A mí, personalmente, me gusta bastante. Se explica fácil, las partidas son ágiles y como deckbuilding con tablero, funciona muy bien.
Me gusta que cada paquete de cartas para comprar sean 3 cartas para hacer que cada mazo sea distinto y que haya competencia para conseguir las escasas cartas.
También me gusta que salgan todas las cartas a mesa y que, cuando haya un hueco en el mercado, sea el jugador que compra el que elija la carta que se mete en el mercado.
Lo que no me gustó, para nada, fue la expansión. Las maldiciones son muy caóticas y retrasan, en exceso, el ritmo de partida.