Otro viernes lúdico con el bar de Carlos luciendo el cartel de "cerrado por Vacaciones". En vista de la buena marcha de la sesión del viernes anterior y como no se preveía una asistencia masiva, repetimos de nuevo la experiencia en el mesón de Ana. Ya comenté que es lugar de kinitos y celebraciones de juventud, así que, para evitar que alguna celebración se colase en nuestra zona privada, a salvo de miradas de curiosos y extraños, adelantamos la sesión a las 22:00h. Cuando llegué, con puntualidad inglesa (de aquellos ingleses que llegan cinco minutos tarde), ya estaba allí Kantabricus con las posaderas posadas y entregandose al mundo de la literatura clásica... no me dió tiempo ni a pedir un café cuando ya llegó Lord Trully, que se ha tomado en serio lo de limpiar su nombre y recuperar fama de chico formal (y de momento lo está haciendo bastante bien).
Como Kintaro y Nashatya habían informado de que finalmente no podrían llegar a las 22:00,teníamos varias opciones: O Lord Trully y yo mirábamos como Kantabricus seguía enfrascado en la lectura, o jugabamos a algo los tres, o dos de nosotros jugabamos un juego y el otro miraba. Curiosamente, fue ésta ultima la opción que se escogió. Me puse a explicarle a Kantabricus los misterios y secretos del BattleLine (Trully ya lo conocía) y echamos una partidita, que total son rápidas y llevaderas.
BattleLine es un Knizia de esos sencillotes y con muchos adeptos. A mí particularmente es un juego que me gusta bastante. Es un juego de cartas que viene con 9 peonzitos rojos que simbolizan banderas. A los lados de cada bandera cada jugador puede ir colocando hasta tres cartas a lo largo de la partida. La idea es crear una formación mejor que la del contrario y poder ganar la bandera. El primero que consiga tres banderas adyacentes o cinco allá donde se encuentren gana la partida. Para aderezar la cosa, se incluyen además 10 cartas extras que añaden algun efecto al juego (comodines y modificadores varios). Las formaciones pueden ser en cuña, RFalange, batallón, Escaramuza y Hueste. Las cartas son diversas unidades militares y vienen a simbolizar los tipos de tropa que había en época de Alejandro Magno, en plena guerra entre Griegos y Persas, pero vamos, todo este tema es anecdótico. Bien podrían haber sido lobos y ovejas, o duendes y trolls. Lo único que importa de las cartas es el color y el número. Hay seis colores y cada color contiene una carta numerada del 1 al 10. Aunque los nombres de las formaciones son muy molones y ayudan al tema del juego, realmente son combinaciones clásicas: escalera de color, igual valor, igual color, escalera mixta y cualquier otra cosa.... Vamos, que a Kantabricus, hombre gustoso de hacer correr la sangre del enemigo (afortunadamente sólo sobre el tablero y de manera figurada), el juego le debió decepcionar un poquillo. Además, conocedor de la historia como es, ya comenzó el juego con alguna puntillita: Que resulta que el griego que viene en la portada es la grecia clásica, y el que debía de figurar sería del período Helenístico, con una lanza mucho más larga y un escudo más pequeño.. vale, venga.. que así sea.
Aquí estamos en pleno campo de batalla. La foto no es muy allá.. pero es evidente que no la saqué yo, así que vayan a pedir responsabilidades al autor. Llama la atención la cantidad de estándares y normas ISO que debe cumplir la instalación eléctrica, pero ya que nos han hecho un hueco para dar rienda suelta a nuestro hobby, tampoco voy a ser tan pejillero de recrearme demasiado.
Mientras esto acontecía llegaron unos hambrientos Kintaro y Nashatya, que tuvieron que irse al local de al lado a saciar sus apetitos. Regresaron más o menos cuando finalizabamos Kantabricus y yo nuestra partida. Después de pavonearme de lo lindo con frases del tipo "esto es como robar a una borracha"... o "tendríamos que estar jugando un millón de años para que me ganaras", sucedió lo que tenía que suceder: PERDÍ!!!. Manda huevos...
Kintaro llegó como llega PapaNoel en navidad.. (barrigones aparte) Con una bolsa cargada de sopresas e ilusiones. Entre otros, traía (sólo con animo de enseñarlo, no de jugar) el Julius Caesar... un juego que a priori iba a hacer las delicias de Kantabricus.. pero en un primer análisis de los componentes del juego sucedió la apocalipsis en el espíritu crítico de Kantabricus. Resulta que los diseñadores del juego tuvieron la feliz idea de denominar a todo el norte de la peninsula ibérica como tierra de Vascones!!!... He aquí la metamorfosis que vivió Kantabricus:
Primero interesado, concentrado en obtener una objetiva primera impresión del juego:
Segundo escandalizado, al borde de la histeria... milagroso resultó que el tablero saliera de allí indemne. Recomendó a Kintaro encarecidamente el uso de Typex sobre el tablero. Aquí vemos a Kintaro, divirtiéndose con la idea (pinta muy bien fituritas, así que seguro que haría un buen trabajo).
