Mi muy estimado Garcilaso,
Quince años despues, vuelvo a escribirte desde Worms. Si bien recuerdas, ya entonces te hacia notar que la actitud de los Principes Electores ante las tesis del monje agustino no acababan de gustarme. Ahora vuelvo a acompañar al Sagrado Emperador, esta vez para derrotar militarmente a estos herejes, pues ya no hay espacio para la diplomacia.
Recuerdo que tras la Dieta, no pudimos ocuparnos inmediatamente de estos asuntos. La acometida turca, aunque sin duda esperada, fue mas fuerte y violenta de lo previsto, y pronto la morisma se encontraba asediando Viena. Hasta la zona acompañe al Emperador, y fue cuando sugerí atacar su retaguardia, en lugar de enfrentarlos directamente. Muy seguros nos sentimos tras reconquistar Belgrado, pero aunque cierto es que aquello fue un severo reves que paró a la morisma un tiempo, acabaron volviendo, cuando otros enemigos reclamaron nuestra atención.
No es que nos sorprendieran los moviemientos de los ingleses, cuya negras almas siempre tienen un hueco para la traición, pero al combinar sus fuerzas con los franceses, hicieron peligrar nuestras plazas en Flandes. No cabe duda de que los comerciantes herejes jugaron un papel importante, alterando precios, y provocando descontente. Ya solicité al emperador que, en cuanto pueda dispensarme de las labores de campaña, me envie a la zona a poner orden.
Y mientras debiamos encargarnos de proteger el mundo de los peligros fisicos, nuestro Santo Padre parecía olvidarse de los espirituales, mas preocupado de aumentar sus posesiones terrenales, hasta que entró en disputa con Francia, que ya demostro su poco compromiso con la fé al abandonar a su suerte a la Muy Catolica María I de Escocia. Cuando la misma Roma se veía amenazada, tuvimos que intervenir para devolver la unión al catolicismo, pero los nuevos ataques de gota que sufrió su Majestad Imperial ralentizaron sobremanera la campaña, con lo que no llegamos a tiempo para evitar que el Otomano se fortaleciera... recordaras sin duda lo avergonzado que me sentí por la perdida de VIena, o lo derrotado que parecia nuestro Emperador en aquella epoca, presa del mas hondo desanimo.
Por suerte consegui sentar a franceses y papales, y mostrarles que su falta de compromiso con la fé habían permitido que tanto en la perfida Albión como el los territorios del Sacro Imperio Romano la herejía campara a sus anchas, formando una Santa y Católica Alianza. Mas esta alianza se demostro debil, pues en lugar de apoyarnos en la invasión de las islas britanicas, el frances desplazo a sus tropas impagadas a Milán, y practicamente les indico que sus salarios podrían cobrarse en Roma.
Así de desesperada era la situación hace dos años, con Inglaterra totalmente separada del Cristianismos, la Herejía propagandose desdes el corazón del Sagrado Imperio, y todo el mediterraneo amenazado por la morisma. Tan solo su Alteza Imperial y nosotros sus fieles servidores nos alzabamos con rabia ante tremenda vileza. Y valgame Díos que nos batimos el cobre con bravura y arrojo, y El nos envio su fuerza, pues, solos y sin aliados, fuimos capaces de liberar Escocia, recuperar los electorados del control de las manos herejes, y proteger los puertos del Mediterraneo de incursiones moras.
Y aqui nos encontramos, de nuevo en Worms. Las campañas han sido victoriosas, pero han dejado al Imperio exhausto. Nuestros posibles aliados catolicos se encuentran peor aun, diezmados por las disputase entre ellos. Y aunque hemos contenido a los herejes Ingleses y Germanos, nuevos mamelucos y jenízaros se pertrechan en Oriente, y parece que solo la inpía fé musulmada detendra la herejía. Que así sea, pero si es la voluntad de Dios, nosotros continuaremos protegiendo Europa y a la Cristiandad hasta la última gota de sangre.
De tu compañero y amigo,
Fernando Alvarez de Toledo
Gran Duque de Alba
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Reseña de una partida al Here i Stand. Todo lo anterior es desde el punto de vista de los Hapsburgo, potencia que yo llevaba.
Por cambios de última hora nos falto un sexto jugador, y Ingleses y Protestantes fueron llevados por el mismo jugador, con tan buena mano que en ya al principio del turno quinto ambos estaban por encima de 25 puntos de victoria, y por tanto en condiciones de ganar. El Otomano amenzaba con no darles tiempo a lograrlo, pues solo le quedaba una ciudad para lograr la victoria miliar (la victoria a los puntos es al final del turno, pero la militar es inmediata y automatica). El resto eramos un vagón de cola, bastante por detras en el marcador de puntos.
En ese intenso quinto turno el Hapburgo debió enfrentarse a ingleses (consiguiedo recuperar Edimburgo, y mandando un explorador que impidió que el ingles ganara los 2 PV del Amazonas), a Protestantes (recuperando 2 electorados, y con ellos 4 VP), y al Otomano (defendiendo las ciudades clave del mediterraneo para que no lograra su ultima key), impidiendoles a los 3 lograr la victoria. Francia y el Papado algo ayudaron... aunque el hecho de que francia desplazara tropas para jugar el saqueo de Roma (dejando al Papado ciertamente debilitado para declararle la guerra Francia el proximo turno) hizo que todo el peso de salvar el Catolicismo recayera en hombros hapsburgos. Cosa que conseguimos, pero el tiempo se nos hecho encima, y debimos finalizar la partida, quedando el Otomano un punto por delante del Ingles.
Conclusiones:
- El juego me mola mucho
- Hay que jugarlo a 6
- Hace falta mas tiempo, o un escenario mas corto
- Todavía tengo que aprender a jugar bien
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