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De jugón a jugón / Re:Ace of Spades y Devir obliteradas en BGG por racismo
« en: 12 de Agosto de 2025, 12:13:44 »
He de decir que me he enterado tarde del tema. Considero que tanto Devir como el autor han obrado correctamente: reconociendo un error inadvertido y poniendo en marcha su maquinaria de distribución para revisar y sustituir el material conflictivo. Y eso habla muy bien de ellos. Para mí el problema no han sido ni la editorial ni el autor del juego. El problema son ciertas actitudes de ciertos jugadores. Y, en este caso concreto, en España.
He leído mucho esta semana, tanto en España como fuera de ella, y me resulta curioso, no sorprendente, la disparidad de unos y otros mensajes. Y aunque haya leído por aquí varios que quieren abordar y profundizar en el tema que hay detrás, la mayoría se quedan en la superficie y en el discurso de "ataque", "a mí nadie me dice a qué puedo jugar y a qué no", "yo quiero la realidad sin filtros" (¿qué realidad? ¿cuál de ellas?).
Pero el tema de fondo no es ese. El tema de fondo es la REPRESENTACIÓN.
Considero los juegos de mesa un tipo de arte; menor si se quiere, pero son un producto cultural de una determinada parte del mundo, de una determinada sociedad y un contexto. Como artista profesional os puedo decir que el arte, en todas sus facetas es REPRESENTACIÓN, es decir, etimológicamente, el arte JAMÁS, PERO JAMÁS, ha presentado la realidad. La re-presenta, es decir, vuelve a presentar lo que el autor/autora ve DE UNA DETERMINADA FORMA Y CON UNA DETERMINADA MIRADA. (Además, ¿qué es la realidad? No es algo único, es múltiple). Y esa mirada viene delimitada por su herencia cultural, geográfica y de aprendizaje y experiencia.
Confundir lo que el artista expresa con la realidad, creía que estaba superado. Hay miles de ejemplos en toda la Historia del Arte. Desde el pintor o el escultor que se ganaba el pan y embellecía los originales, pasando por artistas cabreados con sus mecenas que les retrataban más crudamente y entonces corrían peligro de morirse de hambre porque el mecenas encontraba el retrato demasiado real. Incluso increíbles fotografías que se comparten hoy en redes de paisajes recogen un momento singular, con determinada luz, determinada exposición y determinadas condiciones. Id a ver dónde se ha hecho esa foto y la realidad os decepcionará, seguramente.
El hecho básico de la representación, que es la base de cualquier arte, es clave, aunque parece que todo el mundo lo olvida. ¿Y por qué es tan importante la representación, los modelos que se presentan, las actitudes, las IMÁGENES, en este caso? Porque las representaciones forman modelos culturales que dan lugar a los estereotipos y los prejuicios, que se forman después de que una determinada visión de la realidad (que, repito, no es una, sino múltiple) se haya expandido como la pólvora.
Pero falta un componente importante para comprender este alboroto, el de los jugadores en España, me refiero. Un componente sin el que no se entiende esta reacción tan incendiaria, ligado a la herencia cultural. Para bien o para mal, la esclavitud no afecta al español medio de hoy. Craso error, claro. Algunos de nuestros abuelos trabajaron como esclavos para una dictadura construyendo o reparando carreteras, ferrocarriles y cierto monumento en la sierra de Madrid. Pero en general y en 2025 la esclavitud no está anclada a nuestra herencia cultural; por eso la vemos como un tema neutro, lejano... y lo más importante: nos falta una conexión EMOCIONAL con el hecho de ser un esclavo y con ella. Y eso en castellano se expresa de una forma muy gráfica con una expresión: NOS LA SUDA.
Si juntamos el hecho de haber recurrido a representaciones que confirman un estereotipo que ya sabemos que es falso en 2025 (¿En serio, Toro Sentado de villano?), con la falta de conexión emocional hacia los hechos de las cartas citadas, se entiende perfectamente la reacción española. Y la estadounidense ACTUAL. Y, para mí, no hay más.
