Si no te gusta Catan, este tiene muchas papeletas para que no te guste.
A mi me gustaron las diversas posibilidades que hay para poder puntuar (montando la iglesia, las torres de defensa, los muros o los edificios), que puedes sobreconstruir a tu adversario (el puteo del juego) y el relativo azar de los dados que considero más controlable que en Catán, aunque esto es subjetivo.
La principal desventaja del juego y su parte más criticada es que según una mecánica del reglamento, tienes que colocar unos permisos de construcción en el tablero antes de empezar a montar ahí tus edificios, lo que en neto significa que telegrafías tu jugada al contrincante por colocar los permisos antes que los edificios y eso no gusta a todo el mundo.