¡Saludos a todos!
No voy a poder postear durante la semana que viene, así que quería dejaros otro episodio más de las aventuras y desventuras de nuestro camionero galáctico antes de 'desconectarme'.
Esta vez, adoptamos un tono algo más 'oscuro'... Extraños acontecimientos acontecen...
Galaxy Trucker - The True HistoryCapítulo 2Liberate me...Fecha Estelar 66707,7
Diario del Grumete Luke a Bordo de la Nave Comercial CLADES IIHola, Mamá…
Hoy me siento algo extraño. Por una parte debería estar realmente eufórico, pues nuestro último encuentro ha sido realmente productivo. Pero, al mismo tiempo, estoy inquieto, con el ánimo incómodamente sombrío… Pero, mejor, te lo explico todo desde el principio.
Tras abandonar el Espacio Profundo, entramos en una nueva región con A.Z.A.R., y, cual fue nuestra sorpresa, cuando, en nuestro camino, hallamos esto:
Allá estaba, gigantesca y silenciosa, una presencia casi ominosa que flotaba en órbita junto a un planeta muy similar a Neptuno.
Había que tomar una decisión. Explorar una nave tan INMENSA nos iba a llevar demasiado tiempo, y puede que Manolo’s Crew nos adelantase. Así que el capitán resolvió enviar a TODA la tripulación a investigar la nave, quedándose tan solo él en la Clades II, junto con Urgulurgur, ya que nuestro alienígena con indigestión permanente no disponía de escafandra para E.V.A. y se hallaba, por tanto, confinado a su cabina acondicionada. Y, bueno, porque tampoco estaba estipulado en su contrato este tipo de actividades. Con tal dotación esperábamos tardar no más de un día en completar el expol… perdón… la búsqueda de mercancías abandonadas.
Partimos todos bajo el mando del Oficial Científico William Weir, un tipo simpático al que todos teníamos en alta estima. Más que nada porque el era el único que conocía los entresijos de la Clades II. Hacía las veces de médico, ingeniero y masajista personal, por lo que, tanto nuestros propios cuerpos como el precario fuselaje de nuestra nave se encontraba en sus manos. Vamos, que no nos apetecía, por nada del mundo, hacerle enfadar.
A medida que nos aproximábamos, la nave se iba haciendo cada vez más y más colosal a nuestros ojos. Cuando llegamos a las cercanías de la escotilla de acceso, apenas pudimos leer su nombre, escritos en gastados y angulosos caracteres rojos: ----T ----ZON.
Entramos. Tras superar la exclusa de aislamiento, pudimos constatar que el aire en el interior era respirable, así que… nos quedamos con las escafandras puestas, por si acaso. Ese aire respirable, la ergonomía de los aparatos interiores, y el nombre de la nave en inglés resultaban indicios casi evidentes de que se trataba una nave humana. Mejor. Nos encontrábamos ante la posibilidad de un buen botín.
Como bien sabes, mamá, si bien siete es un número mágico cabalístico de importantes connotaciones mágicas y de buena suerte, también resulta que siete es un número impar, o sea, que siete entre dos… son… espera… eso, ¡tres!... y sobra uno. Así que formamos tres parejas y el Dr Weir se quedó solo. Mirando un plano de evacuación (sí, esos que pone “Está Vd. Aquí” y están llenos de flechas) convinimos una hora y un punto de reunión, y nos fuimos cada grupo uno por nuestro lado. Menos el Dr. Weir, mamá. Recuerda: el iba solo. Insisto en ello porque es importante para el desarrollo de la historia…
La nave estaba tan solitaria que daban escalofríos. La verdad es que, aunque me cueste reconocerlo…. pasé algo de miedo. Bueno, pasé MUCHO miedo. En realidad ESTABA ACOJONADO. Esas sombras, esas nieblas… De alguna manera, mi convencimiento es que la nave estaba VIVA, y nos vigilaba. Me parecía incluso ver rostros enormes en el suelo y las paredes, acechándonos.
Al cabo de unas horas se cumplió el plazo convenido. Nosotros volvimos con las manos vacías, pero Dolly y Polly aparecieron con un container de aspecto sospechoso que luego aislamos en la bahía de mercancías peligrosos, y Peter y John (dos comentaristas de carreras de choches venidos a menos de los que te hablaré otro día) llegaron con un enorme contenedor de piezas de repuesto que parecían muy caras y muy ‘tecnológicas’, por lo que esperaban que William les aclarara si eran valiosas. Y ahí surgió el problema… ¡William no aparecía! Estábamos deseando marcharnos de ese lugar que tan mala espina nos daba a todos, y no podíamos.
Tras aguardar casi una interminable hora, nos dirigimos hacia la zona que le había correspondido al oficial científico explorar. Allá, en la popa, en el interior de un enorme habitáculo esférico con mas pinchos y tachuelas que un hibrido sadomaso entre punk y heavy metal, encontramos tendido al Dr. Weir. Se encontraba a los pies de una especie de estatua, una esfera rodeada por una rueda con aún más tachuelas, balbuceando frases inconexas. Algo de “Liberate… nosequé”. ¿Liberarse?¿De qué? Lo recogimos y abandonamos a toda prisa aquel siniestro sitio, volviendo raudos a nuestra nave con nuestro, entonces creíamos, exiguo botín.
Una vez en la Clades II, el capitán reanimó al oficial. Se despertó sobresaltado, con los ojos exorbitados, gritando…” Liberate me… liberate me… LIBERATE ME... EX INFERIS”. Todos retrocedimos, asustados. Incluso Urgulurgur se sintió inquieto. Aunque sus capacidades telepáticas no pudieron aclarar el significado del mensaje, alcanzó a ver imágenes inconexas y horripilantes que luego nos transmitió a los demás… Después, William cayó exhausto y durmió 24 horas seguidas.
Han pasado algunos días. El doctor ya está despierto, pero no es el mismo. Le hemos preguntado que es lo que pasó, pero no sabe o no quiere responder. Anda perdido y ensimismado por la nave, con un comportamiento extraño. Me pone un poco los pelos de punta. Entre todos lo hemos rebautizado como el “Dr. Weird”
(N. del T.: Weird, en español, significa ‘raro, extraño’). Con respecto a la frase aquella, lo único que hemos podido deducir es que se trata de latín, algo como ‘¡Liberadme..!’… y algo más. Pero, como aquí nadie sabe latín, pues no sirve de nada preocuparse. Además, nuestro buen amigo el Doctor Raro siempre ha sido un buen tipo, fundamentalmente inofensivo, por lo que no creo que haya ningún motivo de intranquilidad. Es más, las mercancías que obtuvimos han resultado ser de la más alta calidad, según ha confirmado Raro.
Pues nada, mamá. Ahora que te he contado todo, ya me siento mejor. Me voy a dormir. Mañana será otro día.
Tu hijo, que te quiere
Luke.
¿Que le habrá ocurrido al pobre Dr. Weir, alias 'Raro'? ¿Que pasará por su maltrecho cerebro? ¿Existirá algun peligro? ¿Aprenderán latín nuestros heroes a tiempo para descifrar el extraño mensaje de la nave viviente?
Sigan pegados al foro y no se pierdan el próximo capítulo de... ¡GALAXY TRUCKER, Odisea de un Camionero Galáctico...!
TRIVIA: Supongo que ha quedado más que claro, pero... ¿a que película homenajea este capítulo, de la cual he sacado las imágnenes para el montaje?
TRIVIA 2: ¿Que juego de PC, editado por Shiny Entertainment, aparece en la imagen de todos los tripulantes reunidos con los dos cubos de mercancías?
¡Un saludo!