En el frente occidental, en la Navidad de 1914, hace casi 100 años, los soldados alemanes en sus trincheras empezaron a cantar
"Noche de Paz". A ellos se les unieron los británicos con otros villancicos en sus propias trincheras más allá de la tierra de nadie. Pronto empezaron a intercambiarse felicitaciones de manera amistosa.
En un momento dado salieron de sus trincheras soldados de ambos bandos y se unieron en tierra de nadie para presentarse, abrazarse e intercambiar historias. Jugaron al fútbol, se intercambiaron regalos (cigarrillos, whisky, comida, etc.) y celebraron un entierro conjunto en el que leyeron el Salmo 23.
Durante los días venideros los soldados disparaban al aire, en algunos sectores del frente hasta febrero.
¿Por qué os cuento esto? Porque quería compartir con vosotros este anuncio tan bonito que se está emitiendo en Reino Unido en estas fechas:
Por desgracia esto, como es natural, no gustó a los mandos, que decidieron que a partir de ese año se castigarían con fuertes descargas de artillería las posiciones enemigas cuando se acercara la Navidad. De esta forma la soldadesca se mantenía menos proclive a confraternizar con el enemigo y sus superiores conseguían un doble objetivo: continuar las hostilidades y que la violencia de las tropas no se aplacara al saberse luchando con otros seres humanos iguales que ellos.
A pesar de ello no consiguieron impedir que se repitieran en un grado menor estas pequeñas treguas amistosas, con mención especial a una de escala considerable en el frente oriental, ya en el año 1916. Los jefes políticos y militares no consiguieron doblegar la naturaleza humana ni hacer desaparecer sus mejores cualidades ni obligando a seres humanos a matarse entre ellos de la manera más cruel y despiadada.