Vayamos a los «argumentos» que se han disparado por aquí y por otros foros como pólvora de rey:
1) «Es que es ficción. Es que son zoombies. Es que la esclavitud existió.» Bueno, pues como en una ficción puedes recoger una realidad mil veces retratada, es ficción y son zoombies, me preguntó por qué el autor y la editorial no han incluido una carta con un soldado español zoombie del siglo XVII, con aquel casco tan característico, con una espada en alto y, en ella, un niño ensartado por el pecho. Y detrás la cruz de Borgoña, bien grande (la rojigualda no existía todavía). ¡Ay, amigos! Pero entonces, los mismos que berrean todos los días lo de "cancelación" o "wokismo", se pondrían rojos de la ira y dirían: ¿qué necesidad había de representar a España con una carta así? Efectivamente, porque lo de menos es la carta; lo de más es la imagen del estereotipo que mantiene y que es representación de algo que, de una forma u otra, reconocemos como hecho cultural.
Y es lo que pasa con la carta de una persona negra BABEANDO. Que no es detalle menor. "Los zoombies babean". Casualidad, el único zoombie que babea es un negro esclavo. Que podían haber puesto al esclavista babeando. Pues no. A un negro, encadenado.
Y vuelvo a repetir, puedo comprender que haya sido un descuido y no se hayan fijado en esa representación. Pero lo que en España pasa desapercibido porque NO TENEMOS LA CONEXIÓN EMOCIONAL con la esclavitud, es EE.UU. es diferente.
O sois muy jóvenes, o no recordáis el escándalo que se armó en España cuando la serie de aventuras nº 1 de la televisión, McGyver, sacó una escena al principio de un capítulo con "un grupo guerrillero en los Pirineos que luchaba contra Francia y contra España". La escena daba risa, puesto que los «guerrilleros» hablaban en castellano y parecían más una guerrilla latinoamericana de los 70 que otra cosa (con jeeps y trajes de comando militar). Y, además, seguían siendo «los malos», con lo cual no había «peligro moral» en juego. Pero a los españoles les dio igual. Ardió Troya, como se suele decir. SIMPLEMENTE POR REPRESENTAR, aunque de forma totalmente equivocada, el terrorismo de ETA. Ah, claro, ahí España dijo que la representación SÍ IMPORTABA. Ni ficción ni leches. ¿La diferencia? La conexión cultural, la experiencia directa de miles de ciudadanos con el terrorismo y LA CONEXIÓN EMOCIONAL, por supuestísimo.
Todo eso es el eslabón que está ausente en las citadas cartas con un juego ambientado en el Lejano Oeste.
2) «Es que la película, es que el personaje, es que estás dulcificando, falseando y cambiando la ambientación de la ficción». A ver, José Manuel, que el mundo avanza, y lo que era aceptable en el siglo XIX, el trabajo infantil, sin ir más lejos, hoy ya no. Bueno, excepto para tener nuestros móviles a base de coltán, que eso nos parece chupiguay y seguimos comprándolos a pesar de saber perfectamente de dónde vienen sus materiales y de que niños mueren cada día por hacerlo posible.
La sociedad evoluciona (incluso a veces, a mejor). Después de 40 años de evolución de las novelas gráficas y del cine, no puedes decir en serio que los valores y representaciones de los 80/90 (basados en los de los 40/50/60) pervivan como mandamientos escritos en tablas de piedra. Que tu conexión emocional con los 80/90 y tu adolescencia te haga pensar de esa forma es comprensible, pero, chico, han pasado 35 años. No sé, dale una vuelta.
3) Tiene mucha gracia, de verdad de la buena y más en este caso, que los indignados clamen contra lo "woke" y el "wokismo". En su origen, fue un término positivo que se aplicó a la gente negra en EE.UU. que TOMÓ CONCIENCIA de lo que había supuesto la esclavitud y de que esa esclavitud seguía presente en la sociedad moderna a través del racismo. Y cómo eran tratados a diario por la policía (sí, con racismo y parcialidad). Un término de los 60 que se reactivó en los 90. «Woke», «desperté», despertaste a la realidad racista de un país que se dice blablabla pero en el que el racismo está presente cada día, a cada minuto, y donde son disparados solo por su color de piel en un control. Y VAS Y PUBLICAS UNA CARTA CON UN ESCLAVO NEGRO BABEANDO. Es que no sé si necesitáis un dibujo para comprender la imagen global.
