Haber si va resultar que es al revés, yo les voy a proporcionar gratis un capitulo, que sin duda esta buena gente incluirá en esta aberración, por su interés social, cultural y económico.
EL ULTIMO PIRATA DEL MEDITERRÁNEO
En el corazón de la isla de Mallorca que lo vio nacer el cuatro de octubre de 1880 no se conoce al patriarca de la multimillonaria saga financiera, no por su nombre sino por el seudónimo de En Verga, que alude a la vara con la que su familia acarreaba los cerdos de la localidad de Santa Margalida, era hijo de un tratante de ganado. Estudió comercio en el colegio franciscano de Pont d'Inca, siendo expulsado de la escuela. En este pueblo ubicado al norte de la isla y encerrado en sí mismo, todavía impresiona el caserón que se erige en una de las esquinas de su plaza. Pese a su aspecto decadente e inhóspito, las fauces de un león se asoman desafiantes en su puerta principal agarrando con todas sus fuerzas una llave rematada por una 'J' que desvela la identidad de su primer propietario.
Juan March Ordinas vivió con su esposa Leonor Servera en la que todavía hoy es una de las casas más importantes del pueblo hasta que huyó dejando el inmueble en el mismo estado en el que se encuentra hoy. Con la primera oficina de la Banca March en sus bajos y las dependencias repletas de armarios con cajones de doble fondo. En Verga despuntó desde niño en este pueblo por su capacidad innata para sacarle partido a todo cuanto se cruzara a su paso.
La mujer de Juan March.
Vendía a los chicos más mayores caladas de cigarrillos a razón de cinco céntimos cada una y comerciaba con cuanto caía en sus manos, ya fueran hilos, clavos o botones, desarrollando una facilidad deslumbrante por las matemáticas y revelando una capacidad innata para ganar dinero.
Se alió pronto con una de las familias más importantes de Santa Margalida, los Garau, y comenzó a ejercer con ellos la actividad más lucrativa de cuantas se desarrollaban en Baleares en esa época: el contrabando, adquiriendo productos en África y Gibraltar que más tarde eran vendidos en la costa valenciana. De sus paisanos aprendió las claves de un oficio que abastecía a la Islas de bienes de primera necesidad y que florecía en el Mediterráneo gracias a las fábricas de tabaco mallorquinas radicadas en Argel. Hasta que un buen día un hallazgo casual dio un vuelco definitivo a su vida y disparó para siempre su irresistible ascenso, las cartas que escondía su mujer.
"Mis deseos serían que uno estuviera con el otro, que dos corazones fueran solo uno, que me amases". Leonor Servera se declaraba con estas palabras en 1915 a uno de los jóvenes más apuestos de la localidad, Rafael Garau, hijo de los socios de su marido. Las pruebas, en forma de cartas de amor, las escondió en su propia casa, convencida de que su marido, siempre de viaje a Argelia, nunca accedería a su contenido. El cadáver de Garau fue encontrado cosido a puñaladas en Valencia la madrugada del 29 de septiembre de 1916. No hizo falta juicio ni la práctica de una sola diligencia. El pueblo en pleno se giró contra March al grito de "asesino" y provocó su huida inmediata. March abandonó su pueblo señalado por todos sus vecinos, dejó las llaves puestas y sus pertenencias intactas, pero juró venganza y lanzó una advertencia premonitoria: "Volveré cuando sea el hombre más rico del mundo". Y en ello empleó el resto de su vida.
En Verga, al que siempre acompañó la sombra de este crimen, aplicó las reglas del contrabando del hambre de Mallorca para crear en tiempo récord la mayor compañía que conocieron los tiempos. Estableció su propia fábrica de tabaco en Argel, se hizo con el monopolio del negocio en Ceuta y Melilla y labró un imperio con el que acabó arruinando a la mismísima Tabacalera. El tabaco que se fumaba en España era de March, porque era el más barato y el de mayor calidad.
El supuesto amante de Leonor Servera.
Controló el tráfico marítimo tras crear Transmediterránea, suministró armamento a los submarinos austriacos durante la Primera Guerra Mundial, ejerció de espía para España y contra España y atesoró tal grado de poder e influencia que llegó a controlar las relaciones internacionales y al Estado en pleno.
Durante la I Guerra Mundial (1915) se vio involucrado en un incidente internacional, al dar suministros a los submarinos austriacos que operaban en el Mediterráneo occidental, resguardados en la isla de Cabrera frente a S'Avall, finca de su propiedad en la costa de Mallorca. Ello costó, a instancias del Primer Lord del Almirantazgo británico Winston Churchill, la expropiación inmediata de la isla a los propietarios por parte del ramo español de Guerra y que nunca la recuperaron.
En las actividades denominadas negocios de guerra y además del avituallamiento de submarinos cabe destacar la venta de miles de fusiles Mauser 98 y millones de cartuchos (7,92 x 57) al cabecilla Abd el-Krim, que en el norte de Marruecos acosaba al ejército español. La genial entrega se hizo con los fusiles desprovistos de aguja percutora, almacenadas estas en una gabarra que no se liberó hasta que el pago acordado fue satisfecho y los intervinientes se encontraron a salvo.
Francesc Cambó le bautizó como "
El último pirata del Mediterráneo", arrancándole del anonimato, y con este apodo salió a la venta en 1934 su primera biografía, obra del escritor gallego Manuel Domínguez Benavides. Este libro, que fue secuestrado por el propio March, le presentaba como "
el ladrón del dinero y de la conciencia del país" y como un hombre al que guiaba un único lema: "Diners o dinars" -–comida o dinero-. Bajo el seudónimo de Juan Albert, el protagonista exponía su particular modus operandi.
