boardgamegeek.com/boardgame/12736/the-battle-for-dresden-1813, muy parecido y con poca variación. Pero aquí sí te permitían abandonar voluntariamente la ZOC enemiga, a riesgo de sufrir daño, eso sí, menos mal. No obstante mi crítica es que si eres el comandante en jefe de una batalla como la de Dresden o incluso Vitoria, eres dueño de cuando empeñar tropas frescas, pero no de hacer retroceder, voluntaria y deliberadamente, tropas que ya están bajo el fuego. Eso lo harán ellas por sí mismas o forzadas por el enemigo, en cualquier caso fuera de tu control. Justo lo que el sistema de Zucker permite y ocasiona. ¡De nuevo genial! Y es una regla muy simple, y encaja muy bien con el resto del sistema. Estoy poniendo sólo un granito de arena, hay mucho más que decir sobre ese sistema de juego y de hecho hay una remodelación más actual http://www.dbai.tuwien.ac.at/user/mst/games/lbn/lbn.html#rules por Markus Sumptner, que por cierto mantiene la pérdida de control al entrar en ZOC enemiga, por algó será...
Al final estamos hablando de enfoques diferentes a la hora de aproximarse a los wargames. Habrá quien juegue simplemente para entretenerse aprendiendo un poco de historia y habrá quien sea mas exigente y pretenda una inmersión mayor en los detalles. La oferta de juegos es tan grande como para que cada uno encuentre lo que busca.
El bando que defiende apenas tiene que moverse para ganar causando bajas al contrario. Como sucedió históricamente el uso de la caballería dejo de ser útil en el campo de batalla.