Pasadas estas primeras anécdotas de la velada, llegó el momento de planificar la velada. Había dos buenos candidatos: El Mare Nostrum y
SmallWorld... En realidad, las intenciones eran probar ambos, pero resulta que Ana (la anfitriona) había avisado de que si no iba a haber mucha gente cerraría el local pronto. Como dijo Kantabricus, nosotros no debíamos de ser gente.. snif. Esto fue un mazazo.. porque nos imaginabamos concluyendo la sesión a poco más de las doce de la noche... de modo que teníamos que escoger uno de los dos juegos que he citado y nos decantamos por el Smallworld, porque todos lo conocíamos y nos ahorrabamos explicar reglas (nadie ha jugado aún mi flamante copia del mare Nostrum).
Procedimos rápidamente a recordar las reglas. Se incluía en el juego las expansiones "Grandes Damas" y "Malditos". Ambas se limitan a añadir al juego más personajes y capacidades nuevas. Vamos que el juego sigue exactamente igual. Para quien no lo sepa, SmallWorld es un juego de control de áreas en el que a lo largo de la partida cada jugador puede controlar algunas razas con una capacidad especial. Hay un buen puñado de razas diferentes (más aún con las expanciones) y tantas capacidades. En cada partida, a cada raza se le va a asociar una capacidad diferente, así que tiene una rejugabilidad bastante buena. La idea es expandirte todo lo que puedas con una raza y cuando ya no puedas más, o no te interesa, entrar con dicha raza en declive (ese turno no haces más) y seleccionar otra que seguirá expandiendose, etc. En cada turno, el jugador recoge tantos puntos de victoria como terrenos controle (además de todos los puntos extra que se consigan por las diversas capacidades de las diferentes razas). A cinco jugadores, la partida dura 8 turnos. El mapa, como se puede adivinar por el nombre del juego, se queda pequeño rápidamente, y los conflictos están asegurados ya en el segundo turno.
He aquí una bella estampa durante el juego. Como se puede apreciar, Kantabricus aún no ha superado del todo lo de los Vascones del Julius Caesar, y por eso esa cara..
La partida se decantó a favor de Kintaro, quien, una vez más, la tomó conmigo casi desde el principio y provocó mi sonora derrota (llegó a aniquilar a mis clerigos de las colinas, que sólo estuvieron un turno en declive). Este es un resumen de qué razas llevó cada jugador y cómo quedó la partida:
Kintaro (88 puntos)
Comenzó con Los tritones merodeadores que, por ser merodeadores, desde el primer turno le reportaron un buen número de puntazos. Les puso en declive en el segundo turno y en el tercero escogió los Esqueletos Señores del Dragón (dragón que se dedicó a tocarme los cojones de manera sistemática por un territorio (uno solo, por dios) que le cogí a los Tritones).Los esqueletos le funcionaron de perlas y los tuvo vivos hasta el turno 7. En el último turno escogió unos enanos licántropos que hicieron un buen escarnio en el mapa.
Kantabricus (82 puntos)
Hasta el cuarto turno estuvo haciendo lo que pudo con los Trasgos acampados, y no le fue mal. Pasó bastante desapercibido y no sufrió mucho ataque. Después escogió unos Orcos amantes de la paz (tócate los cojones), que fueron limpiando zonas en declive (eran un poco como el sistema de limpieza y recogida de basuras del mapa), porque por aquello de ser "amantes de la paz", si no se meten con ninguna tribu activa reciben un bono de tres puntitos. Gracias a eso, consiguió una buena puntuación.
Lord Trully (85 puntos)
El único que le podía tratar de tú a Kintaro. Y no es que tuviera una razas muy belicosas.. pero gracias a los Hombres rata Historiadores (ratas de biblioteca) cada vez que una raza entraba en declive recibía dineros, y los mantuvo hasta el turno 5, así que se puso morado. Después repartió amor gracias a los Elfos alquimistas (se dedicaban a hacer colonias y fragancias).
Byfed (64 puntos)
Había jugado unas cuantas veces a Smallworld, pero era la primera vez que jugaba con las expansiones. Me llamó la atención la raza de los clérigos, que en declive concentran todas sus piezas en un solo punto y puntúan por cada pieza en lugar de territorio. Sonaba bien así que probé con los Clérigos de las colinas. Supongo que estarán bastante bien si consigues expandirte lo suficiente (seis o siete territorios), pero se expandieron poquito y kintaro se ocupó de que además, perdieran los terriotorios ganados. Total, que entraron en declive en el turno tres y en el turno 4 ya no había ninguno en el mapa. Snif. En total, no se si llegaron a producirme 10 puntos. Una lástima. Después probé suerte con los Hechiceros fornidos hasta el turno 5, que no fueron mal y después llamé al primo Richal y toda la tropa para coger las riendas de los gitanos del inframundo. Traté de dar panita a los payos del tablero, pero no conseguí gran cosa. En resumen, una partida lamentable.