Y lo más gracioso de todo es leer a gente blanca diciendo y escribiendo que no quieren "woke", es decir, que no quieren despertar a una realidad racista y de discursos de odio contra las minorías (hola, J.K. Rowling). Y es entonces cuando a mí me entra la vergüenza ajena.
Si un negro, un hindú, un árabe o un nativo-americano dice que le ofende una carta, pues no sé, a lo mejor como persona de raza blanca me callo, escucho, intento empatizar y comprender e intento no expandir un estereotipo que a ellos les molesta. Y creo que en Devir han sido conscientes al instante de todo eso.
Tú has decidido que tu juego sea internacional, que tenga audiencia global y que lo compren personas con contextos y herencias culturales muy diferentes a las que has vivido o tienes tú. Y entiendo tu error. Todo esto que he escrito se te ha pasado por alto porque para ti no está en tu ADN cultural. Vale, lo entiendo. Y por eso creo al autor y a Devir cuando dicen que no lo advirtieron. Y lo comprendo. Y subsanan el error. Y ya está. No pasa nada.
Pero, claro, la solución no es decir «yo tengo una visión del mundo y no vengas tú a decirme nada, porque para mí es una tontería y yo quiero jugar con las dichosas cartas. Es más, no voy a parar hasta conseguir la versión original sin 'censurar' PORQUE YO SOY LIBRE» (aquí queda muy bien una carcajada sonora de villano como efecto de sonido).
Pues mira, estás un poco desactualizado y hay noticias frescas: tu visión unipolar del mundo (occidental, blanca, heterosexual) no es que haya pasado de moda, es que era una visión unipolar construida sobre la constante representación y repetición de ideas y modelos sobre el mundo que estaban basadas en las experiencias de una mínima parte de la población. En el mundo hay unos 900 millones de personas atribuibles a ser de raza blanca. La mitad son mujeres. Así pues, tú estás diciendo que las 7.000 millones de personas que hay en el mundo son objetivos idóneos y deben tragar con las representaciones culturales de 450 millones de señores que han definido y controlado la visión cultural global de la civilización humana.
Al final, lo más entretenido de todo, desde el punto de vista sociológico, es que la «generación de cristal» son, en realidad, esos 350 millones de hombres blancos (de 50 a 100 millones al menos son de otras orientaciones sexuales, así que no entran del todo en el cómputo) que ven que se les escapa entre los dedos de su mano, como un montón de arena, el control que han tenido hasta ahora de imponer su limitada visión del mundo a los demás. Una visión en la que se sentían cómodos y a la que obligaban al resto a que la aceptaran con una sonrisa.
Por supuesto, no existe cancelación. De hecho este discurso tradicional se ha leído en miles de mensajes en España en esta semana. Ya me diréis que cancelación de las narices es esa. Como estrategia de supervivencia, eso de acusar de «generación de cristal» al de enfrente como proyección personal me parece estupenda. Mirando la Historia, es un hecho cíclico. Pero da un poco de pena advertir que no, que el problema no son tres cartas, seis o dicisiete.
El problema es la representación. Y ha cambiado. La realidad es que mis sobrinas de 9 y 12 años preguntan en cuanto saco un juego de mesa de personajes asimétricos dónde están las chicas. La realidad es que hacer un juego sobre el jabón de las duchas es tan ofensivo como hacer un juego de bazas en el que la condición para perder sea quedarse con la carta del novio blanco heterosexual de la protagonista, siendo las demás cartas las relaciones abiertas de la chica (Spoiler: adivinad qué juego NO SE HA EDITADO NUNCA).
La representación importa. ¡VAYA QUE SI IMPORTA! Porque verte representado de forma positiva es equivalente a que los demás te vean y sean consciente de que existes, además de como personaje, como arquetipo humano con otra cultura u otros valores diferentes a los tuyos. Y cuando todos seamos representados de todas las formas posibles, es posible que quizás entonces, habremos llegado a la igualdad y entonces la representación deje de importar.
Pero ese momento, al menos hasta ahora, no ha llegado.
Y oye, si queréis juegos sin filtros, a ver qué editorial española es la primera en atreverse a publicar un juego de combate entre «guerrilleros de los Pirineos que luchan contra Francia y contra España para vencer a las oscuras fuerzas del orden», como decían en McGyver. Pero sin escándalos, por favor, que será un juego de ficción y basado en la realidad.
