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Calvo

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Vaya por delante que me estoy metiendo en un terreno en el que, aunque me parece apasionante, soy un aprendiz, con lo que todos los datos que pueda aportar deben tomarse con crítica y escepticismo, y contrastarse con bibliografía rigurosa.

Uno de los principales motivadores en los juegos de mesa son los RETOS (tomando como referencia la propuesta de LeBlanc en la que propone como motivadores los retos, la sensación-percepción, la comunidad, la expresión, la sumisión, las narrrativas y la exploración), y para superar los retos en la mayoría de casos hay que tomar DECISIONES. Aunque pueden existir juegos con escasas decisiones no es lo más habitual, ya que las decisiones son uno de los componentes más frecuentes y significativos en un juego, y vamos a asumir para este hilo que deben estar presentes (por ejemplo, en el juego de la Oca no existen decisiones: tiras el dado y mueves ese número de casilla, sin embargo es percibido como un juego ya que contiene otros elementos que generan incertidumbre; para este ejemplo vamos a obviar este tipo de juegos sin decisiones).

Cómo tomamos decisiones está relacionado con muchos elementos. Si pensamos en un tipo de juegos de mesas (por poner ejemplos concretos) como los "eurogames", muchas de las decisiones tienen como objetivo tomar la decisión más productiva. Más productiva en sentido "aritmético", ya que el objetivo final de la inmensa mayoría de los eurogames es finalizar con más puntos de victoria que el resto de jugadores (estamos generalizando asumiendo que existen otros casos). Por ejemplo, decidimos entre colocar nuestro "peón-trabajador-meeple" en una casilla que proporciona un cubo que se puede canjear por 5 puntos de victoria clocarlo en otra casilla que proporciona 2 cubitos que se pueden canjear cada uno por 3 puntos de victoria. La decisión obvia sería la segunda (2x3 = 6 PV contra 5 PV)... pero tal vez para realizar los cambios debas gastar acciones, y esas acciones podrían ir dirigidas a obtener más cubos y... (a esto es a lo que nos referimos con que hay que tomar decisiones).

Tanto para un diseñador de juegos de mesa como para un jugador (incluso para alguien ajeno) puede ser interesante cómo el cerebro "toma atajos" para tomar decisiones rápidas. A veces no son atajos, sino sesgos a la hora de tomas decisiones razonadas. Y en unos casos esas decisiones son muy certeras... pero no siempre es así.

Conocer cómo funciona "el cerebro", "la cognición humana", puede ser de mucha utilidad para entender cómo decidimos y por qué lo hacemos de esa manera.



Para esto vamos a comenzar con un concepto: la "aversión a la pérdida". Un término que popularizaron los psicólogos ganadores del Premio Nobel en economía de 2002, Kahneman y Tversky (por cómo sus investigaciones en psicología podían aplicarse y tener implicaciones en la macroeconomía), que precisamente se especializaron en lo que podríamos llamar "arquitectura de las decisiones", siendo especialmente relevantes conceptos como las "heurísticas": las formas en las que el sistema cognitivo toma "decisiones automáticas", y que están recogidas en el libro de divulgación "Pensar rápido, pensar despacio":



La aversión a la pérdida es uno de los "conceptos estrella". Una forma simplista (e imprecisa) de resumir en qué consiste es que para una persona el impacto emocional de perder 10 dólares es mucho mayor que el impacto emocional de ganar esos mismos 10 dólares. De hecho, las personas tienen que ganar entre 2 y 2,5 veces lo que pierden para "igualar" la pérdida. El estudio clásico propone esta pregunta:

"Problema 5: Se le ofrece el juego de lanzar una moneda. Si la moneda
muestra cruz, pierde 100 dólares.
Si la moneda muestra cara, gana 100 dólares.
¿Es atractivo este juego? ¿Aceptaría jugar? ¿Y si la ganancia son 150 dólares...200 dólares... 250 dólares..?"

https://journals.sagepub.com/doi/10.1509/jmkr.42.2.119.62292

Es decir, a la hora de tomar una decisión, pesa mucho más el riesgo a perder que el beneficio de ganar, en una relación aproximada de 2 a 1.

