Yo lo compré con la esperanza de entretener a mis sobrinos cuando venían de visita. Casi me como el juego (por no comerme a los niños) ante su absoluta falta de entusiasmo.
Ahora parece que ya les gusta más. Aunque prefieren otras variables que inventamos como, por ejemplo, la carrera de animales. Aquí dibujamos un circuito de tantos carriles como jugadores con diez espacios cada carril (a veces ponemos 15 espacios para que dure más). Ponemos al cocodrilo en la meta y cada jugador pone su animal en el punto de salida. Por turnos, cada jugador tira el dado y…
a) si sale un uno, avanza un espacio.
b) Si sale un dos, avanza dos espacios
c) Si sale una mano, pierde el turno y se queda donde está.
d) Si sale un interrogante, mueve un espacio hacia atrás.
e) Si sale el cocodrilo, mueve al cocodrilo al carril que quieras (los niños siempre lo ponen en el mío).
Si llegas a la meta y el cocodrilo está en tu carril, mueres devorado (que aunque sonría, el cocodrilo tiene bastante mala leche). Si no está el cocodrilo cuando llegas a la meta, ganas.
Aunque, su variante preferida es, con diferencia, la de “tiro al tío verd”; donde ganan puntos extras si me rompen las gafas con el mono o el tucán.
Angelitos…