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Mensajes - Bugartegui

Autor: Kevin Lanzing
Trabajo artístico: Luis Francisco, George Patsouras
Número de jugadores: 2 - 6
Edad: a partir de 10 años
Duración: 45 minutos aproximadamente
Fabricante: Devir
Año: 2014
Idioma: español
Dependencia del idioma: poca (tarjetas de especialista, pero se explican en el manual)
Superficie de juego: mesa normalita (4 personas)


¡Rescate! es un juego que resulta especialmente llamativo por su inusual temática bomberil. Además de ser una ambientación infrecuente, a más de uno le tocará la fibra, porque el que más y el que menos, tonteó en la infancia con la idea de dedicarse a esta heroica profesión en el futuro.

El juego, que es básicamente la edición de Flash Point, distribuida por Devir en España, resulta atractivo por su llamativa mecánica de juego y su sencillez, que no debe hacernos creer que nos enfrentamos a una tarea fácil. Como juego cooperativo que es, deberemos coordinar bien nuestros esfuerzos y habilidades con las de los demás jugadores para hacernos con la victoria.


La pelirroja se ha vuelto a dejar la hornilla puesta. ¡Salvémosla!

Presentación:

La caja es muy chula. Es de un tamaño de 30x22x5, que la hacen muy apañada para guardarla o transportarla y muy fácil de llevar de viaje. La ilustración de la portada es muy guapa e invita a jugar, despertando nuestra curiosidad.

Los componentes del juego son un ejemplo de buena calidad. Se ve y se nota al tacto, que los cartones del juego son de un grosor más que correcto. Parece una tontería, pero da una sensación muy buena mientras lo destroquelas, que es algo que lamentablemente, no resulta tan frecuente como debería.

Las ilustraciones de tablero y fichas son muy esquemáticas. Las fichas que representan a personas y animales, así como las de ambulancia y camión de bomberos, recuerdan bastante a las de los típicos manuales de auto escuela.

En cambio, las ilustraciones de las tarjetas de especialista están muy curradas. Representan a 8 bomberos diferentes, cada uno con sus habilidades, que los hace únicos. El estilo en que están dibujados es muy trabajado y da a entender que nos enfrentaremos a una épica tarea. Son serias y emocionantes.

Las miniaturas de bomberitos, que usa cada jugador para moverse por el tablero, son una pasada. Son tirando a simpáticas y muy chulas. Llama la atención el bombero blanco, que no es un color muy común para una miniatura.


Ilustraciones de las tarjetas de especialista

¿De qué va?

Nos encontramos ante un juego cooperativo, que se juega en un tablero cuadriculado, en el que de 2 a 6 jugadores tendrán como objetivo rescatar a las personas y animales atrapados en un edificio en llamas, antes de que se derrumbe.

El sistema de juego es muy sencillo de aprender y lo que más me gusta es que resulta súper dinámico. En cada turno, un jugador cuenta con una serie de puntos de acción, con los que podrá mover, apagar una ficha de llama, apagar una ficha de humo, romper una pared con su hacha etc, pudiendo reservar algún punto para futuros turnos. La principal misión será llegar a los puntos de interés (marcados con una interrogación), con la esperanza de que se trate de una persona o animal (también hay que salvar a los bichitos) que rescatar y no de una falsa alarma. Para abrirnos camino, tendremos que ir apagando el fuego a nuestro paso y acompañar a los rescatados a la ambulancia, que espera en el exterior.


¡Cuerpo de bomberos multicolor preparado!

Si somos capaces de poner a salvo de esta forma 7 de las personas, habremos ganado la partida, aunque podremos seguir jugando para conseguir mejorar la puntuación. Lo malo, es que no sabremos desde el principio en qué partes de la casa están esperándonos, sino que se irán descubriendo un número máximo de 3 fichas de puntos de interés sobre el tablero. Además, no es raro el caso en que lleguemos al punto de interés, solo para descubrir que se trata de una falsa alarma.

