Os copio aquí mis primerísimas impresiones tras dos partidas de iniciación. Vengo del hilo de "Ayer jugué a...". Quizás aquí también sea útil tener ese texto:
Hoy he jugado a
Tekhenu. 3 a la mesa. Estreno para todos, obvio.
Hemos empezado nerviosos y titubeantes, con un par de referencias al manual para aclarar el orden de acción de ciertas cosas o consultar los bonus de las cartas en el apéndice. Tras los primeros drafteos de dados al tuntún, ha empezado a aparecer el análisis parálisis, pues ya andábamos con cierta estrategia en la cabeza y había que optimizar. Más de una, dos y tres veces hemos tenido que rebobinar el turno porque un jugador pretendía hacer algo que no podía.
Mi decreto inicial me daba 2 PV extra al final de la partida por cada edificio y cada pilar que tuviera en el templo, así que me he intentado concentrar ahí. Tenía la ilusión de sacar todos mis edificios fuera cuanto antes para ver si el sumatorio de PV que dan era jugoso, así que he participado con ellos también en la matriz de Osiris (workshops y canteras). Dichos espacios se han llenado pronto, ya que uno de mis contrincantes tenía un decreto que le daba PV extra por edificios en esa zona. Lo que sí me ha ayudado mucho ha sido un combo de tecnologías (cartas): una me dejaba usar escribas como oro y viceversa, y me daba daba 1 PV cada turno en el que hiciera esa pirula. Otra me daba 2 PV cada vez que fuera a construir pilares y otra me daba 2 PV cada vez que usara un dado de valor uno. Así que nada, a hacer pilares como churros con los dados de valor uno que hubiera y usando escribas en lugar de oro (comodín) para los pagos de materiales...
He estado con el cerebro nublado por las mecánicas del juego y apenas recuerdo más lances de la partida o combos de los demás jugadores. Finalmente hemos acabado más o menos 65-55-48 con victoria para mi.
Y OJO, porque al acabar nos sobraba tiempo y ¡hemos decidido repetir!
En la segunda partida he cogido un decreto que me daba PV extra por estatuas a erigidas a los dioses y en el draft de cartas que otorgan recursos iniciales he cogido una que me permitía empezar con una cantera de gratino y otra que me daba una bendición entre dos robadas al azar. He escogido producir +4 unidades de granito cuando hiciera la acción de producir cualquier cosa. Justo el compañero había dicho la partida anterior que ir a estatuas era carísimo, porque esa acción apenas la hemos tocado en toda la primera partida... Y justo luego me tocan las cartas ideales para derrapar por la pista con estrategia de estatuas. Y así ha sido. Apenas me ha dado tiempo para hacer nada más. Ni siquiera para comprar cartas. Granitos y estatuas a cholón.
Un jugador ha ido a maximizar el track de felicidad y la otra jugadora a monopolizar las canteras y workshops. En esta ocasión ha sido el templo/pilares lo que se ha quedado casi huérfano. Resultado final: 83-66-62 para mi de nuevo. La partida ha volado. Un par de horas.
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Mi apuesta personal de 2020... a falta de ver todo lo que está por salir. La que ha dejado por el camino a todos los demás títulos en los que estaba medio metido o incluso ya había soltado la pasta para reservas o KS. ¿Habrá llenado mis expectativas? Pues sí. Porque tener ganas de echar dos partidas seguidas no está al alcance de todo lo que juego.
No ha surgido flechazo hardcore. No ha habido efecto Barrage, el último juego que me dejó con el culo pegado al techo tras una primera partida, pero ha cumplido con el
torbellino de crasheos neuronales que me apetecían con este juego. He echado de menos la tensión. Supongo que he ido como un pollo sin cabeza y apenas me entraban nervios de que me quitaran el dado que quería porque, oye, seguro que había otro que me daba alguna otra cosa útil. Aunque alguna maldición en voz alta sí que se ha escuchado en la mesa cuando volaban cartas y dados que alguien quería a toda costa. Creo que con más rodaje, cuando los jugadores se preocupan por la estrategia y no por hacer bien los pasos de cada acción, no sólo chuta más rápido sino que encima puede aparecer más fuerte esa tensión o nerviosismo.
La
estética, iconografía y colores del juego forman un conjunto muy grande y vistoso. Es uno de los piropos que los otros dos jugadores han echado hoy a Tekhenu. Los iconos están claros y los pasos de cada acción vienen impresos en el tablero, así como las puntuaciones. Los colores de los jugadores son muy atípicos, exóticos si cabe. Los de los dados evocan una paleta bastante pastosa/arenosa que casa bien con el conjunto. Al menos nosotros no hemos tenido problema con ello. La única pega es el
obelisco central, que no te deja ver los dados, estatuas y símbolos detrás de él. Hay que andar meneándose en la silla de izda. a dcha. como una cacatúa en un palo. Lo han querido hacer tan trochángano y tan imponente que puede ser un problemilla. A mi no me ha molestado mucho. Creo que le sienta bien tanto a la presencia estética como a mis caderas de escayola.
Uno de los problemas del juego podría haber sido, o quizás es, la
ruptura del ritmo de juego cada vez que los jugadores tienen 2 o 4 dados en su tablerillo. Hay que girar el obelisco, reorganizar los dados por pureza, corrupción y prohibición, tirar dados nuevos... Pues sí, es un poco rollo, pero como digo, mi cerebro iba al ralentí. Al final casi iba más lento pensando como combar dioses que recolocando dados en sus zonas, lo cual se termina haciendo bastante rápido... y más si todos los jugadores colaboran.