¿Cómo se relaciona esto con los juegos de mesa?

En esta conferencia, Geoffrey Engelstein, diseñador, describe este asunto, y pone un ejemplo similar:



Y se analizan ejemplos prácticos, por ejemplo el de la una carta de Hearthstone que inicialmente permitía robar tres cartas, llevar una a la mano, y descartas la otras dos. Aunque este es un juego en el que no se suele perder por agotar el mazo, la sensación de "perdida de opciones-cartas" hacía que los jugadores no utilizaran esa carta. Se modificó para que en lugar de descartar las cartas fuesen al final del mazo, y así evitar esa sensación de "pérdida", lo que parece que hizo que aumentase significativamente el uso de la carta (un excelente ejemplo de "aversión a la pérdida" llevado a la práctica).



Otro ejemplo que utiliza es el del "level draining" en Dungeons and dragons: cómo una "resurrección" genera un gran rechazo por suponer perder el 50% de XP del personaje. La mayoría de jugadores prefieren morir y reiniciar, que sufrir esa sensación de pérdida-retroceso.

Es algo así como que "es mejor no haber tenido algo nunca, que haberlo tenido haberlo perdido". Hay un estudio muy interesante de Lager replicado por Schwartz (1976, 1978) en el que en una residencia de mayores incluyeron una actividad de botánica, durante varios meses. La esperanza de vida mejoró. Pasado un tiempo, a uno de los grupos se le mantuvo realizando la tarea, al otro se le retiró esa opción. La esperanza de vida disminuyó en el segundo grupo. Es decir, es mejor no haber tenido nunca algo que haberlo tenido y haberlo perdido (en sentido "emocional").

Más tarde aborda la "Teoría de la utilidad esperada", tomando el "juego de las cajas" (Deal or not deal) como referencia y cómo por lo general seremos "conservadores" y preferiremos una opción segura, aunque menos beneficiosa, que una incertidumbre estadística, aunque sea mínima.

Otro aspecto que analiza es la teoría del "Framing" o "marco-enmarcado", donde el contexto y las connotaciones condicionan la elección. No es lo mismo elegir salvar a 1/3 que elegir que mueran 2/3... aunque técnicamente sea lo mismo. Cómo se plantea la situación genera unas decisiones u otras, y se tiende a evitar elecciones que generen incertidumbre sobre algo negativo. Se prefiere asegurar pocas pérdidas que arriesgar ganancias. Se ejemplifica con un juego de carreras en el que inicialmente las mecánicas conllevaban "penalizaciones" y fueron sustituidas por una redistribución de bonificaciones donde unos avanzaban muchísimo mas que otros (el avance proporcional era el mismo que con las penalizaciones) pero el juego era percibido como mucho más motivante en el segundo caso.



Una estadística interesantísima es la de la resistencia al cambio, que aquí llaman "Regret-arrepentimiento": cuando se realiza una elección, como elegir un vaso en el "juego de la bolita", un 10% de la población cambia de opción si se le ofrece la opción con la misma apuesta, un 50% cambia si se le ofrece tres veces la apuesta y un 90% cambia si se le ofrecen 10 veces la apuesta inicial.



Y esto parece que puede explicarse con que nos sentimos tres veces peor si fallamos tras haber cambiado de elección que si fallamos con nuestra elección original.

Otro asunto que abordan es la "ilusión de control" por la cual los jugadores apuestan-arriesgan más cuando tiran los dados que cuando los dados ya han sido tirados (a ciegas) o los tira otro jugador. Si las cosas no han sucedido aún nos genera cierta sensación de "control-agencia".