El problema, es que el fuego no va a estarse quieto mientras vamos haciendo nuestra tarea. Cada turno, los jugadores deben hacer una tirada para localizar la casilla en la que se propaga el incendio.
Esto me lleva a comentar una de las cosas más curiosas de este juego. Para determinar en qué casillas de la casa se propaga el fuego o se localiza un nuevo punto de interés, habrá que tirar un dado de 6 y un dado de 8, cuyos números localizaremos en el tablero con un sistema de coordenadas. Si la tirada es por ejemplo 4/7 habrá que localizar la casilla del tablero situada en la fila 4, columna 7. Resulta muy fácil, porque además, viene marcado visiblemente en el tablero.

Además de tener que hacer frente a un creciente número de llamas en cada turno, tendremos un peligro, que representará el principal factor agobio del juego y que nos hará darnos prisa y es la integridad del edificio.


Me han dicho que el bombero asiático es el primo del de Walking Dead

Las explosiones irán perjudicando las paredes, en las que iremos acumulando desperfectos, representados con cubos de daño. Una vez que lleguemos a 24 cubos de daño en el edificio, adiós. La estructura cede, sepultando a todo el que esté dentro, con lo que si no hemos llegado a salvar a las 7 personas en ese momento, hemos perdido. No resulta nada difícil llevar la cuenta de los daños acumulados, porque en el juego vienen justo 24 marcadores de daño. Si ves que se van acabando, aligera.

Para atajar y evitar zonas anegadas de fuego, tenemos la posibilidad de abrir huecos en las paredes con las hachas, pero esto añadirá daños estructurales extra, así que habrá que pensárselo muy mucho. Será cuestión de valorarlo según lo que le quede al edificio para petar. Habrá que tener también cuidado con esto, porque las paredes retienen la propagación del fuego, así que abrirlas, facilita que se extienda.

Además de la propagación del fuego y los daños estructurales, nos encontraremos diversos problemas añadidos como explosiones, material inflamable, focos de calor, etc, que dificultarán bastante nuestra tarea.

Afortunadamente, contamos con nuestro camión de bomberos, que podemos ir moviendo por la parte de fuera del edificio y pegando chorrazos a las zonas más llenas de llamas y una ambulancia, que podremos también ir moviendo para acercarla a las puertas y rescatar a los heridos. Una cosa que me encanta es usar estos vehículos para llegar rápidamente de unas partes del tablero a otras.


Al gatito pirómano no le basta con subirse a un árbol
para llamar la atención de los bomberos

Algo que está bastante de moda en estos últimos tiempos es la posibilidad de regular la dificultad de nuestros juegos y en este caso, hay bastantes variables para hacerlo.

Por un lado, tenemos el tablero de doble cara, que representa 2 edificios con estructuras y dificultades diferentes. Sobre todo, supondrá una diferencia el número de puertas de acceso al edificio y el tamaño de las habitaciones, que permite mayor propagación del fuego.

Hay reglas como los focos de calor, que multiplican las tiradas de propagación, los materiales inflamables, que provocan explosiones, los vehículos o el uso de tarjetas de especialista, que se podrán añadir o quitar para regular la cantidad de reglas en juego a nuestro gusto o adaptarlo a la edad de los participantes.

Personalmente, me gusta usar todas las reglas, porque aun así, el juego no es complicado y aunque suba la dificultad, habrá más factores a tener en cuenta, lo que aportan también profundidad. Lo que más, sin duda son las tarjetas de especialista, que dan a los bomberos habilidades como ir más deprisa, descubrir puntos de interés a distancia o contar con puntos de acción adicionales.

Además de la dificultad de las reglas en sí, también podremos regular la dificultad de la partida, pudiendo elegir entre los niveles básico, novato, veterano y heroico y que afectan sobre todo a la cantidad de explosiones iniciales y presencia de materias peligrosas.

Todos estos aspectos, resultan en un juego absolutamente versátil y elevan la rejugabilidad al infinito.