No es tanta molestia si el resto del juego te gusta, como es mi caso. Se tardan 30 segs.
El otro problema potencial que se me planteaba era el hecho de que, uno de los elementos más originales y novedosos del juego, la
balanza, no fuera tan importante. Aquí todavía no me atrevo a decir nada. Lo hemos gestionado bien. Yo he intentado estar siempre en equilibrio o desequilibrio positivo para evitar perder puntos, pero creo que se puede hacer sin miedo una acción potente que te de muchos PV si a cambio se te desequilibra mucho la balanza. Irás último en
orden de turno durante las dos siguientes rotaciones y ya está. Reza para que no te quiten tus dados favoritos. No es tanto problema. Aquí esa desventaja no me ha parecido tan crítica como en Troyes, por ejemplo, donde cada birle de tus dados favoritos es como un navajazo en el escroto. Lo que sí me ha parecido muy relevante ha sido el cambio de dados a "prohibido". En un par de ocasiones he pospuesto coger un dado para la siguiente ronda sin tener en cuenta que cambiaba de luz/sombra y pasaba a no ser una
opción legal. No era extraño ver zonas completamente vacías de dados, con más de la mitad prohibidos o con solo dados corrompidos, acotando tus opciones. Cada jugador dispone de
16 acciones en toda la partida. Se antojan pocas. No se pueden andar tirando a la basura.
Y con ello paso a otro de los aspectos del juego que más me ha gustado. La
cantidad de opciones que tienes y dados que ves sobre el tablero...
engañan. En mi segunda partida me he visto MUY escaso de recursos. He llegado a no tener NADA en mi reserva y únicamente poder producir, pero no en la cantidad que quería ni el tipo de recurso que me apetecía. Siempre te falta un paso en el track de felicidad o dos papiros para coger la carta que quieres, un escriba para llegar al valor que te hace falta o una caliza más para construir ese pilar tan jugoso. O quizás no haya dados buenos en la zona del dios que quieres realizar para avanzar un poco más en la consecución de tu decreto. A menudo nos
resultaba imposible realizar lo que queríamos. Hay que
hilar fino. Tanto es así que ninguno de nosotros ha sido capaz de comprar decretos extra. Únicamente hemos puntuado el que escogimos en el setup.
Esa es otra de las cosas que me también han gustado: la
variabilidad. Las dos partidas han sido muy diferentes. Una ha relegado las estatuas al ostracismo, mucha compra de tecnologías+bendiciones y un nivel de "fiesta" elevado en torno al templo. La otra ha sido un funeral de cartas, muchas estatuas y un porrón de canteras/workshops. Los jugadores no pueden ir picando de flor en flor.
Hay que centrarse en una o dos cosas para puntuarlas a muerte... pero necesitas apoyo puntual en las demás para poder alimentarlas. El jugador que ha ido fuerte al track de felicidad en la segunda partida no ha aprovechado a comprar los decretos que debería ni ha defendido su ventaja en las canteras, por eso ha perdido. A mi me ha costado un huevo sacar todas las estatuas y me he vendido a la producción de granito... además de la suerte de PV por mi decreto inicial. En cierto lance de la partida, mis contrincantes han pecado de buenistas dejándome el único 6 negro sobre el tablero para poder producir granito como quisiera. También me han surtido del pan que me hacía falta para alimentar mis dos míseros edificios en cada puntuación.
Si me hubieran arrebatado la opción, habría palmado PV.
Y para terminar, una de las mayores pegas que el perdedor de ambas partidas (ouch!) le ha puesto al juego, es la aleatoriedad o
factor suerte de las cartas. Tanto las que te tocan al principio como las que van reponiendo el track. Sí, las cartas son muy importantes, muy tochas, una locura si pillas las que mejor te comban. Salen como salen. Pero vaya, ahí puedes jugar con subir felicidad hasta el techo, surtirte de papiro e ir primero de turno para andar pillando todo lo que te interesa antes de decidirte por arrancar la moto. A mi me han parecido
muy divertidas y ese factor suerte entra dentro de lo que puedo aceptar en un juego. Ni más ni menos que en otros. La mano que te toca en Brass, sin ir más lejos, es menos controlable. Tanto los escribas como el oro, así como las tecnologías que vayas comprando te nutren de
flexiblidad para combatir la falta de dados óptimos para tu estrategia. La presencia de un decreto inicial indica amablemente a cada jugador por dónde debería encauzar sus pasos a corto o largo plazo, lo cual está bien para acotar el agobio de no tener una prioridad.
En
definitiva, el juego me ha gustado mucho.
Rapidísimo además. Ventilado en un par de horas a 3, con dudas y AP. Dos partidas seguidas, al loro. Pocas veces me ha pasado. Notable alto, en la línea de euros secos con una mecánica potente y optimización de recursos y acciones para generar puntos de victoria a gogó. Navega por el tipo de euro con cosas que te resultan familiares y con el que puedes empezar a caminar de forma segura, pero con la cantidad suficiente de novedad como para tenerte alerta. Un poco tosco o artificial en los detallitos, no tan elegante como he leído, quizás algo pretencioso, pero muy divertido y gratificante para los muertos de corazón que se la machacan fuerte quemando materia gris y sufriendo mientras gastan dos de esto y uno de lo otro por un PV más. Ese soy yo.
Contento. Ojalá dure y no se queme pronto, porque puede ser candidato a ello en el maremagnum de juegos en el que nos encontramos.