Os cuento un par de anécdotas. La primera: estaba un día hace años viendo fotos de cuando mis padres eran jóvenes y di con una de su viaje de novios, que hicieron por Andalucía (eran los años 70). Estaban en un tablao flamenco, no sé la localidad, pero de repente, al fondo del escenario, vi a alguien cuya cara me resultaba conocida: ¡era Chiquito! Mucho más joven, claro, pero indudablemente él. Allí estaba el hombre dando palmas.
La segunda, más interesante. Un colega mío es requetefán de Chiquito desde siempre. El caso es que un día, caminando por Córdoba, lo vio por la calle y, ni cortó ni perezoso, se acercó a pedirle un autógrafo. Don Gregorio, muy amable pero un tanto serio, le atendió y le iba a firmar, cuando mi colega, emocionado, saca la cartera donde llevaba una foto de Chiquito (ya os he dicho que era muy fan). Le cambió la cara a Don Gregorio, y se puso a hacerle monerías de las suyas (os podéis imaginar a mi colega). En fin, descanse en paz.