Ambulancia esperando en la puerta para atender a la herida
y camión de bomberos dispuesto para regar la habitación

Conclusión:

Juegazo. Para mí, el punto fuerte de este juego es lo dinámico que resulta. Los turnos se suceden y no te distraes ni un momento de tu objetivo. Las partidas son muy emocionantes y al no ser muy largas, siempre querrás echar otra.

Como juego para 2 jugadores, funciona perfectamente. Al meter más bomberos, también entran en juego más habilidades especiales, pero en el caso de jugar a dobles, se ofrece también la posibilidad de llevar más de un bombero por jugador, así que este aspecto queda perfectamente compensado.

Es muy original en cuanto a temática y planteamiento. Su PVP de unos 35 euros compensan sobradamente la calidad y diversión que ofrece y lo considero un juego altamente recomendable en cualquier ludoteca.

Curiosidades y briconsejos:


- Resulta muy aconsejable ir añadiendo conceptos a nuestras partidas, aprendiendo la dinámica del juego con alguna partida básica y poco a poco introducir conceptos de las reglas avanzadas y aumentando la dificultad.

- La inclusión de las tarjetas de especialista, aumentan la necesidad de trabajar en equipo, haciendo que los jugadores se repartan el trabajo según las habilidades de sus bomberos.

Medidores


Más reseñas en www.cubiljuegos.blogspot.com


MagoPunk- Cubil Juegos

Magic: El Encuentro


Hace muchos años, en un tosco tenderete de playa abigarrado de recuerdos, pulseras y adornos hechos de conchas, yo y mis dos hermanos descubrimos asombrados una caja de inicio de Magic en inglés que traía dos mazos y una bolsa negra llena de perlitas azules claras y oscuras, así como un solitario mazo de cuarta edición en castellano. Hasta aquel momento sólo habíamos leído y oído hablar de boca de otros sobre ese renombrado juego y lo caras y míticas que eran algunas de sus cartas.

El vendedor nos dijo con cara de no saber muy bien lo que nos estaba vendiendo que era todo cuanto le quedaba después de que los locos turistas americanos lo asaltaran ese mismo día y se lo llevaran casi todo. Sin dudarlo tomamos nuestro por entonces escaso dinero y nos llevamos aquel preciado botín fascinados por poder al fin tocar con nuestras manos ese juego del que todos hablaban. Aquella fresca noche bajo el sonido de las hojas de los árboles empecé a comprender sus leyes a través del librillo de su reglamento y con la lectura de los ejemplos de juego comencé a palpar la emoción de sus partidas así como a comprender la razón de su enorme éxito.

Teniendo en cuenta que nuestro precedente fue Spellfire, del que no guardo buenos recuerdos, la impresión que me dejó fue muy honda. Adoraba el diseño sobrio de sus cartas como venido de tiempos antiguos, sus agrietados marcos coloreados según el color al que pertenecían, así como el icónico dorso que incluso hoy se mantiene sin cambios. Leía y releía con avidez todas las leyendas en cursiva del contenido de sus texto como si se tratara de fragmentos bíblicos de una importancia trascendental. Sus ilustraciones eran muy variadas en estilos gracias a la creciente plantilla de sus afamados ilustradores, aunque algunas de ellas eran sencillas e hieráticas me fascinaban descubriéndome un universo inabarcable en historias, hechizos y criaturas que crecía con cada nueva expansión en todas direcciones.

El concepto de los cinco colores, la afinidad de sus características en un sentido u otro me parecía una idea genial, así como la dependencia del maná que hacía progresar las partidas in crescendo hasta una eclosión final de poderes desatados para arañar vidas y doblegar al rival haciéndole perder ese último punto de vida. Que se pudieran componer mazos a gusto e interés de cada uno combinando el carácter de los colores escogidos es un de los puntos que más me gustó, nunca se batían dos mazos iguales. Sus posibilidades parecían infinitas.