Spoiler: no pasará nunca. Porque la representación, esa que negáis a un esclavo negro babeando, SÍ IMPORTA. ¡VAYA QUE SI IMPORTA!
Saludos
He leído mucho esta semana, tanto en España como fuera de ella, y me resulta curioso, no sorprendente, la disparidad de unos y otros mensajes. Y aunque haya leído por aquí varios que quieren abordar y profundizar en el tema que hay detrás, la mayoría se quedan en la superficie y en el discurso de "ataque", "a mí nadie me dice a qué puedo jugar y a qué no", "yo quiero la realidad sin filtros" (¿qué realidad? ¿cuál de ellas?).
Pero el tema de fondo no es ese. El tema de fondo es la REPRESENTACIÓN.
Considero los juegos de mesa un tipo de arte; menor si se quiere, pero son un producto cultural de una determinada parte del mundo, de una determinada sociedad y un contexto. Como artista profesional os puedo decir que el arte, en todas sus facetas es REPRESENTACIÓN, es decir, etimológicamente, el arte JAMÁS, PERO JAMÁS, ha presentado la realidad. La re-presenta, es decir, vuelve a presentar lo que el autor/autora ve DE UNA DETERMINADA FORMA Y CON UNA DETERMINADA MIRADA. (Además, ¿qué es la realidad? No es algo único, es múltiple). Y esa mirada viene delimitada por su herencia cultural, geográfica y de aprendizaje y experiencia.
Confundir lo que el artista expresa con la realidad, creía que estaba superado. Hay miles de ejemplos en toda la Historia del Arte. Desde el pintor o el escultor que se ganaba el pan y embellecía los originales, pasando por artistas cabreados con sus mecenas que les retrataban más crudamente y entonces corrían peligro de morirse de hambre porque el mecenas encontraba el retrato demasiado real. Incluso increíbles fotografías que se comparten hoy en redes de paisajes recogen un momento singular, con determinada luz, determinada exposición y determinadas condiciones. Id a ver dónde se ha hecho esa foto y la realidad os decepcionará, seguramente.
El hecho básico de la representación, que es la base de cualquier arte, es clave, aunque parece que todo el mundo lo olvida. ¿Y por qué es tan importante la representación, los modelos que se presentan, las actitudes, las IMÁGENES, en este caso? Porque las representaciones forman modelos culturales que dan lugar a los estereotipos y los prejuicios, que se forman después de que una determinada visión de la realidad (que, repito, no es una, sino múltiple) se haya expandido como la pólvora.
Pero falta un componente importante para comprender este alboroto, el de los jugadores en España, me refiero. Un componente sin el que no se entiende esta reacción tan incendiaria, ligado a la herencia cultural. Para bien o para mal, la esclavitud no afecta al español medio de hoy. Craso error, claro. Algunos de nuestros abuelos trabajaron como esclavos para una dictadura construyendo o reparando carreteras, ferrocarriles y cierto monumento en la sierra de Madrid. Pero en general y en 2025 la esclavitud no está anclada a nuestra herencia cultural; por eso la vemos como un tema neutro, lejano... y lo más importante: nos falta una conexión EMOCIONAL con el hecho de ser un esclavo y con ella. Y eso en castellano se expresa de una forma muy gráfica con una expresión: NOS LA SUDA.
Si juntamos el hecho de haber recurrido a representaciones que confirman un estereotipo que ya sabemos que es falso en 2025 (¿En serio, Toro Sentado de villano?), con la falta de conexión emocional hacia los hechos de las cartas citadas, se entiende perfectamente la reacción española. Y la estadounidense ACTUAL. Y, para mí, no hay más.
Vayamos a los «argumentos» que se han disparado por aquí y por otros foros como pólvora de rey:
1) «Es que es ficción. Es que son zoombies. Es que la esclavitud existió.» Bueno, pues como en una ficción puedes recoger una realidad mil veces retratada, es ficción y son zoombies, me preguntó por qué el autor y la editorial no han incluido una carta con un soldado español zoombie del siglo XVII, con aquel casco tan característico, con una espada en alto y, en ella, un niño ensartado por el pecho. Y detrás la cruz de Borgoña, bien grande (la rojigualda no existía todavía). ¡Ay, amigos! Pero entonces, los mismos que berrean todos los días lo de "cancelación" o "wokismo", se pondrían rojos de la ira y dirían: ¿qué necesidad había de representar a España con una carta así? Efectivamente, porque lo de menos es la carta; lo de más es la imagen del estereotipo que mantiene y que es representación de algo que, de una forma u otra, reconocemos como hecho cultural.
