Hubo una vez un poderoso emperador, el respetado Ekö, quien gobernó sobre un extenso y próspero reino, lleno de magia y grandiosas ciudades.
Los dioses honraron al Emperador con cuatro hijos, quienes gobernaron sus provincias.
Después de una plena y larga vida, que muchos hombres ya quisieran, Ekö falleció. Todos sus hijos asumieron el derecho a proclamarse como único heredero, revelando su codiciosa naturaleza. Cada uno ordenó a sus clanes alzar las armas contra sus hermanos, y el reino se sumió en una trágica y sangrienta guerra, a la que nadie podría sobrevivir.
Las tierras, una vez fértiles, fueron devastadas por el fuego de las batallas. El emperador Ekö, cuyo antiguo espíritu seguía vivo más allá de su muerte corpórea, castigó a sus hijos con una terrible maldición: Encerró sus almas en las ruinas y en el páramo en el que su imperio se había convertido, y los condenó a luchar entre sí, una y otra vez, sin que jamás pudieran hallar descanso.
Siglo tras siglo, los cuatro descendientes continúan con las batallas en la prisión en la que el desierto de Ekö se ha convertido. Sin gente a la que gobernar, dan vida a las rocas, a la arena y al viento, de manera que éstos lleven los estandartes en ausencia de sus ejércitos, reconstruyendo un imperio caduco, y reviviendo las batallas que ya han perdido.
Tú eres uno de estos cuatro generales malditos. Sólo uno de vosotros, al final de este cuento, se convertirá en el gran y único Emperador del desierto de Ekö... hasta que todo vuelva a empezar, sin final, por siempre.
Diseñador: Henri Kermarrec
Ilustradora: Lucy Maziel
Editorial: Sit Down!
Año: 2015
Idioma: Multilengua en francés, inglés y alemán. Independiente del idioma.
Nº de jugadores: 2-4
Duración: 45min.
Ficha en bgg:
https://boardgamegeek.com/boardgame/177197/eko
Navegando por la red en busca de juegos raros, poco conocidos, menos comerciales, más alternativos, y que aportara algo distinto a mi modesta ludoteca, me encontré con este Ekö. (Podéis descargaros las reglas en la bgg o en la página de la editorial, porque no pienso explicarlas
)
No lo voy a negar, me entró por los ojos. La ilustración y el esquema cromático de la portada me transportaron de inmediato a un mundo onírico que jamás hubiera imaginado; un vasto y caluroso desierto (en la que la vida es apenas posible) de rocas y arena roja, poblado por seres elementales con aire oriental capaces de construir auténticas fortalezas flotantes. Necesitaba más, tan embriagado estaba de la imagen.
Seguí indagando un poco con la historia, que si bien resulta un tanto genérica, me llamó la atención. Me atraía la idea de convertirme en emperador elemental y acompañar a la muerte a hordas y más hordas de soldados contra un enemigo muy cercano, familiar, llevado por la codicia del poder y la gloria. Estaba ansioso, ansioso por luchar y controlar todo Ekö, lo deseaba, deseaba que Ekö fuera mío.
Por lo que seguía avanzando, buscando la manera de acceder a aquel desierto tan anhelado. No lo recuerdo muy bien, pero un resquicio debió de abrirse para que pudiera deslizarme a ese universo, pues al poco rato allí estaba... Allí estaban desplegados mis soldados a la espera de órdenes, dispersos y sin organización aparente, quietos en las posiciones que habían tomado. Y allí estaba también mi contrincante, de mi misma sangre, desafiante, deseoso de aplastarme.
La batalla comenzó sin dilaciones, ambos conocíamos bien nuestros objetivos: Controlar la capital de Ekö y reconstruir el territorio, o aniquilar sin piedad al enemigo.
Las bajas se sucedían una tras otra, pero las almas de los desdichados soldados volvían al campo de batalla, reforzando al resto y otorgándoles más poder.
Los surcos en el desierto se alargaban y extendían, ampliando la capacidad de movimiento de nuestros ejércitos cada vez más mermados. Era un toma y daca sin descanso y cada vez más tenso, siendo las decisiones cada vez más complicadas, un error podía resultarnos muy caro.
El enemigo tomaba cada vez más control sobre el territorio, construyendo campamentos y torres mágicas, evitando que mis unidades fallecidas pudieran volver a amenazar sus inmediaciones.
En un alarde de astucia logré dejar expuesto al Emperador enemigo, y capturarlo en mi siguiente actuación. La batalla se volvía a equilibrar.
Un gran castillo pareció salir de la nada, y de nuevo, mis tropas se quedaban sin poder volver a la sangrienta pelea.
Con la última baza, con el último as que guardaba bajo la manga, y haciendo de tripas corazón, sacrifiqué por siempre a tres de mis fieles seguidores, sorbiendo su esencia mágica, permitiéndome en dos actuaciones continuas, aniquilar a las dos guerrillas enemigas restantes.
La polvareda empezó a asentarse, dejando a la vista un cielo de un azul intenso, que contemplaba los cuerpos inertes esparcidos por doquier y el desierto mancillado, de una arcilla que cada vez se enrojecía más. Me había convertido en el nuevo Emperador!
Sin embargo la victoria me sabía a salitre, pues sabía que jamás podría liberarme de la maldición con la que Padre Ekö nos castigó...
Y hasta aquí la sesio-reseña de este brillante abstracto. Espero que os haya gustado.