Pues nada, finito, finis, fine, finde, ende, the end... Vamos, que s’acabó.
La Wehrmatch ha eliminado a papaíto Stalin y capturado Moscú de forma inapelable.
Después de un tímido contrataque soviético en las cercanías de Voronets y una arriesgada invasión marítima de Odessa el principio del otoño parecía favorable para los intereses teutones. Aún así lo cierto es que los alemanes han tenido algo de suerte, lo que les ha permitido arrasar en Moscú y alrededores.
Para empezar el tiempo ha estado despejado. Lo cual ha favorecido a las tropas del führer, que han podido moverse con gran rapidez para golpear con firmeza en varios frentes:
* En Arcángel, con el apoyo de la Lutwaffe, para intentar cortar (sin éxito) la principal fuente soviética de suministros.
* También en las cercanías de Voronets, rodeando a una división de guardias y a otra de blindados a las que han derrotado claramente.
* En el frente sur varios cuerpos de ejército del Eje han avanzado sin oposición ocupando los valiosos campos de petróleo georgianos y aproximándose a Stalingrado y Astracán.
* En el triángulo Dnepropetrovsk-Stalino-Sebastopol varias unidades de aliados menores se han abalanzado sobre los restos de una división de infantería soviética.
* Y en Moscú las tropas más veteranas han vuelto a percutir con fuerza, aunque siendo conscientes de que si la suerte les era adversa tendrían que minimizar bajas e intentar concentrarse en las cercanías de Tula, Smolensk y Bryansk para protegerse durante los duros meses de invierno que se avecinaban.
Afortunadamente, la gran experiencia y capacidad militar de la Wehrmatch se ha impuesto de manera abrumadora, destrozando todas las líneas de defensa de las hordas comunistas.
Y acabando de una vez por todas con su cobarde y patético líder: papaíto Stalin.
De no haber ocurrido así y sólo haber triunfado el ataque directo sobre Moscú, lo más normal hubiera sido que el Ejército Rojo hubiera conseguido resistir en las cercanías de su capital hasta el fin del invierno.
Pero eso no habría hecho más que alargar su agonía, ya que antes de que los soviets pudieran responder este otoño iban a perder al menos dos unidades blindadas más en las cercanías de Voronets (quedando por tanto Saratov indefensa y a tiro de piedra).
No pudiendo contar tampoco con una parte importante de sus fuentes de suministro al ser arrasado Moscú y, muy posiblemente, Stalingrado. Además de perder también el petróleo checheno.
Afortunadamente para el castigado pueblo ruso, la inmediata ocupación de Moscú ha precipitado el colapso total del corrupto sistema soviético, y la Stavka ha ofrecido su rendición entre lágrimas al Alto Mando alemán.
Así pues, la derrota del Ejército Rojo ha sido prácticamente total, como atestigua la situación final en los distintos frentes.
(imagen ampliada en
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En cualquier caso, justo es reconocer que las fuerzas de ambos bandos eran ya más bien escasas, con multitud de divisiones y cuerpos de ejército derrotados en los últimos seis meses.
Como casi siempre la guerra ha resultado ser más dura y cruel de lo que se podía esperar en un principio. Pero al final la movilidad y rapidez de las fuerzas del Eje han resultado ser un factor determinante que los ejércitos soviéticos no han podido contrarrestar con suficiente eficacia.
La historia del siglo XX ha dado un giro espectacular, y el Tercer Reich puede plantearse ahora amenazar los EE.UU. vía Siberia.
"Today Moscow, tomorrow New York".