Y es lo que pasa con la carta de una persona negra BABEANDO. Que no es detalle menor. "Los zoombies babean". Casualidad, el único zoombie que babea es un negro esclavo. Que podían haber puesto al esclavista babeando. Pues no. A un negro, encadenado.
Y vuelvo a repetir, puedo comprender que haya sido un descuido y no se hayan fijado en esa representación. Pero lo que en España pasa desapercibido porque NO TENEMOS LA CONEXIÓN EMOCIONAL con la esclavitud, es EE.UU. es diferente.
O sois muy jóvenes, o no recordáis el escándalo que se armó en España cuando la serie de aventuras nº 1 de la televisión, McGyver, sacó una escena al principio de un capítulo con "un grupo guerrillero en los Pirineos que luchaba contra Francia y contra España". La escena daba risa, puesto que los «guerrilleros» hablaban en castellano y parecían más una guerrilla latinoamericana de los 70 que otra cosa (con jeeps y trajes de comando militar). Y, además, seguían siendo «los malos», con lo cual no había «peligro moral» en juego. Pero a los españoles les dio igual. Ardió Troya, como se suele decir. SIMPLEMENTE POR REPRESENTAR, aunque de forma totalmente equivocada, el terrorismo de ETA. Ah, claro, ahí España dijo que la representación SÍ IMPORTABA. Ni ficción ni leches. ¿La diferencia? La conexión cultural, la experiencia directa de miles de ciudadanos con el terrorismo y LA CONEXIÓN EMOCIONAL, por supuestísimo.
Todo eso es el eslabón que está ausente en las citadas cartas con un juego ambientado en el Lejano Oeste.
2) «Es que la película, es que el personaje, es que estás dulcificando, falseando y cambiando la ambientación de la ficción». A ver, José Manuel, que el mundo avanza, y lo que era aceptable en el siglo XIX, el trabajo infantil, sin ir más lejos, hoy ya no. Bueno, excepto para tener nuestros móviles a base de coltán, que eso nos parece chupiguay y seguimos comprándolos a pesar de saber perfectamente de dónde vienen sus materiales y de que niños mueren cada día por hacerlo posible.
La sociedad evoluciona (incluso a veces, a mejor). Después de 40 años de evolución de las novelas gráficas y del cine, no puedes decir en serio que los valores y representaciones de los 80/90 (basados en los de los 40/50/60) pervivan como mandamientos escritos en tablas de piedra. Que tu conexión emocional con los 80/90 y tu adolescencia te haga pensar de esa forma es comprensible, pero, chico, han pasado 35 años. No sé, dale una vuelta.
3) Tiene mucha gracia, de verdad de la buena y más en este caso, que los indignados clamen contra lo "woke" y el "wokismo". En su origen, fue un término positivo que se aplicó a la gente negra en EE.UU. que TOMÓ CONCIENCIA de lo que había supuesto la esclavitud y de que esa esclavitud seguía presente en la sociedad moderna a través del racismo. Y cómo eran tratados a diario por la policía (sí, con racismo y parcialidad). Un término de los 60 que se reactivó en los 90. «Woke», «desperté», despertaste a la realidad racista de un país que se dice blablabla pero en el que el racismo está presente cada día, a cada minuto, y donde son disparados solo por su color de piel en un control. Y VAS Y PUBLICAS UNA CARTA CON UN ESCLAVO NEGRO BABEANDO. Es que no sé si necesitáis un dibujo para comprender la imagen global.
Y lo más gracioso de todo es leer a gente blanca diciendo y escribiendo que no quieren "woke", es decir, que no quieren despertar a una realidad racista y de discursos de odio contra las minorías (hola, J.K. Rowling). Y es entonces cuando a mí me entra la vergüenza ajena.
