Las editoriales actúan como filtro. Es más difícil que una editorial se interese por el juego que simplemente montar una campaña, pero si ocurre es una cierta garantía de que el juego merece la pena. Es sencillo enamorarnos de nuestros primeros diseños, pero eso no quiere decir que vistos desde fuera en el contexto del mercado saturadísimo que tenemos sean buenos o aporten algo. Un editor hace de barrera y os impedirá lanzar un producto que no esté a la altura de lo que el mercado desea. Y si lo saca (y escogéis un editor medio capaz) hará un cierto trabajo de pulido, el juego quedará mejor y veréis copias de buena calidad en un número decente de estanterías en varias ciudades.
Si eso os da igual porque lo que os hace ilusión es ver vuestro nombre en una caja de calidad (semi)profesional, pues a estudiar lo básico de márketing, producción y logística para poder sacar adelante una campañita de tirada mínima y punto. Pero contad con que, o hacéis tanto trabajo que sería más fácil diseñar otros 3 juegos y buscarles editor, o la campaña y la tirada se quedarán en eso: algo de andar por casa donde tendréis probablemente un par de cajas llenas de copias extra dando vueltas por casa durante los próximos 5-10 años. Tal y como está el sector olvidaos de tener cajas más que en unas poquitas tiendas relegadas a la estantería de broza baratita, y ya podéis tener gancho en el packaging para que alguien las coja en la tienda en lugar de las otras ochomil opciones que existen.
Editar de verdad no es un camino sencillo hoy en día, pero es la forma de hacer las cosas bien. Editar a medias con campañas de micromecenazgo es más fácil, por el lado positivo solo depende de vosotros y por el lado negativo al no ir de la mano de nadie que sepa será más limitada en calidad (del producto y de la producción) y en alcance, aparte de requerir en cualquier caso una preparación previa para que salga adelante.