Bueno, he aunado esfuerzos con mi IA de confianza y hemos escrito esta reseña, espero que al leerla tengáis esto en cuenta y aún así la disfrutéis ya que creo que se describe bien lo que pasó.
Crónica de una Partida Épica: Tigre (LS) vs. Kinta (PL) en Guerra del Anillo – Octavos de Final, Segundo Asalto
La tensión se palpaba en el ambiente para esta segunda partida de octavos de final. Tigre, al mando de las huestes de la Sombra (LS), se enfrentaba a Kinta y sus Pueblos Libres (PL).
El inicio fue vertiginoso: Saruman, el traidor de Isengard, hacía acto de presencia en el primer turno, respondido por la llegada de Gandalf el Gris en el segundo. Mientras tanto, la Compañía del Anillo, con paso decidido, intentaba mantener una crucial media de dos movimientos por turno, consciente de que cada paso contaba. La Sombra, implacable, no tardaba en declarar la guerra, movilizando a todos sus ejércitos.
El tercer turno trajo un hito para los Pueblos Libres: Aragorn fue coronado Rey de Gondor (las fichas de Voluntad parecían brotar sin cesar en esos compases iniciales), adelantándose a la entrada en juego del temible Rey Brujo, que se materializó en el cuarto turno.
Hasta ese momento, la balanza parecía inclinarse favorablemente hacia los Pueblos Libres. La Sombra no había conseguido ni un solo Punto de Victoria militar y, al comenzar el quinto turno, Frodo y Sam se encontraban a las puertas de Mordor. Finalmente, en el sexto turno, lograron adentrarse en la tierra oscura con tan solo 1 punto de corrupción y la inestimable (aunque ambigua) guía de Gollum.
Pero entonces, como un funesto presagio, el turno 6 lo cambió todo. De una forma que aún me cuesta comprender, la situación dio un vuelco dramático. Al inicio del turno 7, la Sombra había acumulado la escalofriante cifra de 8 Puntos de Victoria y, para mayor desgracia, la Compañía había sido descubierta en el tercer paso de la Senda de Mordor.
El panorama no hizo más que ensombrecerse. Mientras la Sombra afianzaba su maquinaria bélica y seleccionaba su próximo objetivo, Frodo sufrió el doloroso encuentro con Ella-Laraña, ¡un ataque que sumó 4 puntos de corrupción! Pero lo peor de este aciago turno 7 aún estaba por llegar. La Sombra tuvo la victoria militar al alcance de su mano en la batalla del Abismo de Helm. Sus fuerzas, compuestas por 0 unidades regulares, 5 impresionantes unidades de élite y ya 0 de liderazgo, se preparaban para el asalto final. Mis Pueblos Libres se atrincheraban con 3 unidades regulares, 1 unidad de élite y 1 valeroso líder. La situación era desesperada, pero había un factor clave a nuestro favor: mi decisión previa de concentrar esfuerzos en eliminar a Saruman justo antes de esta ofensiva había dado sus frutos. Con el Mago Blanco fuera de juego, esas 5 unidades de élite de Isengard, aunque numerosas y temibles, habían perdido la crucial capacidad especial que Saruman les otorgaba, mermando su efectividad en combate al no poder suplir la falta de liderazgo con su ferocidad. A pesar de ello, la presión era inmensa. Por un suspiro, por un auténtico milagro de la resistencia, la fortaleza aguantó la embestida. El susto fue mayúsculo y la sensación de alivio, indescriptible. Al menos tendríamos la oportunidad de jugar un turno más, aunque la partida ya pendía de un hilo muy fino.
Llegados a este punto, a solo tres pasos de la boca del Monte del Destino para arrojar el Anillo, y con la Sombra en una posición inmejorable para rematar la contienda militarmente en este turno o el siguiente (dependiendo de mis acciones), tomé la decisión que consideré más lógica ante la desesperación: desafiar a la mismísima estadística.
El tablero de caza era un campo de minas: 4 ojos acechaban, Frodo cargaba con 10 puntos de corrupción, Gollum seguía siendo el guía, y la reserva de caza contenía un cóctel explosivo: dos losetas rojas, una azul, tres ojos, una ficha de '3', dos de '1' y una de '0'. Activé tres movimientos con mis "espaditas" de la esperanza:
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La partida ha sido una montaña rusa de emociones, con momentos verdaderamente épicos y giros inesperados. ¿Qué más se le puede pedir a este magnífico juego?
Un placer, como siempre, compartir mesa con Tigre.