En lo personal diría que es mejor no plantearse limitaciones antes de tiempo, como decir "voy a hacer esta serie de proyectos cuyo componente principal será un mazo de 25 cartas".
Los juegos son como los cachorros, cada uno te va demandando una cosa, y si ya vas con una idea preestablecida, lo mismo le das "leche" cuando lo que quiere es "carne picada"...
Sí y no. Me refiero a que sí creo que es bueno estimularse la creatividad con un reto en concreto, y como nadie me los propone ya me los propongo yo. Al menos a mí me resulta más fácil comenzar a trabajar sobre una base que sobre blanco, y procrastino menos. Por otro lado, y además de ese estímulo a mi creatividad, el reto esconde algunas otras cosillas que lo hacen más interesante:
1. Me fuerza a crear juegos pequeños, con reglas sencillas. Esto depura mis diseños y me ayuda a ser más sintético y, espero, elegante.
2. Los juegos pequeños se testean mejor, más rápido, más veces y con más gente. Además, cuesta menos la reimpresión si no funcionan. Esto ayuda mucho a subir el nivel de producción: haré más juegos.
3. Los juegos pequeños consumen menos "tiempo mental", o al menos eso me ocurre a mí. Me obsesiono mucho menos con proyectos de este tipo que con sistemas más grandes y complejos. Tengo un año duro y no quiero que el diseño me distraiga de lo realmente importante.
4. En muchos pliegos de imprenta entran 100 cartas, es decir, por cada pliego de papel saco 4 juegos. Si quisiera producirlos en algún momento creo que las cifras serían favorables al proyecto.
Dicho todo esto, si a partir de este proyecto surge una idea que requiere de más materiales quedará apuntada, por supuesto, y no intentaré meterla aquí si no tiene sitio suficiente para estar cómoda. Pero quiero despegarme de esa idea de "un prototipo al año" y trabajar en múltiples proyectos pequeños y de forma más rápida. La finalidad de todo esto es divertirme, y creo que así lo pasaré mejor dedicando incluso menos tiempo al diseño de juegos