Sí, amados senadores!, sí, querido pueblo romano!
Hoy es un día negro para nosotros; una amarga jornada que no debe hacernos decaer. Al contrario, debe darnos la fuerza necesaria, no solo para levantarnos, sino también para destrozar a esos malditos galos en batallas posteriores, como el amigo Kraden comentaba. Quisiera agradecer los muchos esfuerzos de nuestro cónsul de campo, y doy gracias a los dioses por protegerlo.