" - Hay que convencer al ministro para que firme esa concesión.
- Imposible, don Juan. Se trata de un hombre íntegro.
- Se le corrompe.
- Rechaza el dinero.
- Quizá le gusten las mujeres.
- Es un hombre casto.
- Tendrá un hijo perdulario.
- Ahora recuerdo. He oído que su padre dio en quiebra.
- Ya es nuestro".En 1926 fundó la Banca March con el objetivo de financiar una parte de sus actividades empresariales. Previamente en abril de 1923 fue elegido diputado a Cortes por Mallorca por Izquierda Liberal, de Santiago Alba Bonifaz.
Siempre "diners o dinars". Hasta el extremo de que cualquier mandatario tenía que pactar con él para gobernar. Jaime Carner, ministro de Hacienda del segundo gobierno de Manuel Azaña, lo dejó muy claro:
«O la República somete a March o March someterá a la República». Por ello, y con un procedimiento judicial repleto de irregularidades, Juan March ingresó en prisión en junio de 1932. En 1933 fue trasladado a la cárcel de Alcalá de Henares de la que se fugó, sobornando al oficial de guardia Eugenio Vargas. Años más tarde, en el régimen de Franco, a este funcionario se le nombraría para altos cargos de Instituciones Penitenciarias.
Juan March Ordinas.
Cambió definitivamente la historia de España al financiar años después con lingotes de oro el Alzamiento Nacional y pagó de su bolsillo las 1.019 libras esterlinas y cuatro chelines que costó el alquiler del Dragón Rapide, el avión que llevó a Franco de Canarias a Marruecos en 1936. Mediante su influencia, los sublevados obtuvieron el apoyo de muchos indecisos. March puso a disposición de los sublevados 600 millones de pesetas.
Financió el primer puente aéreo militar de la historia, por el que se trasladaron de África a Sevilla las unidades de élite - mediante aviones alemanes Junkers Ju 52 - con lo cual se plantaron casi a las puertas de Madrid en poco tiempo, a la vez que atacaban Extremadura adueñándose rápidamente de Badajoz.
Cabe aquí también citar su transferencia de recursos a bancos de Roma, junto a los de Manuel Salas y otros acaudalados mallorquines, para conseguir aviones italianos que irrumpen en el frente de Porto Cristo (Mallorca) a fin de frenar el desembarco republicano (agosto-septiembre de 1936). Validados los pagos y a bordo del vapor italiano Morandi, llegan en la última semana de agosto al puerto de Palma -desmontados- los primeros cazas que desde el aeródromo de Son Bonet y del incipiente de Son San Juan, atacarían a los invasores, forzando su retirada el 4 de septiembre. Su isla quedaba a salvo.
Algunos cronistas coinciden en que estos hechos iniciales constituyen la verdadera, ágil y efectiva contribución de Juan March en la primera fase de la Guerra y sin la que los sublevados no habrían conseguido cierto éxito. Este período coincide en el tiempo con la vigencia de la Junta de Defensa Nacional de España (24 de julio al 30 de septiembre de 1936) por lo que atribuir a March la financiación de la totalidad del esfuerzo bélico es objetivamente una afirmación histórica controvertida.
Según Robert Solborg, agente americano en Lisboa en 1942, el gobierno británico decidió sobornar a los principales generales de Franco para evitar la entrada de España en la II Guerra Mundial a favor de Alemania. El agente elegido para efectuar el soborno fue March, que se encargó de convencerlos en mayor o menor medida y distribuir entre ellos una suma inicial de diez millones de dólares americanos de la época (según el estudio de 2004 del historiador Pere Ferrer Guasp). Los recursos se denominaban en clave “La Caballería de San Jorge” y eran los propiamente destinados a este tipo de operaciones estratégicas y confidenciales del tesoro británico. El Banco de Inglaterra tenía claro que Juan March respondería con su fortuna, en caso de que la operación fracasara.
Al mismo tiempo que intimó con Wilhem Cannaris, jefe de los espías de Hitler.
Posteriormente, al amparo de la dictadura franquista, realizó diversas operaciones financieras de gran calibre, como la compra de la Barcelona Traction, tras la que fundó FECSA. De hecho fue conocido como el "banquero de Franco".
March se despidió dando un golpe póstumo. Consumó un último acto de piratería al hacerse con la Barcelona Traction, a partir de la que creó FECSA, y se despidió, tras cumplir su promesa de ser el hombre más rico del mundo, sin haber podido adquirir lo único que no podía comprar con dinero: su honor.
Creó la Fundación Juan March, a la que donó 2.000 millones de pesetas en su lecho de muerte para ser recordado como un filántropo y no como un contrabandista y pidió a sus hijos, Juan y Bartolomé, que lucharan por el "recuerdo perenne de su memoria".
Junto a esta petición les dio un consejo: que el silencio y la discreción presidiera todos los actos de su vida. Esa fue la clave de su éxito y lo que hace que su peripecia vital siga siendo uno de los grandes misterios de nuestra historia reciente.
Conclusión:
Muy simple, a lo mejor no tienen que ir tan lejos ni en la historia, ni en la zona geográfica para saber quien realmente nos robo el dinero.
Ahora a ver quien es el guapo que cuestiona la honestidad de estas gentes que sin lugar a dudas son un espejo en el que reflejarse.
Así nos va y así nos seguirá hiendo.
Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Marchhttp://www.NoCanonAEDE/elmundo/2013/03/08/baleares/1362746009.html