Con las reglas de la segunda edición, el juego estaba bastante bien, a partir de la tercera que entre otras barbaridades eliminaron la regla del fuego de supresión, caca de la vaca
Cómprate la caja y zurra fuerte a ese traidor. Si quieres te mando para chile una guarnición de ángeles sangrientos, para que se entere de lo que vale un peine
Desempolva esas miniaturas pero ya! Si puedes hasta podias poner alguna foto.No obstante debeis recordar que todos los mundos pertenecen a los tiranidos....
Rogue Trader FTW!
100% de acuerdo. Pero nada supera, para mi muy personal gusto, la supresión de las cartas de objetivo. Le daban ese toque realmente estratégico a WH que sin ellas no lo tenía ni por asomo, a parte de que así el juego tenía una rejugabilidad enorme incluso con batallas idénticas.Angelillos al cielo.
Pues aunque la foto no se aprecie con todo detalle estan geniales! Ya veras que acabo comprando el ultimo reglamento....Si es que me conozco....
Aún habiendo sido tildado de "añejo", en mi opinión las reglas más satisfactorias de jugar para un jugón iniciado, maduro y ascendrado en estas lides, serían las de la 2da. Ed., incluyendo en lo posible, Milenio Siniestro. La pega sería meter a las razas, ejércitos, tropas, vehículos y personajes posteriores... pero nada que no se pueda hacer con imaginación y buena voluntad.
¡¡¡+100!!!Pero no olvides que con la caja básica de la segunda edición venía el "códex de ejércitos", un manual precioso que te daba las tablas básicas de tropas, armamento y personajes de todas y cada una de las razas (sin los necrones, ni los eldars oscuros ni los Tau, que vinieron después, pero sí con los ya desaparecidos Squat).Luego, para las pijaditas, comprabas el Codex.Por aquella época GW ya era chupasangres, pero desde luego ni de lejos tanto como ahora.
Recuerdo que eran dos volúmenes de gran gran interés y erudición: la Lista de Ejércitos que mencionas y la Biblia: el Codex Imperial, con todo el trasfondo de las docentes razas (pero desde la perspectiva imperial), que delicia.
Qué lástima que estés tan lejos; si no te invitaría gustosamente a una partida.