Nashatya (70 puntos)
Comezó con los Kobolds de los pantanos, que estuvieron dando guerra los dos primeros turnos y entraron en declive en el tercero. Después llegaron los necrófagos montados y en el turno siete los salvajes marinos. Tuvo sus mas y sus menos con Kintaro.. pero siendo pareja, imagino que no es la primera vez ni será la última.
La partida fue entretenida y se disfrutó, pero vamos que para mí no fue otra cosa que la continuación de mi mala racha. Desde que jugamos en el mesón de Ana todavía no había ganado una partida.
Era la una y pico de la mañana y aún pendía sobre nosotros la posible notificación de cierre en cualquier momento, así que no podíamos aventurarnos en un juego largo y dejamos el mare Nostrum para otra ocasión. Decidimos probar el
Dice Town. Lo había visto en alguna sesión anterior del BdC y comenté que me gustaría jugarlo. Kintaro tomo nota y se lo trajo.
Es un juego de mayorías basado en dados y ambientado en el lejano oeste. Cada valor del dado está asociado a una acción (conseguir pepitas de oro, atracar el banco, conseguir cartas de "general store", robar cartas a otros jugadores, proclamarse sherif u obtener propiedad de terrenos). Cada acción se adjudica al jugador que más dados haya sacado de esa categoría. Además, el efecto de la acción es proporcional al número de dados (por ejemplo, si sacas tres nueves consigues tres pepitas). Para no desequilibrar demasiado el juego ni dejarlo todo a la suerte, aquellos que no hayan conseguido ninguna mayoría pueden optar también entre varias opciones (conseguir dinero o pepitas de los demás jugadores, asegurar propiedades para que no te las puedan robar, o conseguir cartas de general store). Las cartas en el juego son de dos tipos: propiedades (con un valor de puntuación final asociado) y general store, que permiten ciertas virguerías (repetir acción, cambiar el valor de un dado, etc) u otorgan puntos adicionales.
En cada ronda todos los jugadores simultaneamente hacen sus tiradas con cinco dados. Quedarte con un dado del resultado es gratis. Por cada dado adicional que quieras conservar has de pagar al banco. La ronda de tiradas continúa hasta que alguien decide plantarse con lo que tiene. El resto de jugadores puede hacer una ultima tirada (gratis, sin pagar al banco) y se procede a evaluar mayorías y realizar las acciones. La partidad finalizar cuando la banca se queda sin pepitas o se agotan las propiedades y gana quien más puntos de victoria haya obtenido. Como todos los juegos basados en dados (con valores diferentes en cada cara), el azar tiene presencia, pero no es del todo determinante. Vale, si te salen mal TODAS las tiradas de la partida, pues seguramente no ganes... pero eres tú quien escoge con qué dados te quedas en cada momento, y normalmente en una ronda hay varias tiradas... No es un juegazo, pero entretiene perfectamente y estoy encantado de haberlo jugado.
Trully tardó un buen rato en cogerle gustillo al tema y yo también anduve algo desorientado los primeros turnos, pero una vez que te haces con la mecánica y empiezas a entender de qué maneras puedes conseguir lo que quieres hacer todo va bastante fluido.
Una vez más, Kintaro se alzó con la victoria. Vamos, de hecho, yendo como le va en el mesón de Ana, empiezo a tener mis dudas de si volverá o no al BdC.
Estas fueron las puntuaciones finales (pepitas+dinero+propiedades+cartas):
Kintaro: 3+ 6+15+16=40
Kantabricus:15+ 0+ 3+ 4=22
Lord Trully: 4+ 8+ 5+ 0=17
Nashatya: 4+ 1+12+ 0=17 (+5 por acabar de sheriff = 22)
Byfed: 4+ 2+ 8+ 0=14
En fin... que otra vez volví a quedar el último. Es una mala costumbre que estoy empezando a coger.. He aquí una instantánea del evento. Por más que trato de acordarme, no consigo recordar el por qué del pulgar tieso como una estaca que luce Nashatya.
Y por la cara de Kintaro, cualquiera diría que le iba bien la partida.. (esto demuestra que es un llorón... aunque nos vaya machacando, no para de quejarse..
)
Acabamos esa lluvia de dados a eso de las 2:45. De haberlo sabido, nos habría dado tiempo a jugar el Mare Nostrum.. pero claro, si estamos amenazados de desalojo desde primera hora, cualquiera se arriesga.
El caso es que acabada la partida interrogamos a la anfitriona y nos dijo que teníamos media hora o así.. No daba para ninguno de los juegos para cinco jugadores que teníamos preparados y además Trully ya estaba algo fundido, así que dijo que se quedaba como público. Kantabricus tenía un interés especial en que alguien le contase cómo iba el Pocket Battles.. y yo, pues bueno, como la explicación y la partida del PB iba a llevar un rato, ví la posibilidad de irme a casa con al menos una victoria en la espalda... y le ofrecí a Nashatya una partida de demostracion al
Aton.
(continua en el siguiente post)