Debido al grupo con el que acostumbro a jugar me he convertido en un comprador/probador insaciable de
fillers. A veces ese camino te lleva a una habitación oscura y sin agua corriente en la que lloras desconsolado mientras maldices a los dioses (léase la reseña del
Fantasia S.A. (sí, ahora hago propaganda de mí mismo hasta que consiga un nuevo contrato publicitario)). Otras veces te encuentras con pequeños juegos que, pese a sus limitaciones, cumplen de forma agradable con su función. Entretener. El
Rapidcroco podría incluirse en la segunda categoría.
Este juego se anuncia con la frase “32 sospechosos… y 1 culpable”. Esto junto a la temática
cocodriliense, nos invita a pensar inmediatamente en que por fin han sido escuchadas nuestras plegarias y han creado un
crossover entre
Cocodrilo Dundee y
El Misterio de la Abadía. Para evitar futuras decepciones ya adelanto que los tiros no van por ahí.
La ficha técnica:
Género: Cartas. Aunque no se juegan desde la mano, todas las cartas son visibles sobre la mesa.
Temática: Detectivesca
cocodrílica. Bien podrían ser avestruces jugando al escondite.
Jugadores: El reglamento indica de 2 a 5. En realidad pueden participar tantos como quepan alrededor de la mesa de juego. Cuantos más mejor.
Tiempo aproximado de partida: 5 minutos. 10 a lo sumo.
Como de costumbre comienzo evaluando el material. Una caja metálica bonita, resistente y transportable. 32 cartas de cocodrilo, 4 de hipopótamos y 10 de criterio. Las ilustraciones son más bien infantiles, pero no tiene mayor importancia. Las cartas son cuadradas y de buena calidad, pero… olvidaos de enfundarlas.
El juego consiste en lo siguiente. Creamos una matriz de 6x6 (véase la imagen inferior para mayor claridad) con las cartas de cocodrilo y de hipopótamo. Cada carta de cocodrilo representa a un cocodrilo (¡menuda sorpresa!) que posee un aspecto propio: hombre o mujer, gordo o flaco, con o sin sombrero, con o sin gafas y verde o azul (¿no me digáis que nunca habéis visto un cocodrilo azul?). Cinco características con dos modalidades cada una… 32 cartas distintas. Además cada cocodrilo señala a un punto cardinal. Los hipopótamos se limitan a decir “Todos mienten” (malditos hipopótamos holgazanes). Al principio de cada ronda se muestran cinco de las diez cartas criterio. Cada una de ellas corresponde a una característica distinta, conformando así la imagen de nuestro primer sospechoso. Por ejemplo, si sale hombre, gordo, con sombrero, con gafas y verde; hay que buscar al cocodrilo que reúna esas cualidades (pista:
Crocododo). Pero el juego no acaba ahí. Ese primer saurópsido (me he cansado de repetir la palabra cocodrilo… ¡ooops!) señalara a un segundo. Y el segundo a un tercero. Y así hasta que lleguemos a una de estas dos situaciones. A) Un cocodrilo es señalado dos veces. Ese es el culpable. Por ejemplo, el sujeto X señala al sujeto Y, que a su vez vuelve a señalar al sujeto X. El sujeto X es el culpable. B) Llegamos a una carta de hipopótamo. El primer sospechoso (el que indicaban las cartas criterio) es el culpable. El primero que identifique al malhechor en cuestión debe señalarlo mientras grita “Queda detenido,
Crocobrico (o el nombre que corresponda)”. Si ha acertado gana esa carta. El primero en ganar tres cartas es el vencedor. Llegados a este punto he de destacar la importancia de identificar al sospechoso con el método mencionado anteriormente y no limitándose a señalarlo. Más de una vez ha pasado que alguien haya dicho “Queda detenido,
CrocoscoscfjxtttTUPUTAMADRE!!!”. En ese momento otro jugador con menos problemas de dicción (y aprovechando que el primero está señalando al culpable) exclama “Queda detenido,
Crocostrogo”, consiguiendo la carta para sí. Risas aseguradas.
Y en eso consiste básicamente el juego. Hay alguna cosa más (como la posibilidad de robar un cocodrilo ya conseguido si las cartas criterio lo permiten) pero creo que la idea general está clara. Una última cosa. Las instrucciones ofrecen una variante con la que yo recomiendo jugar siempre. Las cartas de cocodrilo se reparten sin tener en cuenta su orientación (algunos quedarán cabeza abajo, otros de lado… al contrario de cómo se ve en la imagen superior). Aumenta la diversión y anula la ventaja que supone jugar en el lado “bueno” de la mesa.
Lo mejor: La relación calidad-precio y su capacidad de activación. Es un buen juego para sacar cuando la gente está un pelín apática. Normalmente se pican y al final se quedan con ganas de más.
Lo peor: No esperes jugar más de tres rondas seguidas. Y por supuesto si abusas de él lo quemarás en dos días.
Conclusión: No puede ni siquiera soñar con compararse con otros
fillers como el
Jungle Speed. Y hay gente “torpona” (dicho esto con todo el cariño del mundo) incapaz de identificar a un solo culpable y que le acaba cogiéndole asco. Pero es un juego distinto, entretenido y con buen margen de jugadores. Volvería a comprarlo.