Así empezó mi relación con el Magic fuertemente condicionada por mi escaso poder adquisitivo, lo que no me impidió disfrutar del juego en uno de sus aspectos claves y que con el tiempo se revelaría como mi favorito: la creación de mazos. El juego no dejaba de ampliarse con cada nueva expansión, con cada nuevo fragmento de historia. Es cierto que me abastecía fundamentalmente de cartas comunes o que no quería nadie, pero las ilustraciones y las leyendas impresas en él llenaban de colorido mi imaginación invitándome a componer mazos temáticos, escogiendo con cuidado las ilustraciones de planicies e islas que me habría gustado hollar y poblándolas de esos pegasos y caballeros blancos, criaturas que no eran míticas pero que para mí eran especiales por brillar entre las pocas cartas de las que disponía para jugar.

Por supuesto perdía una y otra vez, pero ahí es donde residía la gracia del juego, tras cada nueva derrota mi mente bullía de nuevas ideas, el que hacer del siempre fracasado alquimista, del paciente relojero que toma las piezas que están a su alcance y ajusta y reajusta la pequeña maquinaria, la prueba, acerca el oído con afán de hacerla más precisa y frunce el ceño si el resultado no es el que esperaba. Aclara sus ideas tras cada fracaso y nuevas caminos se revelan en las cartas que manejas, surgen ideas que vuelven bicéfalos tus mazos hasta que se escinden en conceptos y estrategias de juegos diferentes dando lugar a más y más mazos.

Cuando vi que el juego seguía creciendo y creciendo lejos de las posibilidades que el cardiograma plano que dibujaban el gráfico de mis ingresos semanales podía satisfacer, lo dejé y lo olvidé como en su momento dejé de comprar miniaturas de Games Workshop.

Pero hace un año exactamente me volví a acercar curioso, sobre todo por el creciente número de hilos en La BSK sobre el mismo. El juego había crecido en todos sus aspectos, su fondo de leyenda, su gigantesca biblioteca de cartas, y se había enriquecido con términos de juego que me resultaban completamente desconocidos ¿Y qué eran esos seres llamados caminantes de planos?

Justo por entonces se anunciaba el inminente inicio del bloque de Theros lo que fue la chispa que me decidió mi reencuentro con el Magic - pues adoro el tema de la antigüedad - , esta vez sin la pesada losa de los límites económicos de la adolescencia pero con la consciencia despierta de no querer desmadrarme comprando.

Ya ha pasado un año desde entonces y he cumplido en parte lo que me había propuesto de empezar y terminar comprando cartas justo lo que durase la publicación de dicho bloque - reconozco que sí que me he desmadrado comprando - La pregunta es ¿A valido la pena? La vuelta a Magic es muy dura, la vastedad de cartas que ha aparecido en los últimos quince años es desoladora ¿Por dónde empezar a mirar? Sin ayuda es muy difícil tratar de componer un mazo con algo de sentido.

Al principio es como intentar escribir un breve relato juntando letras y no palabras. Así que me dediqué al principio a ver ejemplos de mazos, maravillarme con las nuevas habilidades y efectos de juego mientras las nuevas ilustraciones de las cartas me atrapaban más y más.

Además, y esto es lo más importante de mi vuelta a Magic, volverlo a jugar me ha permitido reencontrarme con un viejo amigo al que no veía desde hacía más de quince años, y cosas de la vida, él también acababa de volverse a reenganchar cuando contactamos. Es el mejor regalo de haber vuelto a dejarse llevar por las aguas de este riquísimo juego.

La gracia de Magic es que te sientes jugando a él dentro y fuera de la mesa, en cualquier parte donde te encuentres las ideas bullen en tu cabeza, visualizas y revisas cada carta que compone tus mazos mesurando la cantidad de sus copias, la consistencia de sus sinergías, la claridad de su estrategia, su capacidad de respuesta, constatando sus puntos débiles. Y cuando se descubren nuevas cartas el espacio limitado de sus mazos te agobia y te empuja a ser más claro en tus ideas, eliminar con dolor esas cartas que tomabas por precisas, quitar lo superfluo. Cada cambio es una difícil decisión que debe ser repensada y comprobada ..., y todo ello sin aún haberte sentado delante de tu adversario y empezado a jugar.