Si un negro, un hindú, un árabe o un nativo-americano dice que le ofende una carta, pues no sé, a lo mejor como persona de raza blanca me callo, escucho, intento empatizar y comprender e intento no expandir un estereotipo que a ellos les molesta. Y creo que en Devir han sido conscientes al instante de todo eso.
Tú has decidido que tu juego sea internacional, que tenga audiencia global y que lo compren personas con contextos y herencias culturales muy diferentes a las que has vivido o tienes tú. Y entiendo tu error. Todo esto que he escrito se te ha pasado por alto porque para ti no está en tu ADN cultural. Vale, lo entiendo. Y por eso creo al autor y a Devir cuando dicen que no lo advirtieron. Y lo comprendo. Y subsanan el error. Y ya está. No pasa nada.
Pero, claro, la solución no es decir «yo tengo una visión del mundo y no vengas tú a decirme nada, porque para mí es una tontería y yo quiero jugar con las dichosas cartas. Es más, no voy a parar hasta conseguir la versión original sin 'censurar' PORQUE YO SOY LIBRE» (aquí queda muy bien una carcajada sonora de villano como efecto de sonido).
Pues mira, estás un poco desactualizado y hay noticias frescas: tu visión unipolar del mundo (occidental, blanca, heterosexual) no es que haya pasado de moda, es que era una visión unipolar construida sobre la constante representación y repetición de ideas y modelos sobre el mundo que estaban basadas en las experiencias de una mínima parte de la población. En el mundo hay unos 900 millones de personas atribuibles a ser de raza blanca. La mitad son mujeres. Así pues, tú estás diciendo que las 7.000 millones de personas que hay en el mundo son objetivos idóneos y deben tragar con las representaciones culturales de 450 millones de señores que han definido y controlado la visión cultural global de la civilización humana.
Al final, lo más entretenido de todo, desde el punto de vista sociológico, es que la «generación de cristal» son, en realidad, esos 350 millones de hombres blancos (de 50 a 100 millones al menos son de otras orientaciones sexuales, así que no entran del todo en el cómputo) que ven que se les escapa entre los dedos de su mano, como un montón de arena, el control que han tenido hasta ahora de imponer su limitada visión del mundo a los demás. Una visión en la que se sentían cómodos y a la que obligaban al resto a que la aceptaran con una sonrisa.
Por supuesto, no existe cancelación. De hecho este discurso tradicional se ha leído en miles de mensajes en España en esta semana. Ya me diréis que cancelación de las narices es esa. Como estrategia de supervivencia, eso de acusar de «generación de cristal» al de enfrente como proyección personal me parece estupenda. Mirando la Historia, es un hecho cíclico. Pero da un poco de pena advertir que no, que el problema no son tres cartas, seis o dicisiete.
El problema es la representación. Y ha cambiado. La realidad es que mis sobrinas de 9 y 12 años preguntan en cuanto saco un juego de mesa de personajes asimétricos dónde están las chicas. La realidad es que hacer un juego sobre el jabón de las duchas es tan ofensivo como hacer un juego de bazas en el que la condición para perder sea quedarse con la carta del novio blanco heterosexual de la protagonista, siendo las demás cartas las relaciones abiertas de la chica (Spoiler: adivinad qué juego NO SE HA EDITADO NUNCA).
La representación importa. ¡VAYA QUE SI IMPORTA! Porque verte representado de forma positiva es equivalente a que los demás te vean y sean consciente de que existes, además de como personaje, como arquetipo humano con otra cultura u otros valores diferentes a los tuyos. Y cuando todos seamos representados de todas las formas posibles, es posible que quizás entonces, habremos llegado a la igualdad y entonces la representación deje de importar.
Pero ese momento, al menos hasta ahora, no ha llegado.
Y oye, si queréis juegos sin filtros, a ver qué editorial española es la primera en atreverse a publicar un juego de combate entre «guerrilleros de los Pirineos que luchan contra Francia y contra España para vencer a las oscuras fuerzas del orden», como decían en McGyver. Pero sin escándalos, por favor, que será un juego de ficción y basado en la realidad.
Spoiler: no pasará nunca. Porque la representación, esa que negáis a un esclavo negro babeando, SÍ IMPORTA. ¡VAYA QUE SI IMPORTA!
Saludos