Me he registrado para responder por aquí y para facilitar la coordinación de Kanino.
El domingo, en la CABA, nos sentimos como en casa. Como dice Salas, solo faltó la chimenea. ¡Gracias, Kanino! Y en compañía de Miguel y Marcos, y de Salas y Adrián, pasamos la tarde como en familia. Mi Claudia y mi Héctor se sintieron muy cómodos desde el principio. Y yo también. Lo pasamos estupendamente. Es muy divertido ver jugar a los peques al Time's Up! ¡Son geniales! Nosotros alguna vez repetiremos, aunque no será a menudo; lo tenemos difícil. Estaré atento a este foro.
Os agradezco que probarais mi
Candy Keeper. ¡Y gracias, Salas, por las ideas! Las pruebas fueron muy provechosas para mí. Comparto mis conclusiones como agradecimiento a vuestro interés:
- Temas de los tableros. Os llevasteis un tablero doble, de chico por un lado y chica por otro. Me encantó la sugerencia de representar un escenario unisex, como la habitación infantil. Eso simplifica, unifica la visión de los jugadores y reduce costes. La historia también encaja. El papá manda ordenar las habitaciones y los niños aprovechan para esconder caramelos en la almohada, en el cajón, en el osito... Me gusta. :-)
- Temas para adultos. Gracias por las sugerencias. Es verdad que hay muchos que podrían encajar, como esconder alijos de droga en el equipaje en los controles de aduana, pero creo que el juego es demasiado sencillo para que guste a adultos. Si nos vemos otro día, os cuento de dónde viene la idea original del juego. Es inconfesable (aunque no tiene nada que ver con el tema de los alijos).
- Leer la mente del otro. Aparte del gusto de esconder y engañar, la gracia del juego es anticiparte a la elección del jugador que busca los caramelos. Si eres capaz de adivinar su patrón de búsqueda, podrás esconder los caramelos con mayor éxito. Si crees que te mirarán los zapatos, te armas de caramelos en la mochila, la gorra y la mano. :-) Por si no lo sabéis, os cuento un mecanismo del cerebro. Si juegas una baza de una determinada manera y ganas, el cerebro te premia y decide repetir la misma forma de juego. Es decir, si escondes caramelos en la mochila y no te pillan; seguirás escondiéndolos en la mochila. Si por el contrario, pierdes la baza, tu cerebro cambiará de estrategia el próximo turno. Si te descubrieron caramelos en la gorra, la próxima vez los esconderás en otro sitio. Esto también es muy útil en el
¡Cobardes! que probamos muy por encima. Creo que jugado con más calma, le cogeríais el gusto. Podéis preguntarle a Kanino.
- Número de chequeos. El domingo jugamos con hasta 2 chequeos por turno. Primero te registro la gorra; si te encuentro un caramelo, entonces te registro los zapatos intentando encontrar un segundo. He llegado a la conclusión de que es mejor hacer 1 solo registro por varios motivos:
- Los probabilidades son perfectas: si escondes 1 caramelo, puedes esperar comerte 3/4 (tres cuartos); si escondes 2, te comerías 4/4 = 1 caramelo; si escondes 3, entonces, 3/4. Ideal. Si quieres jugar a favor de los números, tendrás que ir escondiendo 2 caramelos cada turno. Cuando tengas ventaja, puedes jugar conservador escondiendo solo 1, que ganarás el 75% de las veces. Si estás en una situación desesperada, puedes arriesgar escondiendo 3.
- Se simplifica el turno. He comprobado que los niños no son capaces de esperar que acaben los demás. Si han conseguido birlarte caramelos, lo van a declarar y a apuntárselo en seguida.
- Si los turnos son más cortos, es más fácil seguir el patrón de búsqueda de caramelos, que es el único aliciente numérico del juego.
- Componentes. Además de las fichas de dos caras que os llevasteis, tenía preparada otra alternativa con tapones grandes de botellas de leche y caramelos de verdad. Es más vistoso, pero menos práctico. Se hace más evidente dónde escondes los caramelos. Creo que lo he descartado definitivamente. Sobre esto, tengo que trabajar más.
- Por último, me encantó ver disfrutar a Adrián con 9 años. Fue una sorpresa positiva. Marcos, de 6, también se lo pasó pipa. Es una enorme satisfacción, la verdad.