Yo antes solía tomarme tan solo una cerveza de 5'6% de vol. de alcohol. Un día me pedí una Voll Damm por probar algo diferente, y me noté demasiado torpe y con demasiada inercia en mis giros de cabeza al mirar la mesa. La susodicha tenía una graduación de 7'2-7'6%.
Un par de Voll Damn es lo ideal (o tres), siempre con los antebrazos arremangados y expresión adusta de general retirado que muestra su particular visión del mundo sobre esa mesa repleta con un fabuloso mapa colorido, tokens dispersos y figuritas belicosas.
Es el estado perfecto (con esas 2 o 3 Volldam, insisto, aunque valen otras de idéntica graduación) para prepararse para una desesperada defensa de Minas Tirith, por ejemplo, mientras esa maldita compañía de incompetentes se va corrompiendo más allá de toda esperanza.
También vale para cuando un ciberdemonio te parte la cara por correr demasiado por el salón de su casa. El «pack de birragordas» minimiza el dolor...