Yo en el pasado reducí un poco mi ludoteca porque circunstancialmente necesitaba liberar el espacio que estaba ocupando y recuperar algo de dinero, pero no me deshice de ningún título para sustituirlo por alguna novedad.
Desde que empecé con los juegos traté de cubrir con cada nuevo título mi interés hacia algún tipo de mecánica o transfondo , o que simplemente me habría nuevas posibilidades de diversión e inmersión en temáticas que necesitaba experimentar. Tuve la suerte de que sin probarlos previamente la mayoría de juegos cumpliera con creces las expectativas que vertí en ellos. No los juego con asiduidad por mis circunstancias personales pero bueno, ya llegarán tiempos en los que sí será posible revisitarlos como antaño.
La mayoría de los juegos beben de otros ya publicados, mi colección no es una arca de Noé donde haya todo, es sólo un recorrido de juegos que define lo que me gusta jugar, no me molesta tener juegos parecidos, más bien me confirma lo que sé que me va a gustar. Yo ya estoy muy satisfecho con ella. Yo vine por aquí a jugar, no a recolectar novedades, siento que viví de cerca unos pocos de los años dorados de los juegos de mesa - edad que espero que se extienda durante mucho tiempo -.
Hay un cariño emocional hacia ellos porque relaciono cada juego con una época y un lugar diferente de mi vida y me ayudan a recordar. Además de para ser jugados y ser admirados porque son preciosos, los colores de sus cajas ordenadas en mis estanterías se han convertido para mí en un tapiz recuerdos de los que no me quiero desprender.
Sigo desde la distancia las nuevas olas de novedades que vienen cada año con curiosidad pero sin la mirada voraz de mis comienzos. No es que considere que los nuevos juegos no den la talla y los clásicos sí - bueno, no sé si llamar a juegos que sólo tienen cuatro o cinco añitos clásicos, a todas luces son infantes, para se han convertido en viejos conocidos -. Estoy seguro de que si fuese ahora cuando empezase mi colección muchos de los juegos que salieron en el 2015 estarían descansado en las baldas en lugar de los que lo hacen ahora y me harían sentir igual de bien al jugarlos. Pero yo ya recorrí mi sendero lúdico y me quiero quedar en él porque es el que conozco. Lo demás me resulta un poco ajeno.
Siento inapetencia porque tengo todos los juegos que quería, cubren todas mis necesidades en cuanto a diversión o de hacerme soñar en tal o cuál temática. Claro está que si encontrase un nuevo horizonte que me llamase iría a su encuentro - bueno, y si es tan colosal y bellamente obsceno como
The U.S. Civil War lo haría corriendo. Menudo par de tableros
- pero meditaría de cara a mi ludoteca si tiene o no su lugar. Apenas hay espacio por cubrir ya. Cuando quiero jugar a la guerra enseguida me salen varios nombres de juegos que ya tengo y que me van a dejar una sonrisa de oreja a oreja. Casi he jugado a todo lo que tengo - y eso que pensé que nunca lo lograría - y más que beber de las novedades me apetece rejugar los que ya tengo. Algún día.
Por lo que respondiendo a tu pregunta, los clásicos están muy bien. Y las novedades también, bienvenidas sean.