Cónsul de Campo, Sumo Pontífice, Censor, resto de senadores, pueblo de Roma!!!!
Cerca está el final de mi mandato como Cónsul de Roma. Un mandato en el que he intentado ser dialogante, próximo, cercano a todos los senadores. He escuchado vuestras voces, algunas cercanas, otras lejanas... pero siempre os he escuchado. Jamás propuse nada que no haya pasado por el consenso del senado, jamás impuse nada, jamás mostré mano dura. Sé que esto a alguno de vosotros, senadores, no os ha gustado... pero creí que en este momento Roma necesita unidad, necesita que todos rememos en una misma dirección, más allá de crear conflictos y fisuras.
Quisiera también alentar a nuestras tropas desplegadas en tierras galas. Una batalla perdida no debe de minar nuestras fuerzas, nuestro coraje y ese espíritu combativo del que siempre hemos hecho gala. Confío, deseo y estoy totalmente seguro de que pronto los galos sucumbirán ante el acero romano. Mando desde aquí todo mi apoyo a nuestro Cónsul de Campo.
Por último, pueblo de Roma... espero que tengáis a bien perdonar los errores que haya podido cometer este humilde Cónsul. Os puedo asegurar que cada decisión tomada, cada votación propuesta y cada paso dado durante mi mandato, lo hice por y para el progreso de esta república y, por ende, por el vuestro propio. Espero que, en parte, lo haya conseguido.
Gloria a Roma!