Cuando por fin lo haces, todo lo que habías pensado estaba mal encauzado y tu mazo se estrella contra una roca haciéndose mil pedazos. Vuelves de la partida consternado pero feliz, has perdido pero has visto una nueva vereda, has disfrutado con el maravilloso juego de un experto y eso te llena de fuerza y nuevas ideas.

Ajustas y reajustas y lo sigues intentando, viendo lo que el otro hace, aprendiendo de tus errores, y de repente un día empiezas a advertir que algo late en tu mazo, las cartas que se abocan en tu mano te dictan los pasos hacia jugadas cada vez más certeras, tus cartas responden bien al envite de tu adversario y sientes el placer de que todo empieza a funcionar, de que el maná fluye cuando lo necesitas, que las criaturas se dejan invocar cuando las requieres, el ritmo del contrario ya no te aplasta como al principio y ahora eres tú el que dibuja en la mesa las constelaciones de cartas idóneas para para que el juego brille a tu favor.

Ya no empiezas las partidas nervioso por ser tú el que tome la iniciativa, como por arte de magia las cartas que pides ya se encuentran en tu mano desde el principio, tu mazo ha crecido y madurado, su propósito se muestra claro en cada carta que robas. Encajas los golpes del otro sin miedo a perder vidas y con la confianza de tus posibilidades de reacción. Y esto sólo constituye la parte abstracta del juego.

No olvidemos que el armazón que constituyen las claves de las cartas, sus habilidades y los atributos de las criaturas se corresponden con el título de las cartas, su leyenda y sus espectaculares ilustraciones. Invocas héroes, gigantes, dragones, demonios; traes al juego bosques, pantanos, montañas, islas...

Cuando miras atrás descubres que no has jugado una sino miles de horas al mismo juego, sentado en el autobús, paseando de camino al trabajo, mientras te cepillabas los dientes o comías. Cientos de horas sin ser consciente de ello ¿Con cuantos juegos de los que poseo he hecho lo mismo?¿Me ha salido caro entonces? ¿Acaso ha terminado la diversión? ¿Cuantos mazos puedo decir que ya nunca modificaré y que se quedarán como están?

Aunque el fondo de cartas que poseo no hace sombra ni de lejos a la de muchos otros, para mí ya constituye un abecedario lleno de posibilidades, y mis compras ya han menguado de manera drástica en los últimos meses, pero la diversión continuará, en la mesa de juego y sobre todo, fuera de ella.

Magic es un juego de gran personalidad, cada una de sus cartas es especial por algo, en todas ellas hay una posibilidad, una nuevo camino, o al vez la llave para concluir y darle la redondez que necesitabas para ese mazo tan necesitado. Es un juego que te acompaña todas las horas del día. Para mí Magic es un juego roto, vas a la tienda y vuelves a casa con algo que no funciona de ninguna de las maneras, cuando usas un mazo ves que hace aguas por todas partes, ajeno a tu estilo de juego, ortopédico; y el verdadero juego consiste en arreglarlo.

Cuando compras un sobre de cartas lo que estás comprando en realidad es un manojo de piezas sueltas al azar con la esperanza de que alguna de ellas encaje en una de tus ideas en esos mazos latentes que tienes en tu cabeza o en un cajón esperando que les des el visto bueno para batirlos en la arena, o que tal vez te marque un nuevo camino.

También está la opción de comprar cartas sueltas, y ahí es donde te sientes como una rata de biblioteca, ojeando tesoros de otras colecciones, cotejando en tu memoria qué posibilidades puede ofrecerte cada nuevo hallazgo. Ese papel de jugador-mago-arqueólogo es una de las experiencias más buenas que he tenido entorno a juego de mesa.

Gracias por leerlo.
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