Creo que en ese juego lo que ocurre es el dilema del polizón, en el que uno no contribuye porque espera que con la contribución de los demás sea suficiente.En los dilemas de tipo CPR lo que ocurre es que hay un recurso de tipo rival y no exclusividad (una unidad consumida por un individuo ya no está disponible para los demás, y es difícil excluir a la gente de ese consumo). Por dar la imagen completa, si tomamos esas dos variables: rivalidad y exclusividad, tenemos 4 tipos de recursos: Los bienes privados (rivalidad y exclusividad, como el pan), bienes club (no rivales y exclusivos, plazas de aparcamiento privado), bienes públicos (no rivales y no exclusivos, como los faros que proveen de iluminación a los barcos) y los CPR (como el aire, el agua, el pescado...). En los CPR pueden confluir varios dilemas, el del prisionero que es el causante de la Tragedia del bien común (un agente racional decide que incrementar su consumo del bien común le viene bien porque el beneficio se lo que da él y el coste (en concreto el de que haya menos unidades para que regeneren) se reparte entre todos. Es una Tragedia porque surge de comportamiento racional y, por tanto, a priori inevitable. La solución para esto es o bien normativo (el gobierno impone normas, licencias, cuotas de consumo...) o de propiedad privada (se crean parcelas y se venden, y entonces pasa a ser un bien privado). Ostrom identificó una tercera vía, que es de comunidades autoorganizadas (como las de las huertas valencianas). También identificó una serie de propiedades que deberían tener las instituciones que quisieran gobernar exitosamente un CPR. Entre ellas la capacidad de monitorizar el cumplimiento o no de la provisión y apropiación del bien común. Aquí es donde entra el dilema del polizonte, si no tienes capacidad de comprobar que la gente cumple las normas y pagan su parte (porque hay mucha gente) más o menos el sistema se puede mantener si el % de polizontes es bajo. El metro, por ejemplo, no deja de funcionar porque alguien se salte el torno, si el % es muy elevado, al final acabará pagando ese bien con nuestros impuestos. Al final es buscar el ratio de coste de perseguir ese comportamiento con lo que consigues recaudar.En fin, todo esto para decir que, en mi opinión, en Dungeon Raiders el dilema que ocurre es el del polizonte, en el que has de jugar tus cartas esperando que los demás tiren del carro, con la idea de reservar tus mejores cartas cuando te interese ser el ganador en algunas de las pruebas. También tienes que ir pensando qué harán los demás para no ser el que reciba el daño con los monstruos. Es un juego muy interesante, la verdad. Has de controlar no solo el dinero si no la salud también.