Struggle of the empires se utiliza como ejemplo del "exceso de opciones" que puede desbordar al jugador novel (y a su vez podríamos relacionarlo con el estudio de Sheena Iyengar y Mark Lepper en el que dos puestos ofrecían botes de mermelada, uno daba a elegir entre 6 y el otro entre 24. En el de 24 se paraba mucha más gente y más tiempo... pero el primero de ellos, con menos opciones, vendió 10 veces más).

También aborda el llamado "efecto de dotación" por el cual aumentamos la percepción de valor de aquello que poseemos, y pone un interesante ejemplo de un videojuego en el que, en un momento de la trama, debes "deshacerte" de un objeto que lleva acompañándote toda la partida... lo cual resulta traumático para los jugadores. Proporcionar elementos "estéticos" o con poco impacto que puedan perderse podrían afecta a las decisiones de los jugadores (p.e. esa central nuclear que obtuviste tras una tensa puja en Power Grid y que terminas cogiendo cariño al final de la partida y no sustituyes por otra más eficiente, pero por la que te cuesta pujar un poco más por este asunto).

Otro efecto muy interesante es el "Endowed progress" o "empezar más cerca de la meta": cuando una parte del camino-objetivo ya ha sido iniciado es más fácil que nos sintamos "motivados" a completarlo, ya que no hacerlo es, en cierto modo, "perder la ventaja", "desaprovechar recursos" (aversión a la pérdida, nuevamente). Los dos puntos con los que comienzas en Catán, o las runas con las que comienzas Runewars podrían ser ejemplos (o las mejoras que te proporciona tu facción distintas a las del resto de jugadores, en juegos asimétrico como Twilight Imperium IV).



« Última modificación: 24 de Mayo de 2023, 10:07:59 por Calvo »

AJ

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(He editado la respuesta porque me había ido por cuestiones de física y tal y creo que no era el nudo del asunto).  Me centro en la parte de cálculo de la toma de riesgos.

Estudiando el ajedrez moderno al máximo nivel uno se da cuenta que evitar el error es el modo que impera en todos los grandes jugadores en partidas con cronómetro largo.  Así ha sido en el último campeonato del mundo donde las victorias en las partidas largas se han producido por errores.  Lo normal es que las partidas acaben tablas si ambos jugadores buscan evitar el error.

Sin embargo en partidas con cronómetro corto, aunque la base sigue siendo evitar el error, hay momentos en que se toman decisiones de riesgo.  De ahí la victoria de Ding Liren con el ya casi legendario Tg6 en la última partida con negras.   Al final es todo análisis análisis cálculo cálculo.  Por eso las máquinas lo hacen todo mejor si están bien programadas, porque calculan mejor. 

Sea como sea, el caso es que Ding Liren decidió arriesgar en el momento del todo o nada, en un juego en el que todo es cálculo. Un jugador famoso por su falta de iniciativa y miedo a tomar riesgos, ojo, con una presión encima a todos los niveles (político, económico y familiar) y con una timidez que podría ser tomada como enfermiza.






« Última modificación: 23 de Mayo de 2023, 19:00:53 por AJ »

Calvo

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Sería una delicia conocer cómo entrenan a estos casos excepcionales en esa "gestión de riesgos". Cabe pensar que una parte de la forma de asumir riesgos es "personal" del jugador, pero sería razonable pensar que en este tipo de jugadores-deportistas existe un entrenamiento o supervisión explícita.

Los datos de las investigaciones son, obviamente, la generalidad del comportamiento humano, y asumen que hay una distribución de la casuística.

DonFalcone

Podría resultarte interesante McCleland y su teoría de las necesidades/motivaciones; a lo mejor los tipos de jugadores de Bartle (https://en.wikipedia.org/wiki/Bartle_taxonomy_of_player_types, aunque me imagino que ya lo conocerás).
Otro concepto relevante sería el de 'bounded rationality' de Simon, que de ahí sale la necesidad de heurísticos para la toma de decisiones.
Y ya que mencionas a Schwartz, me imagino que la cuestión de valores éticos también juega algún rol en la toma de decisiones, aunque sea en juegos.
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